Cuando nos hablan de la adolescencia no es raro que pensemos en lo molestos que pueden llegar a ser los chicos en esta etapa. Se nos vienen a la cabeza los problemas que causan o lo desobedientes y rebeldes que pueden llegar a ser. Incluso recordamos a algún chaval en concreto que es o fue especialmente “malo” o “insoportable”.
Pero no pensamos en cómo éramos nosotros mismos a esa edad. En lo confundidos que nos sentíamos. En los miedos e inseguridades que estaban flor de piel. En el deseo de encajar, en las ganas de ser tratados como adultos y de que nos entendieran. Porque lo que más reinaba en esos años de nuestras vidas era la incomprensión, o al menos eso era lo que sentíamos. La realidad es para muchos es una etapa dura de la vida, en la que pueden aparecer problemas psicológicos, como la ansiedad.
¿Qué provoca ansiedad en la adolescencia?
Durante la adolescencia se viven de forma estresante situaciones que para los adultos carecen de importancia. La necesidad de ser aceptados por los amigos y los compañeros de clase tiene un gran peso en esta etapa. Los chicos y chicas necesitan que los demás les valoren de forma positiva, hasta el punto de que cualquier carencia que pueda ser observable por el resto de personas es fuente de ansiedad.
Además, la familia juega su papel. Los pensamientos y conductas que se desarrollan respecto al miedo suelen ser aprendidos de los padres o de las figuras más cercanas de referencia. Estos pueden transmitir a los hijos la sensación de que el mundo es inseguro y peligroso a través de la sobreprotección y de la expresión exagerada de sus temores. El ejercer un control excesivo sobre los chicos y chicas también influye en que la ansiedad aparezca a estas edades.
Por otro lado, influye en este tema el hecho de que en casa se critique la expresión de sentimientos negativos. Esto puede provocar la supresión emocional. Los hijos también pueden imitar conductas de evitación que vean en sus personas de referencia. De forma adicional, los padres refuerzan la puesta en marcha de este tipo de conductas. De esta forma, además de enseñar a evitar, aunque sea inconscientemente, promueven que sus hijos también lo hagan.
Así pues, la actitud de la familia es importante como elemento de influencia en la aparición de la ansiedad. Es necesario que se cambien las actitudes y comportamientos que promueven la ansiedad en los adolescentes por otros más adaptativos. De esta forma, podrán desarrollar estrategias de regulación emocional eficaces que mejoren su bienestar psicológico.
¿Cómo se vive la ansiedad en la adolescencia?
Los chicos y chicas que tienen problemas de ansiedad en estas edades viven con gran malestar. Por un lado, está el diálogo interno que tienen con ellos mismos. Este discurso está lleno de expectativas catastrofistas y de ineficacia, así como de preocupaciones constantes. Los adolescentes con ansiedad piensan de forma excesiva que van a hacer el ridículo, que nadie les va a apreciar, que van a fracasar en el ambiente educativo y social, etc.
Por otro lado, lo que hacen es evitar todo aquello que temen, de forma que la ansiedad disminuye en ese momento, pero a la larga aumenta y la tolerancia a la misma es cada vez menor. De esta forma, van realizando cada vez menos aquellas actividades que son propias de su edad, llegando incluso a aislarse socialmente.
Además, suele bajar su rendimiento académico, lo que puede poner en peligro su autoestima y su sensación de aceptación por parte de los demás. Aparecen el mal humor y la irritabilidad, de forma que sus relaciones sociales se ven, de nuevo, perjudicadas. También se dan pesadillas persistentes. Pero el mayor riesgo en estas edades es que puede darse consumo de drogas, o de sustitutos de las mismas como el juego, para escapar de sus problemas y regular así su ansiedad.
Las consecuencias de la ansiedad en la adolescencia
Los trastornos de ansiedad en esta etapa de la vida afectan de forma considerable al desarrollo psicosocial de los adolescentes. Además, son los problemas psicológicos más frecuentes e incapacitantes entre los jóvenes. Pueden aparecer junto con otras patologías, como la depresión. Si no se tratan en esta etapa de la vida, pueden cronificarse y traspasar el umbral de la adolescencia.
Debido al malestar que generan los problemas de ansiedad, así como las dificultades asociadas a todos los niveles, es importante que se traten estas patologías. No solo el adolescente debe aprender, mediante la ayuda de un profesional, estrategias de regulación emocional adaptativas; también es necesario que en el ambiente familiar se den cambios significativos.
Además, es interesante realizar labores preventivas al respecto, de forma que se reduzcan las posibilidades de que los adolescentes sufran ansiedad patológica. Por ejemplo, en el entorno escolar, se pueden poner en marcha programas de regulación emocional y entrenamiento en habilidades sociales. De esta forma, los jóvenes podrán adquirir las herramientas necesarias incluso antes de que aparezca ningún problema.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com
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