La Xerox 914 fue la primera fotocopiadora de la historia, una máquina que le dio el pistoletazo de salida a la era de la información. Fue creada a finales de la década de los 50, y supuso una auténtica revolución para la oficina al permitir por primera vez hacer copias casi perfectas de documentos en sólo unos segundos.
No era una máquina pequeña, ni tampoco barata. De hecho, a su creador le costó bastante poder empezar a comercializarla. Pero una vez que llegó al mercado ya nadie puro pararla. Si hoy podemos acceder a cualquier información desde cualquier sitio es, en parte, gracias a los primeros pasos que empezaron a darse con la Xerox 914.
El mundo necesitaba copiar documentos
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Desde los antiguos monasterios donde se copiaban documentos a mano hasta la creación de la imprenta de Gutemberg, la reproducción de documentos ha sido una constante en nuestra historia reciente. A principios del siglo XX empezamos a buscar nuevos métodos para acelerar el proceso, lo que dio lugar a todo tipo de invenciones como el Mimeograph, una especie de fotocopiadora manual.
Quien dio finalmente con la clave fue el físico Chester Floyd "Chet" Carlson, que había trabajado en una oficina de patentes. Durante aquel trabajo, tuvo que lidiar con procesos de copiado tan engorrosos como fotografiar documentos con exposiciones de 10 segundos, invirtiendo después entre una tarde y un día para el revelado de esa única copia.
Chester Carlson quiso buscar un modo de poder hacer copias al instante sin salir de la oficina. Lo hizo desarrollando una nueva técnica llamada xerografía, a la que en un principio llamó electrofotografía por basarse en la electricidad para hacer las copias. Carlson realizó la primera copia xerográfica en su laboratorio en 1938, con sólo 32 años.
El funcionamiento de su nueva técnica era el siguiente. Primero cargaba de forma uniforme una superficie con electricidad estática, y luego la exponía a una luz que descargaba o destruía la carga eléctrica. De esta manera, la carga sólo permanecía en las áreas donde había una sombra, y esta era transferida al papel mediante un campo electrostático para fijar tinta seca en estas áreas aplicándole calor.
Carlson acababa de crear una tecnología que revolucionaría el mundo, y tras patentarla empezó a intentar vendérselo a las grandes empresas tecnológicas. Pero ninguna de ellas se interesó, y fue rechazado por empresas como IBM o Kodak. No fue hasta 1947 que una empresa llamada Haloid Company decidió apostar por su idea, adquiriendo los derechos de la patente para su desarrollo comercial.
Tras más de una década de desarrollo, la empresa presentó el primer prototipo de fotocopiadora xerográfica automática el 16 de septiembre de 1959. La llamaron Xerox 914. Dos años después, en 1961, la empresa pasó a llamarse Xerox Company, y empezó a comercializar la primera fotocopiadora moderna de la historia.
Para hacernos una idea de su impacto, sólo tenemos que fijarnos en cómo ayudó a multiplicar el número de copias de documentos que se realizaban en la época. El año que salió al mercado la Xerox 914, en Estados Unidos se hacían 20 millones de copias de documentos al año, pero sólo cinco años después la cifra subió hasta 16.000 millones de copias.
Así era la Xerox 914
El Xerox 914 tenía esa numeración en su nombre porque podía copiar documentos originales a un tamaño de 9x14 pulgadas, lo que son 229 x 356 milímetros. Se trataba de un gigantesco mueble de copiado, con un peso de 294 kilogramos, y unas dimensiones de 107 centímetros de alto, 117 cm de ancho y 114 cm de fondo.
Pese a sus dimensiones, obtuvo unos resultados realmente sorprendentes, siendo capaz de realizar copias de calidad en sólo 7 segundos. A las empresas no les importó tener que tirar paredes en sus oficinas para que les cupiera una de estas máquinas, su extrema velocidad para la época justificaba cualquier medida y coste.
Cada unidad de la Xerox 914 tenía un precio de 29.500 dólares cuando llegó al mercado. Pero como la competencia tenía otras alternativas con diferentes tecnologías por apenas 400 dólares, en Xerox decidieron permitir que las empresas pudieran "alquilarla" por 95 dólares al mes para hacer 2.000 copias, con un recargo de 5 centavos por cada copia extra.
La máquina en sí era bastante compleja mecánicamente, y aunque no lo era tanto como para que no se pudiera aprender a utilizar, Xerox tuvo que poner una gran cantidad soporte técnico al servicio de sus clientes. Tampoco estaba exenta de errores de diseño, como el que la hacía proclive a prender fuego cuando se sobrecalentaba, por lo que se acabó regalando un pequeño extintor a los compradores.
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El proceso de copiado era el siguiente. Primero tenías que poner cualquier tipo de papel que fueras a utilizar en una bandeja de carga parecida a la de las impresoras modernas. Después tenías que pulsar el botón de encendido, y poner el documento que quisieras copiar sobre una bandeja de cristal. Luego girabas una ruleta para elegir el número de copias, pulsabas el botón de impresión y listo, en sólo siete segundos tenías una copia casi perfecta del documento.
Desde su lanzamiento en 1961 hasta que dejó de fabricarse en 1976, Xerox fue capaz de vender 200.000 unidades de este modelo. De hecho, sólo en los primeros seis meses vendieron tantas unidades como habían proyectado vender durante toda la vida útil del producto, y si no fueron más fue porque no pudieron producir tantas como para satisfacer la demanda.
Xerox siguió perfeccionando su máquina de copiado, y lanzó cuatro versiones diferentes de la máquina: las 914, 420, 720 y 1000. Estéticamente eran muy parecidas, pero había diferencias en la velocidad del motor de cada una. Así como la 914 podía hacer 7 copias en un minuto, la Xerox 1000 alcanzaba a hacer 17 copias en el mismo periodo de tiempo.
El inicio de la era de la información
La Xerox 914 marcó un antes y un después en el mundo empresarial, iniciando una nueva era para el copiado que nos ha llevado a la actual era de la información. Sin embargo, la repercusión que acabó teniendo su invento pilló por sorpresa incluso a sus propios creadores.
"Anticipamos que las personas estarían haciendo copias de los documentos originales, pero no copiando copias para transmitir información más rápidamente", le dijo un portavoz de Xerox al New York Times en 1985. "Ese elemento fue lo que todos se perdieron".
Y es que originalmente se concibió la máquina para que fuera capaz de hacer 10.000 copias al mes, pero el volumen medio final de las empresas llegó a las 100.000 copias al mes. Además, la mayoría de estas copias no eran de los documentos originales, sino copias que se realizaban a partir de otras copias.
Hoy esto nos parece lo más normal del mundo, pero en aquella época fue algo que hizo que la información pudiera replicarse y transmitirse cada vez más rápido. Para ese cometido, a las Xerox las sucedieron todo tipo de máquinas fotocopiadoras, que en la era de la informática fueron sustituidas por escáneres e impresoras. Y así hasta llegar a nuestros días, donde podemos acceder a la copia de un documento desde cualquiera de nuestros dispositivos.
Fuente: La fotocopiadora que cambió el mundo: así fue la Xerox 914
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