Hemos ido repasando la opción de receptor A/V más altavoces, ya que es la que más calidad y prestaciones nos ofrece, pudiendo superar incluso la experiencia sonora de muchas salas comerciales.
Sin embargo, no siempre estamos en disposición de instalar uno de estos equipos en nuestros domicilios, ya sea por problemas de espacio en la sala o simplemente porque se nos sale del presupuesto. En estas situaciones, ¿qué podemos hacer?
Afortunadamente existen en el mercado soluciones alternativas como las barras de sonido y los kits compactos 5.1 (también 7.1 y superiores) que, si bien no nos proporcionarán la misma calidad y sensaciones que sus hermanos mayores, pueden ayudarnos a conseguir un sonido de calidad media con el que disfrutar sin complejos de nuestras películas favoritas.
Barras de sonido: cuando el espacio nos condiciona
Seguramente todos conozcáis qué son las barras de sonido, pero por si hay algún despistado, deciros que son dispositivos que integran varios altavoces, uno para cada canal soportado, con o sin amplificación y con o sin capacidades de decodificación y procesamiento de audio.
Nacieron como respuesta al pobre sonido de las pantallas planas y para situaciones en las que por motivos de espacio o estéticos nos es muy difícil optar por otras soluciones como los altavoces separados.
Podemos distinguir fundamentalmente dos tipos de barras de sonido: las activas y las pasivas. Las primeras incorporan amplificación para los altavoces, no necesitando de ningún equipo externo para comenzar a producir sonido (salvo el reproductor de contenidos, claro, aunque en algunos casos incluso lo traen de serie).
Las pasivas, por su parte, no incorporan amplificación, por lo que requieren de un equipo externo que les dote de la potencia necesaria para mover los transductores. Son, por así decirlo, como varios altavoces pasivos metidos en la misma caja que debemos conectar a un amplificador externo, como por ejemplo un receptor A/V. Las más abundantes en el mercado son las barras activas que incluyen todo lo necesario para empezar a disfrutar.
Otro punto que conviene destacar es el de los canales de audio soportados por las barras y la calidad de los efectos surround proporcionados. Lo normal es que se nos quieran vender como sustitutas de los sistemas de audio multicanal, capaces de reproducir los contenidos de los canales de efectos laterales y traseros.
Así, nos encontramos con modelos que superan con creces los 2 o 2.1 canales, alcanzando los 5.1 e incluso 7.1. Sin embargo, que sean capaces de reproducir los contenidos surround no quiere decir que los efectos obtenidos sean realistas ni convincentes.
En general, las barras incorporan varios drivers orientados hacia diferentes direcciones para dirigir el sonido de estos canales de efectos hacia las paredes de nuestra sala, logrando por medio de las reflexiones un efecto envolvente que puede llegar a alcanzar cierto grado de efectividad.
Sin embargo, la experiencia final que percibiremos dependerá mucho de cómo sea nuestra sala, de los obstáculos que el sonido se encuentre en su camino y de dónde nos situemos a la hora de ver las películas.
Aunque en una sala ideal puede que los efectos de sonido envolvente lleguen a ser medianamente convincentes, si hemos tenido que optar por una barra de sonido por falta de espacio lo más probable es que tengamos muebles, asientos y otros elementos que nos impedirán disfrutar de un sonido surround realista.
Para solucionar este problema algunos modelos recomiendan instalar altavoces separados para efectos tras la posición del oyente, algo que no tiene sentido si veníamos buscando un equipo compacto, más económico y de fácil instalación en la sala.
Barras de sonido: fijándonos en lo importante
Las barras de sonido suele estar diseñadas en formatos muy delgados, lo que impide que integren altavoces de tamaños adecuados como para reproducir graves de calidad. Para solucionar este problema los modelos de gama media-alta suelen presentarse en conjunto con un subwoofer (en algunos casos inalámbrico) que nos ayudará a bajar en frecuencia.
En general, lo más recomendable es optar por uno de estos modelos con altavoz de graves o que nos dé la opción de sacar el canal LFE hasta otro subwoofer externo, ya que de lo contrario la experiencia sonora no será todo lo buena que debería.
También debemos fijarnos en las conexiones integradas en la barra. Lo normal es que todas lleven una o varias entradas RCA para audio analógico, aunque no deberíamos comprar ninguna barra que por lo menos no traiga conexiones de audio digital óptica o coaxial y a ser posible una o varias HDMI a las que conectaremos la salida de audio del televisor, el DVD, Blu-ray, consola, etc.
Mención aparte merece el tema del procesado de audio y los efectos multicanal. Aunque en principio nos puedan parecer muy llamativos, no deberíamos decantarnos por un modelo en concreto sólo por estos factores. Es mucho más importante la calidad de los altavoces y la potencia de amplificación que es capaz de proporcionar.
