viernes, 21 de octubre de 2016

LAS LECCIONES QUE APRENDIMOS DEL CASO ZETTA


Las lecciones que aprendimos del caso Zetta

Arrogancia, comparación directa con Apple y rebranding de dispositivos. El caso Zetta reúne todas las malas prácticas de una estafa condenada al fracaso. 


Todo comenzó el sábado 15 de octubre. El Español publicaba una historia sobre Unai Nieto y Eric Cui, dos jóvenes emprendedores acomodados en Zafra que iniciaron un camino en la industria telefónica. Su empresa, Zetta, ofrece terminales de “gran” calidad a precios muy reducidos. Sus fundadores alardeaban de las capacidades de sus teléfonos, capaces de rivalizar y equiparar en experiencia al iPhone 7. 


Pero esa utopía de 330 euros duró lo mismo que una rosquilla en la mesa de Homer Simpson. El oasis se derrumbó horas más tarde, cuando las críticas comenzaron a emerger por la red y la noticia llegó a Forocoches, donde se desmontó por completo la estrategia de Zetta. Sus fundadores, en ese momento, quedaron completamente expuestos y avergonzados. 

El oasis dibujado por los fundadores de Zetta duró lo mismo que una rosquilla sobre la mesa de Homer Simpson 

Muy resumidamente, el supuesto teléfono capaz de rivalizar con el iPhone 7 de Apple resultó ser un teléfono de Xiaomi cuyo logotipo era reemplazado por el de una bellota mordida —guiño a Apple—. Un teléfono que además encarecían despiadadamente respecto a la cifra fijada por la compañía china. Una jugada que aparece en las enciclopedias junto a la palabra “estafa”. 

Esta historia de arrogancia e hipocresía, a su vez, ha vuelto a sacar varios de los tópicos más clásicos de la industria tecnológica actual. “Mi teléfono hace lo mismo que el iPhone por la mitad de precio” o ”X compañía aspira ser la próxima Apple” son solo algunas de las ideas que han sido representadas en el caso Zetta. Estas son las lecciones que podemos aprender de este embarazoso caso de emprendimiento tecnológico español. 

Las especificaciones, un indicador engañoso del valor de un producto 

lecciones


“Mi teléfono hace lo mismo que el iPhone por cien euros” 

Las especificaciones técnicas son un indicador engañoso del rendimiento real de cualquier dispositivo electrónico. Por una parte, la influencia del software en la experiencia de usuario no se puede medir numéricamente. Por otra parte, para medir correctamente las especificaciones técnicas es necesario profundizar más allá del número de núcleos, los gigabytes de memoria RAM y la resolución de la pantalla. Es necesario llegar a parámetros más complejos como la arquitectura de cada núcleo, la velocidad de lectura y escritura de la memoria o la calibración de la pantalla y las mediciones que registra en tests de contraste, saturación, brillo, etc. De lo contrario, solo se juzga una parte reducida de la imagen. 

Las prácticas de Zetta son muy comunes en el sector: fabricantes pequeños en busca de atención injustificada 

Los chicos de Zetta cayeron en esa hipocresía con la frase “nuestro teléfono logra equiparar el iPhone 7”. Sobre el papel y observando las características más visibles, no les faltaba razón: mayor número de núcleos, mayor resolución, una batería de mayor capacidad… Cuando se profundiza y se observa la imagen completa, sin filtros, la realidad es bien diferente: los núcleos del SoC A10 del iPhone 7 son más avanzados en todos los sentidos (rendimiento, eficiencia energética, etc.), la memoria RAM es de mayor calidad, la calibración del panel es perfecta, el sensor de la cámara es más avanzado pese a tener menos megapixeles… El oasis que le hacen ver al cliente desaparece por completo. 

Este error va más allá del caso Zetta: el usuario medio y múltiples compañías tecnológicas emergentes utilizan esta baza para restar usuarios a los grandes del sector. En algunos casos funciona como arma publicitaria; en otros se convierte en el detonante de una bomba de autodestrucción, como en el caso de Zetta. 

Jugar con Apple es jugar con fuego 

aprendimos


No, tu teléfono de 330 euros no es similar al iPhone 7. 

Todos quieren ser Apple. Es el referente de la industria, el espejo en el que mirarse día tras día. Pero promocionar un producto como rival del de una de las compañías más valiosas del mundo cuando tu sede está en Zafra y tu volumen de negocio es menos del 1% del de la compañía de Cupertino es una decisión muy irresponsable. 

Prácticas como esta resultan en quemaduras y heridas para la imagen de la compañía que lo hace, como ha sucedido con el caso Zetta. La ambición es buena compañera en el viaje del emprendimiento; la arrogancia, como ha sucedido con Zetta, no. 

La humildad suele ser el mejor camino 

caso Zetta


BQ es el mejor ejemplo reciente de cómo desarrollar una imagen de marca desde los cimientos. 

BQ, desde sus inicios, ha reconocido sus debilidades públicamente. Siempre han aspirado a ser grandes a nivel internacional, pero con honestidad y humildad. Esta filosofía les impulsó de comercializar teléfonos muy básicos durante sus primeros años a asentarse en el top-5 de fabricantes en España, uno de los mercados con mayor penetración de smartphones. 

Nunca lucharon con el iPhone. No era su liga. Su objetivo siempre ha sido ofrecer el máximo valor posible por el menor precio del mercado. Una línea realista que contrasta con la tomada por Zetta, quien, con un volumen de negocio inferior al de BQ, ya sitúa a Apple en el centro de su diana. 

No obstante, lo más grave del caso Zetta es el modus operandi de la compañía: adquirir teléfonos de Xiaomi, alterar el logotipo, cambiar el software y comercializarlos por un precio muy superior al original. Ni inversión en I+D, ni trato con proveedores de componentes. Su estrategia se basa en robar el producto de una gran compañía como Xiaomi, aprovechar su ausencia en España y comercializarlo bajo otro nombre. Todo ello mientras venden al exterior una imagen de compañía emprendedora, exitosa e innovadora. Los niveles de humildad y honestidad quedan por los suelos. 

Desde China, con amor 

Zetta


El caso de Zetta es solo uno más entre muchos otros fabricantes. Está de moda hacer rebranding de teléfonos genéricos construidos en China y comercializarlos en territorios europeos y estadounidenses. Alex Barredo ya habló de ello en Hipertextual. Y es más sencillo de lo que puede parecer, por lo que el mérito de estas marcas tiende a cero por la izquierda y por la derecha. 

No es el caso de compañías como BQ, quien sí cuenta con sus propios equipos de diseño y desarrollo en España —aunque externaliza los procesos de producción y ensamblaje—. Si Zetta es Caín, BQ es Abel.
 



Fuente: Las lecciones que aprendimos del caso Zetta

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