Puede que a algunos no les guste, pero iOS se ha convertido en el sistema operativo principal de Apple. No digo que OS X se haya quedado olvidado (Apple nos demostrará lo contrario en la WWDC 2015), pero iOS está ahora mismo en muchísimos más dispositivos ocupando una mayor cuota en su mercado.
Y algo que erróneamente suele decirse es que iOS no ha evolucionado desde su séptima versión, guiándose simplemente por su diseño. Y vaya si ha cambiado: en dos años, Jonathan Ive lo he llevado del skeumorfismo y los fondos con textura de lino a la interfaz más lisa y sencilla posible. Repasemos lo que ha ocurrido con el iOS que conocemos ahora.
iOS 7: cambios (y despidos) fulminantes
iOS 7 fue un golpe enorme para si sistema móvil. Su diseño cambió radicalmente, eliminando cualquier elemento gráfico que solamente fuera ornamental por mucho realismo que pudiera aportar. Scott Forstall, el artífice de iOS hasta la fecha, fue despedido fulminantemente. La visión de Steve Jobs empezaba a desvanecerse para dar paso a algo más funcional y cómodo a la vista.
Esta versión de iOS 7, además, trajo características que ahora mismo se consideran esenciales: el centro de control, el centro de notificaciones con el panel Hoy, el gestor de aplicaciones abiertas a pantalla completa, el primer AirDrop... lo más criticado fueron algunos colores pastel del diseño, que acabaron modificándose en iOS 8.
Fue un paso muy brusco pero muy necesario. iOS 7 tuvo muchos detractores al principio, pero ahora mismo esos mismos detractores echan un vistazo a iOS 6 y la sensación que les viene es de rechazo absoluto, de interfaz demasiado tosca y complicada. Jonathan Ive y su equipo de diseñadores demostraron que además del diseño, lograron mejorar muchísimo la experiencia de usuario que realmente no notamos hasta que se nos va.
iOS 8: perfeccionando ese cambio
Una vez Apple había cambiado el diseño, tocaba mejorar las características. Para mí, iOS 8 fue el primer iOS en el que Apple entendió que se debía hacer caso al feedback de los usuarios aunque eso acercara peligrosamente el sistema a las capacidades más abiertas de la competencia.
De este modo, iOS 8 ganó funciones que los más puristas de Apple jamás creerían ver fuera de Android: notificaciones interactivas, integración entre aplicaciones (solicitadísimas) sin tener que pasar por el núcleo del sistema, una interfaz enriquecida en gestos, teclados de terceros, un iMessage vitaminado con muchas funciones propias de los mejores mensajeros, una única fototeca en iCloud... y el comienzo de todas las aplicaciones de salud con HealthKit. Y la fusión de todas las notificaciones y flujos de trabajo con Continuity, que no falte.
Para muchos, iOS 8 fue un cambio mucho más soso que iOS 7. Pero no hay que compararlo con ese recomienzo que fue iOS 7, sino como el progreso que fue el paso de iOS 5 a iOS 6, o el de las anteriores versiones. Además, a nivel interno hubo una cantidad enorme de novedades como la integración con HomeKit o el nuevo lenguaje de programación Swift. Apple se preparaba para el futuro.
iOS 9: ¿una pausa para el café?
Aún no sabemos nada sobre iOS 9, pero en 9to5Mac ya nos pusieron en antecedentes: tiene pinta de que Apple va a presentar "el Snow Leopard" de los iOS. Es decir, una versión que aparcará la presentación de nuevas características y se centrará en reescribirse y ser mucho más óptimo.
Una señal inequívoca de lo que decíamos al principio: iOS se ha vuelto tan importante que ya necesita una pausa para poder mejorar ante la avalancha de novedades que ha ido experimentando cada año desde su aparición en el 2007. Falta que todo esto se confirme, claro está.
De todas formas, y viendo cómo el internet de las cosas y las mismas plataformas de Apple se expanden, queda claro que iOS pasará poco a poco a ser el centro de nuestra vida digital. Será el iPhone el que se encargará de cumplir con todas las tareas que necesitamos, gestionar nuestra casa o comunicarnos con otras personas. iOS 9 tiene como misión ser el digno estandarte de ese cambio.
Fuente: www.applesfera.com
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