martes, 28 de abril de 2015

SACA EL MÁXIMO PARTIDO A TU SUBWOOFER OPTIMIZANDO SU UBICACIÓN EN TU SALA


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El subwoofer es una caja acústica esencial en cualquier buen equipo de cine en casa. Sin él, aunque tengamos unas cajas delanteras capaces de «bajar» mucho, es muy difícil que obtengamos un extremo grave realmente imponente. A la hora de reproducir música su presencia puede no resultar imprescindible, sobre todo si tenemos unas cajas de gama completa con unos graves realmente buenos, pero algunos equipos también agradecen contar con uno de ellos.




Los subwoofers son menos sensibles a su ubicación que las demás cajas acústicas por una razón muy clara: nuestro cerebro es capaz de posicionar con mucha más precisión la ubicación en el espacio de una fuente de sonido de alta frecuencia que otra de baja frecuencia. Podemos comprobarlo fácilmente cuando estamos en una estación de metro y escuchamos que se acerca un tren. Al principio somos incapaces de determinar por qué lado se está acercando, y solo cuando esté próximo percibiremos si llega por nuestra izquierda o nuestra derecha. Sin embargo, a pesar de todo esto, hay varios consejos que pueden ayudarnos a sacar más partido a nuestro subwoofer optimizando su ubicación en nuestra sala, y, de paso, mejorando su integración con la imagen generada por las demás cajas acústicas.
Curiosamente, existen diferencias sutiles entre los consejos de ubicación que nos proponen unos fabricantes y otros. Por esta razón, durante la última década he probado unas diez ubicaciones distintas para mi subwoofer, y he llegado a varias conclusiones que quizás os resulten de utilidad para sacar más partido al vuestro. En mi opinión, la mejor ubicación para conseguir que el extremo grave se integre plenamente con la imagen sonora de las cajas delanteras es justo entre los dos altavoces principales, en línea con estos y a la misma distancia de ambos. Si esta ubicación fuese imposible por razones prácticas, la mejor alternativa es colocarlo junto a una de las cajas principales, en línea con esta, y, a ser posible, junto al lateral más próximo a la otra caja principal.
Lo que os aconsejo encarecidamente evitar, siempre que la distribución de vuestra sala os permita hacerlo, es colocar el subwoofer cerca de una esquina. En ese caso los graves quedarán excesivamente reforzados y poco definidos, por lo que se producirá una «bola de graves» que enturbiará el sonido de vuestro equipo y se impondrá al resto de frecuencias. Un último consejo: intentad no colocar el subwoofer por detrás de la posición de escucha. Aunque, como hemos visto, la direccionalidad de los graves es escasa, la imagen de sonido, sobre todo la estereofónica, tiene una coherencia mucho mayor si está ubicado en línea con las cajas acústicas principales.

¿Es imprescindible utilizar un subwoofer? En cine en casa, sí; para música, depende

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La importancia del sonido en la experiencia cinematográfica es indudable. Aunque tengamos un televisor o un proyector a la última nos perderemos buena parte de la carga emocional de la película que estamos viendo si no tenemos un sonido a la altura. Hace unos meses discutimos si realmente merece la pena apostar por un equipo multicanal con más de seis cajas acústicas, o si uno en configuración 5.1 ofrece la experiencia que la mayor parte de los aficionados esperamos. Pero en este post me gustaría abordar un asunto diferente.
En varias ocasiones mis familiares y amigos, que son conscientes de que soy un auténtico «loco» de la Alta fidelidad y el cine en casa, me han preguntado si realmente es necesario instalar un subwoofer en su equipo doméstico. Y mi respuesta siempre es la misma: sí. Y lo es porque en la mayor parte de los casos, aunque no en todos, me parece imprescindible contar con un altavoz de subgraves.
Una caja acústica capaz de reproducir con cierta calidad aquellas frecuencias inferiores a 80 Hz es la responsable de aportar a la banda sonora el impacto y la tensión que muchas películas requieren. Sin ella nos perderemos estos «ingredientes», y nuestra experiencia tendrá una calidad inferior. La razón por la que necesitamos un subwoofer es sencilla: la mayor parte de las cajas acústicas de precio contenido no son capaces de reproducir con ciertas garantías frecuencias por debajo de los 60 Hz, aunque muchos fabricantes indiquen en las especificaciones que bajan hasta los 30 o 40 Hz.
Un subwoofer de gama de entrada no suele hacer milagros, pero, al menos, su diafragma habitualmente tiene el diámetro suficiente para mover mucho aire y aportar algo del impacto que la banda sonora de las películas exige. El único escenario de uso en el que, en mi opinión, se puede prescindir de él en aplicaciones de cine en casa es cuando se utilizan cajas acústicas con una extensión en graves de auténtica envergadura, y que, por tanto, son capaces de reproducir con mucha solvencia las frecuencias situadas entre 50 y 20 Hz. El problema es que suelen ser muy caras, y, además, necesitan una amplificación a la altura para reproducir bien esas frecuencias, que también suele ser muy cara.
En un equipo de Alta fidelidad la presencia de un subwoofer no me parece imprescindible porque la música habitualmente no conlleva la reproducción de frecuencias tan bajas como las que requiere, por ejemplo, una explosión en una película. Hay instrumentos con un registro grave muy evidente, como el bajo o el contrabajo, por ejemplo, pero una caja acústica de cierta calidad debería poder reproducirlos de forma creíble sin necesidad de desplazar mucho aire. Según mi experiencia, un subwoofer puede mejorar el rendimiento de un equipo de música si utilizamos unos monitores con una extensión en graves muy limitada. De lo contrario es preferible destinarlo a nuestro equipo de cine en casa.

Fuente: http://www.xatakahome.com

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