Resumiendo un poco, las barras de sonido pueden llegar a ser una opción relativamente buena en situaciones de falta de espacio y bajo presupuesto siempre que integren altavoces de calidad, tengan potencia suficiente, todas las conexiones digitales y analógicas que vayamos a necesitar y sean capaces de enviar los graves a un subwoofer externo, ya venga éste en el kit o lo podamos comprar aparte.
En el mercado veréis modelos que van desde unos 100 hasta más de 1.000 euros. Como en casi todo, lo normal es que nos decantemos por un equipo intermedio, ya que en mi opinión no tiene sentido desembolsar grandes sumas de dinero por un dispositivo que ni en el mejor de los casos podrá proporcionarnos un sonido como en el cine, ni en el apartado de los efectos traseros, ni en el de la potencia acústica ni en el realismo escénico.
Kits compactos multicanal
Ocupando en el mercado una posición intermedia entre las barras de sonido y los receptores A/V más altavoces separados tenemos un nutrido grupo de equipos conocido como kits compactos multicanal.
Me refiero a todos esos conjuntos que habitualmente se etiquetan en las tiendas como sistemas “home cinema” y que suelen integrar amplificador, altavoces e incluso reproductor de medios óptico o digital. Este tipo de equipos presentan claras ventajas para el usuario con poca o ninguna experiencia en configuración de sistemas de audio, ya que su instalación y puesta en marcha suele ser sencilla y rápida.
De hecho, es habitual que la electrónica traiga conectores marcados con colores o incluso formas diferentes para cada uno de los altavoces que vengan de serie, o que éstos puedan comunicarse de forma inalámbrica simplificando aún más la instalación del conjunto.
Sin embargo, lo que en principio puede parecer una ventaja se torna posteriormente en un inconveniente, ya que este tipo de conexiones “propietarias” hace que nos resulte muy difícil aprovechar los altavoces para otros usos cuando queramos jubilar el equipo (algo que probablemente queramos hacer en cuanto vayamos conociendo más a fondo el mundillo del audio de cine en casa).
Normalmente se nos tratan de vender como conjuntos que traen integrado todo lo necesario para disfrutar de una gran experiencia audiovisual: reproductor de DVD, Blu-ray, reproductor multimedia de formatos digitales en streaming, amplificador de audio multicanal, procesador de efectos y altavoces diseñados “ad hoc” para el equipo.
Pero no nos engañemos, integrar todos estos elementos en un mismo dispositivo puede que sea sinónimo de multifuncionalidad, pero no de calidad. ¿Por qué?
Pues dos son los principales motivos. En primer lugar la parte de amplificación suele ser de baja calidad o tener pocas prestaciones si la comparamos con un receptor A/V de gama media o media-alta (por ejemplo modelos de entre 500 y 1.500 euros).
A la generalmente poca potencia ofrecida a cada canal tenemos que sumar una escasa o nula capacidad de procesamiento de las señales de audio para corregir la acústica de la sala, algo que resulta fundamental para lograr un sonido coherente e impactante.
En segundo lugar porque aunque los altavoces que vienen de serie pueden llegar a ser muy bonitos, estéticos y elegantes, por lo general están formados por componentes de baja gama con drivers como mucho de 3 o 4 pulgadas y cajas en donde el plástico es el material predominante.
Esto hace que no puedan soportar potencias medias-elevadas para dar una gran presión sonora y que dependan irremediablemente de un subwoofer (generalmente incluido en el kit y que tampoco suele ser de muy buena calidad) para reproducir las frecuencias graves.
Hablando en términos generales, estos conjuntos de audio multicanal ofrecen un sonido de calidad media, quizá algo mejor en el apartado surround que las barras de sonido, pero que no podrá proporcionarnos una verdadera experiencia de cine en casa.
Entonces, ¿no merecen la pena? Bueno, eso ya depende de cada persona y del uso que vayamos a darle. Por ejemplo, si no queremos complicarnos la vida instalando un sistema de receptor A/V más altavoces (algo en lo que por otra parte quizá algún amigo o conocido pueda ayudarnos) y nuestras expectativas no van más allá de un sonido de calidad media que complemente al del televisor para ver programación convencional, series o echar unas partidas a la consola, entonces podemos plantearnos comprar uno de estos kits.
Si por el contrario estamos buscando un sonido similar o mejor que el de las salas comerciales, entonces es mejor invertir nuestro presupuesto en un receptor A/V más altavoces separados que además siempre podremos ir reutilizando en posteriores ampliaciones de nuestro equipo.
Fuente: www.xataka.com
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