La experiencia de un grupo de expertos demostró que las supuestas diferencias entre cables HDMI baratos y los de alta gama, responden a una cuestión de marketing comercial
Este es un tema recurrente en foros especializados de Internet, pero las conclusiones de los expertos coinciden en señalar que realmente no existe diferencia alguna entre los cables HDMI baratos y los caros. Fruto del desconocimiento y del don de gentes de avispados vendedores, es bastante habitual que en los puntos de venta especializados nos intente convencer de las supuestas prestaciones de los cables de alta gama para hacernos gastar más dinero del necesario. Pero la realidad es bien distinta y se ha demostrado que el mito de las supuestas diferencias entre cables de diferente gama realmente no existen y se reducen a la resistencia y durabilidad del propio cable.
El origen de esta confusión se remonta a los cables que transmitían señal analógica y se comercializaban con funciones similares a las del HDMI. Evidentemente, estos cables eran de una calidad cuestionable y el habitual desgaste de los conectores influía notablemente en la calidad de la señal analógica que llegaba al televisor. Estos inconvenientes generaron toda una industria orientada a la comercialización de cables de mejor calidad con marcas que ofrecían cables con conectores de oro u otros metales, a precios mucho más elevados.
Con el tiempo el consumidor aceptó la idea de que unos cables eran mejores que otros y que valía la pena gastar más dinero por ello. En cambio, para la transmisión de señales digitales con cables HDMI la cosa es muy distinta. En primer lugar, la calidad de la señal digital dependerá del adaptador de potencia de nuestra antena, o en su defecto, del amplificador de señal entre la antena y nuestro televisor. Por tanto, el cable HDMI no es más que un mero transmisor de las señales, en base a ceros y unos, que nuestro dispositivo de pantalla registra y convierte en imagen.
En segundo lugar, el HDMI utiliza la denominada señalización de diferencial minimizado de transición –TMDS –, es decir, una tecnología diseñada para reducir la interferencia electromagnética y mejorar la señal digital registrada en los dispositivos. Su algoritmo de codificación convierte los datos gráficos de 8 bits originales en una señal de 10 bits resistente a fallos, para luego invertir el proceso a su formato original en el dispositivo de pantalla. Por tanto, el cable solo garantiza que la señal del receptor llegue al dispositivo de imagen con independencia de la calidad de imagen.
Entonces, ¿Dónde está la diferencia entre los cables baratos y los de alta gama? Principalmente en la calidad de los materiales que protegen los haces de hilos de cobre que transmiten la señal y que garantizan una mayor o menor resistencia a golpes o tirones. Cualquier defecto en la sección del cable HDMI interrumpirá la codificación de la señal y dejará sin imagen nuestra televisión.
Ahora bien, ¿vale la pena pagar 100 euros por un cable que nos va aportar la misma calidad de imagen que uno de 10 euros?
Un grupo de expertos demostró hace algunos años que los cables HDMI caros no afectan en modo alguno a la calidad de imagen de la señal digital, comparando un fotograma de Sintel, la película de código abierto producida por la fundación Blender, con la captura del mismo fotograma a la salida HDMI del dispositivo con una tarjeta TrueHD.
A partir de la huella digital única o hash MD5 del fotograma original y de cada captura realizada, los expertos utilizaron el software ImageMagick, para obtener una tercera imagen que destacaba las posibles diferencias de píxeles en rojo con un alto grado de precisión. Las conclusiones del estudio revelaron que el hash MD5 de los cables de alta gama no mejoraban en modo alguno la calidad del original, es decir, las huellas digitales eran idénticas.
Además, los expertos también demostraron que los cables caros comercializados para eliminar saltos temporales o reducir errores binarios tampoco mejoraban la calidad del original. Por tanto, queda demostrado que el mercado de los cables HDMI de alta gama responden más a una cuestión de marketing comercial que a una calidad real de la imagen digital.
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