- Paciente hipertenso. Ha ingresado con pérdida de sensibilidad en el brazo y la pierna derechos, y movimientos descoordinados. No puede caminar bien, doctor.
- ¿Ataxia? ¿Sabes si ha bebido alcohol?
- Solo una botella de Redline, ya sabe, la bebida energética.
- Pide una tomografía, rápido.
Así reaccionaron los médicos de un hospital estadounidense ante el caso de un hombre de 57 años que llegó a urgencias con una hemorragia cerebral grave, como mostró rápidamente la tomografía solicitada por el facultativo. El detonante había sido precisamente la bebida energética, como demostraron más adelante Anand Venkatraman y sus colegas de la Universidad de Alabama al estudiar en profundidad el caso.
"La bebida causó un aumento de la presión arterial que hizo estallar sus vasos sanguíneos debilitados a los 15 minutos de consumirlas", explicaba Venkatraman en la revista American Journal of Emergency Medicine. "No estoy en contra de estas bebidas, pero recomiendo a los consumidores que lean las etiquetas y se informen para no correr riesgos innecesarios", puntualizaba el neurólogo.
No es la primera investigación que advierte de los posibles peligros que entraña para la salud consumir bebidas energéticas ricas en cafeína y otros estimulantes. Estudios previos ya habían alterado de que este tipo de productos aumenta la presión arterial en un 6,4% aproximadamente. Además de incrementar los niveles de noradrenalina, una molécula que aumenta el estado de alerta y la posibilidad de reaccionar rápidamente ante un estímulo, pero que también tiene un efecto estimulante sobre el corazón que puede resultar peligroso si se abusa de ellas. Y generar tanto arritmias como cambios en el funcionamiento del corazón propios del infarto de miocardio.
La cosa se complica aún más si las bebidas energéticas se combinan con alcohol, ya que la mezcla tiene efectos similares a los de la cocaína sobre la sesera. De probarlo se encargó el año pasado el farmacólogo molecular Richard van Rijn, de la Universidad de Purdue (EE UU). En experimentos con ratones adolescentes que bebían repetidamente este cóctel demostró que causaba cambios en la neuroquímica cerebral y en el comportamiento comparables con los que experimentan los cocainómanos. Es más, van Rijn detectó incrementos en los niveles de la proteína ΔFosB, que se eleva también cuando se consume durante un tiempo prolongado cocaína o morfina. Aunque lo realmente preocupante es que la combinación de bebidas hizo que el cerebro de los roedores cambiara de tal modo que, al llegar a adultos, se mostraban predispuestos a abusar de cualquier sustancia placentera.
Para colmo, se ha demostrado que los sujetos que mezclan el whisky, ron o vodka con bebidas energéticas se mantienen espabilados durante más tiempo, ya que la cafeína (diez veces más que la de un refresco de cola) contrarresta los efectos sedativos del alcohol. Y eso hace que beban más y sean más propensos a conducir borrachos, con el riesgo de accidente que eso supone.
Fuente: hwww.tecnoxplora.com
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