martes, 20 de octubre de 2015

TE ENCUENTRAS SIN ENERGÍA? APRENDE A COMBATIR EL CANSANCIO Y LA APATÍA DE LA ARTRITIS


Plantearse nuevas metas e intentar alcanzarlas es tarea de luchadores y valientes. Esto es algo que la gente cree firmemente sin ningún tipo de reparo. Pero, ¿qué pasa cuando esos sueños quedan arrasados por la gran ola devastadora de una enfermedad? ¿Debe uno rendirse y dejar de ser “un valiente”?
En situaciones fáciles o “de equilibrio”, el total de la energía vital que presenta una persona se reparte entre las diferente demandas (actividades físicas y psicológicas) del día a día. En cambio, cuando algo va mal, todo el organismo se pone en marcha para hacer frente al problema en cuestión y cambia instantáneamente la forma de percibir la vida.  Lo que antes era importante, ahora pasa a un segundo plano, y cosas que antes pasaban desapercibidas ahora conforman los grandes retos a superar cada día. 
La artritis es una enfermedad que puede implicar grandes retos, auspiciados por el dolor y la fatiga que resultan difíciles de combatir en la mayoría de los casos. Para ayudarte a plantarle cara al cansancio y a la debilidad extremos, hemos preparado este artículo en el que te proponemos algunas pautas que pueden ayudarte a recuperar un poco de energía. 
Seis consejos que te ayudarán a recargar pilas.

1. Cambia de perspectiva: eres una persona afortunada.
Si te comparas con la persona que eras antes de haber sido diagnosticado, probablemente tu frustración sea tan grande que el miedo resultante te paralice. 
En cambio, desde una nueva perspectiva, si miras por tu particular retrovisor personal, te darás cuenta de que eres una persona muy privilegiada. Tienes una enfermedad para la cual hace unas décadas no existía un remedio eficaz. En cambio, ahora, existen multitud de tratamientos para hacerle frente y poder seguir adelante sin tener que renunciar a tu vida. Simplemente por esta razón, puedes sentirte agradecido con la vida, pues te ha retado con una de las muchas injusticias a las que todos estamos expuestos por el simple hecho de vivir pero, a la vez, te ha dado herramientas para poder superarlo. 
2. ¿Qué es lo más importante para ti ahora?
Caminar lento es difícil pues uno debe cambiar su ritmo de vida e incluso sus retos en muchas ocasiones a lo largo de la vida.
Según Maslow, mientras que no tengamos resuelta las necesidades más básicas (en este caso, combatir tu enfermedad), nuestra motivación no puede concentrarse de manera plena en otros tipos de necesidades de orden superior (reconocimiento o autorrealización). Por ello, es normal presentar un cierto nivel de apatía o falta de entusiasmo. Intenta bajar el nivel de exigencias e incorpora en tu escala de valores cuidarte como primer objetivo.
 3. Lleva una dieta equilibrada
El tratamiento puede causar tanto pérdida de apetito como saciedad precoz, por lo que es normal que llegues a perder peso. Por otro lado, el trabajo de tu sistema inmunológico conlleva un coste energético considerable. Para compensar este aumento en el coste de nutrientes es imprescindible llevar a cabo una buena alimentación.
 4. Mantén una buena higiene del sueño:
Las preocupaciones excesivas (expectativas negativas sobre lo que nos ocurre o frustración) aumentan los niveles de estrés y, a su vez, estos interfieren en la calidad de nuestro descanso. 
Mantener una buena higiene del sueño es imprescindible (acostarse a la misma hora, no hacer actividades excitantes horas antes de dormir, etc.) para que el sueño sea restaurador.
 5. Di no al sedentarismo.
La inactividad reduce la capacidad del cuerpo para producir energía y puede empeorar el cansancio. Aunque te sientas agotado, prueba a dar un pequeño paseo de 15-20 minutos cada día y verás cómo, poco a poco, recuperas vitalidad. 
Además, con el ejercicio físico producirás endorfinas que actuarán de forma positiva sobre tu estado de ánimo. 
 6. Mantén a raya el estrés
Si tu agenda se queda sin terminar cada día, es normal que sientas agobio y esto te genere ansiedad. Si prolongas esta situación en el tiempo puede, no solo agotarte, sino debilitarte a nivel inmunológico.
La mejor solución para combatirlo es tener claros tus límites en este momento: ¿hasta dónde puedes llegar cada día?
Por otro lado, la frustración por no poder “dar fin” a los síntomas de la enfermedad pueden causarte angustia. Ser consciente de ello y aceptar la parte enferma es crucial para conseguir que nuestras emociones estén a salvo.
Para ello puedes reservar un espacio al día para realizar algún ejercicio de relación y “tomar el control” de tus sensaciones. 
7. Rodeate de los que más te quieren.
El mejor soporte emocional para las situaciones difíciles se encuentra en las personas que nos quieren. Estas relaciones, además de aportarnos grandes dosis de afecto, fortalecen la confianza en uno mismo, pues lo que percibimos que los demás piensan de nosotros actúa de forma directa sobre nuestras expectativas. Por ello, rodearte de gente positiva, que proyecte en ti fuerza y coraje, sin duda será una de tus mejores medicinas psicológicas.

Fuente: www.personasque.es

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