Las cifras que han aparecido en el particular ránking que mantienen en Geekbench indicaban que el iPhone 9,4 (que al parecer se corresponde con el iPhone 7 Plus de 32 GB) llega a los 3.233 puntos en la prueba en la que se evalúa un solo núcleo y 5.363 en la destinada a comprobar el rendimiento conjunto de todos los núcleos del procesador.
Para que os hagáis una idea, el MacBook de 12 pulgadas que se renovó a principios de año llega a los 2.514 puntos en Geekbench single-core y a los 4.996 puntos en multi-core si tomamos en cuenta el modelo con un Intel Core m3-6Y30 a 1,1 GHz.
Las comparaciones son odiosas, pero en esta gráfica se ve como esos nuevos Apple A10 dan la talla: superan holgadamente a los procesadores integrados en los últimos MacBook, pero también -como esperábamos- a los de los iPad Pro. Es evidente que la cosa cambia con equipos más ambiciosos: los poderosos Intel Core i7-4470HQ de un MacBook Pro (Early 2015) son un ejemplo, pero cuidado por que aún así no andan muy lejos en rendimiento por núcleo.
A Apple le gusta el control, y este sería otra piedra en el camino
Otra de las razones por las cuales una decisión así podría tener sentido es por esa obsesión que Apple tiene de controlar en la medida de lo posible todo lo que rodea a sus dispositivos. En los iPhone y los iPad ha conseguido "cerrar el círculo" y controlar buena parte de los componentes más relevantes de estos dispositivos, tanto a nivel harware como -faltaría más- a nivel software.
Sin embargo en los Macs la cosa no es tan clara, y no lo es porque Apple sigue utilizando procesadores de Intel o gráficas de AMD. Es difícil que puedan romper esas alianzas a corto plazo porque las soluciones de estos fabricantes son mucho más potentes que las producidas por Apple, pero la cosa cambia cuando hablamos de equipos más modestos en rendimiento como los MacBook.
La cosa cobra más sentido si uno echa un vistazo a análisis como los que hacían hace ya meses en Seeking Alpha. En "Apple: Becoming a Semiconductor Powerhouse" se analizaba la evolución de la empresa de Cupertino como productora de chips. A priori uno podría pensar que la empresa no puede competir con gigantes como Intel, Qualcomm o MediaTek. Y sin embargo...
Los ingresos dejan clara la "foto" del quién es quién en materia de semiconductores actualmente. Apple no está tan lejos como podría pensarse de algunos líderes tradicionales del sector, pero claro, vender millones de iPhone y de iPads hace que esa faceta cobre mucho más sentido. Hay una gráfica aún más reveladora:
En 2014 Apple vendió 100 millones de SoCs, una cifra mareante que probablemente se mantuvo -si es que no creció- durante el año 2015, pero es que el crecimiento de Apple en este segmento es asombroso, como puede verse en una gráfica que deja claro que la apuesta de Apple por los semiconductores le está saliendo muy bien.
El secreto está en el sistema operativo
Al plantear un hipotético MacBook basado en un procesador ARM surge la inevitable pregunta. ¿Qué sistema operativo lo gobernaría? Algunos pensábamos desde hace (mucho) tiempo que Apple podría estar trabajando en una versión de OS X macOS preparada para esta arquitectura.
Eso no sería tan extraño: Apple hizo lo mismo cuando dio el salto a procesadores Intel desde aquellos legendarios PowerPC, y en aquel anuncio mágico de Steve Jobs hubo una frase destacada:
Mac OS X ha estado viviendo una doble vida secreta durante los últimos cinco años.
Así había sido: en todo ese tiempo OS X había estado funcionando y actualizándose normalmente sobre los PowerPC que se usaban en los Mac de la época, pero los laboratorios de Apple habían estado todo ese tiempo escondiendo prototipos de Macs basados en procesadores de Intel que estaban gobernados por ese sistema operativo. Lo mismo podría haber pasado con esa versión de macOS desarrollada para ARM.
Eso podría hacer pensar en macOS como un candidato válido para esos hipotéticos portátiles basados en procesadores ARM de Apple, pero últimamente más y más indicios parecen dejar claro que el gran protagonista en el ecosistema software de Apple es iOS, y no macOS.
Es al que se le dedican más recursos, el que más innovaciones implementa año tras años y el claro referente también para esos millones de desarrolladores que apuestan por ese ecosistema y sobre todo por una App Store que funciona como un tiro.
Las últimas novedades en iOS ayudan también a proponerlo como sistema operativo para esos MacBook ARM, y sobre todas ellas destaca ese soporte de pantalla dividida que permite que podamos situar dos ventanas de aplicación enfrentadas para tratar de ser más productivos.
El iPad Pro es el claro referente de esa transición que iOS está realizando al terreno de la productividad. Tanto los smartphones como los tablets de Apple eran dispositivos orientados al consumo de contenidos, pero los iPad -que siempre habían tenido su pequeño romance con tareas de productividad- se han convertido en alternativas serias en este ámbito gracias al lanzamiento de los iPad Pro.
Sigan o no la estela e inspiración de los Microsoft Surface, la realidad es que los iPad Pro son productos cada vez mejor preparados para trabajar, y lo singular aquí es que no están gobernados por macOS, sino por iOS. Esa es la mejor demostración de que este sistema operativo también puede ser utilizado para producir, y no solo para consumir. Hay cambios en el flujo de trabajo, desde luego, pero hay ya un nutrido grupo de usuarios que precisamente quieren migrar a esa forma de trabajar.
¿Veremos un MacBook o algún tipo de equipo basado en ARM? Desde luego la opción está ahí. Puede que en octubre Apple dé la sorpresa: todo apunta a que habrá evento dedicado a una renovación importante de la gama Mac.
Fuente: www.xataka.com
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