martes, 3 de enero de 2017

CADA VEZ HAY MÁS EVIDENCIAS DE LA INTERACCIÓN ENTRE EL CEREBRO Y EL SISTEMA INMUNE









Dentro de la PNI clínica es sabido ya desde hace mucho tiempo que el cerebro y el sistema inmune "hablan" entre sí constantemente. La evidencia científica al respecto es cada vez mayor en los últimos años. A continuación, un breve resumen de los resultados más importantes.

En 1981, uno de los fundadores de la psiconeuroinmunología, David Felten, descubrió una red de nervios que se comunicaba con los componentes del sistema inmune, tales como los linfocitos, macrófagos y mastocitos. Posteriormente, se encontró que esta conexión también estaba establecida en sentido contrario, resulta que el sistema inmune también se podía comunicar directamente con el sistema nervioso. A este respecto, son especialmente interesantes los llamados neuropéptidos.


Los neuropéptidos cambian el cerebro

Los neuropéptidos se parecen, en cierto sentido, a los neurotransmisores. Las neuronas los utilizan para comunicarse entre sí. Hasta la fecha, se han encontrado más de un centenar de neuropéptidos diferentes que juegan un papel dentro del sistema nervioso. Pero, donde los neurotransmisores tienen un efecto a corto plazo, los neuropéptidos tienen un efecto más duradero.

Los neuropéptidos son capaces de influir en la expresión génica y de crear nuevas sinapsis. Entonces, a diferencia de los neurotransmisores, ellos pueden cambiar realmente el cerebro durante un período prolongado de tiempo. Y ellos hacen esto, especialmente en el campo de las emociones y otras funciones psicológicas. De esta forma, los neuropéptidos juegan un papel en el comportamiento de gratificación, en el comportamiento social, en la reproducción, la memoria y la capacidad de aprendizaje.

Profunda integración de sistemas

En las últimas décadas, la PNI clínica ha expuesto, siguiendo el ejemplo de Felten, cada vez más la profunda integración entre el sistema nervioso y el sistema inmune. Se descubren cada vez más vías que son responsables de la buena comunicación entre los dos.

Sería excesivo exponer todas las conexiones en este breve artículo. Por lo tanto, estaremos hablando sólo del Eje Hipotalámico-Hipofisario-Adrenal (Eje HHA). El eje HHA es la red que conecta al hipotálamo y las glándulas pituitaria y suprarrenales entre sí. Los tres órganos mencionados están involucrados en la regulación de las respuestas al estrés, del sistema digestivo, del sistema inmune, de la sexualidad, del humor y del consumo de energía.

Prolongados niveles elevados de estrés 

Una importante hormona que juega un papel en el eje HHA, es la hormona liberadora de corticotropina (CRH). El hipotálamo libera esta hormona en respuesta al estrés, a la enfermedad, al ejercicio, o cuando hay cortisol en la sangre y también durante el ciclo de sueño-vigilia. Inmediatamente después de despertarnos, ésta alcanza su pico, después de lo cual disminuye lentamente durante el resto del día.

Pero, si usted está estresado, la producción de cortisol pierde su carácter rítmico y se produce un poco de cortisol cada vez, mientras que la cantidad total de cortisol producida en un día es menor que en las personas que no sufren de estrés crónico. El estrés es percibido por el cuerpo como un peligro. En respuesta, el cortisol hace una serie de cambios en el metabolismo para asegurarse de que haya suficiente energía disponible.

Durante los periodos de estrés agudo se desacelera la parte de mayor consumo del sistema inmune, mientras que las barreras quedan mejor cerradas. De esta manera, se ahorra la glucosa para el cerebro y los músculos, mientras que al mismo tiempo el cuerpo es protegido contra posibles intrusos. Por lo tanto, esta manera de distribución de la energía proporciona una ventaja evolutiva.

Sin embargo, el estrés crónico también es visto como un riesgo y por lo tanto conduce a la pérdida del ritmo de cortisol y, por lo tanto, a la pérdida de la sensibilidad al cortisol. La pérdida de la sensibilidad al cortisol significa que la parte de mayor consumo del sistema inmune no puede ser suprimida, lo que conduce automáticamente a una activación crónica del sistema inmune, a la redistribución de energía hacia el mismo, y a ​​la pérdida de energía en otros órganos e incluso en el cerebro.

La oxitocina calma el eje HHA

Afortunadamente, hay sustancias que realmente ayudan a devolver al eje HHA a su ritmo. Tomemos como ejemplo la oxitocina, un neuropéptido extremadamente interesante. Es producida por todo el mundo, en mayor o menor medida, por medio de un contacto interpersonal positivo. Un alto contenido de la misma se asocia con un sentido de confianza y pertenencia.

Es de destacar que se ha demostrado que en las personas con autismo puede haber una reducción de oxitocina, lo que podría explicar los problemas en la comunicación interpersonal (no verbal). Sin embargo, existe evidencia en cualquier caso de que la oxitocina ayuda a devolver el ritmo al eje HHA. También se ha demostrado que un eje HHA calmado, produce beneficios para la salud, tales como la cicatrización acelerada de heridas.

La interacción entre el hipotálamo y las glándulas pituitaria y suprarrenales es compleja. Debido a esto, la PNI clínica profundiza aun en el eje HHA y en su funcionamiento, así como también en varios otros ejes y en las vías que conectan los diferentes sistemas del cuerpo entre sí. Lo que sí está claro es que el tratamiento del estrés y de los problemas de salud relacionados con éste no pueden tener éxito sin la comprensión del eje HHA.

Cada factor de estrés da una respuesta inmune diferente

A partir de un meta-análisis de 300 estudios se ha demostrado que diferentes tipos de estrés tienen un efecto sobre diferentes aspectos del sistema inmunológico. Además, fueron comparados factores de estrés de corto plazo, tales como los exámenes, con factores estresantes crónicos, tales como acontecimientos de cambios de vida.

Se encontró que los factores de estrés a corto plazo tienen una tendencia a suprimir la inmunidad contra virus, mientras que la inmunidad humoral permanece normal. La inmunidad humoral protege contra patógenos por fuera de la célula, tales como parásitos y bacterias. Los factores de estrés crónicos tendían a suprimir los dos tipos de inmunidad a largo plazo. Esto nos hace más propensos a todo tipo de enfermedades.

La investigación nos demuestra una vez más que las personas en situaciones de estrés reaccionan de una manera mensurablemente diferente a las lesiones. Bien sea con un retraso de la cicatrización de heridas, o con frecuentes infecciones o con una inflamación crónica de bajo grado.  Por lo tanto, el estrés tiene un efecto mensurable sobre la fuerza del sistema inmune y por lo tanto, en su capacidad para protegernos. El manejo del estrés puede ayudar de manera efectiva para estimular el sistema inmunológico.

Conclusión

Durante años se pensó que el sistema inmune era un sistema de funcionamiento autónomo. Pero resulta que éste no es el caso: el cerebro y el sistema inmune están constantemente "conversando" entre sí. Pero muchos otros sistemas de nuestro cuerpo se comunican entre sí. Con la PNI clínica usted está aplicando un tratamiento que toma en cuenta todos los aspectos, antes de proceder con el tratamiento.

Suzanne C. Segerstrom, Gregory E. Miller, El Estrés Psicológico y el Sistema Inmune Humano: un Estudio Meta-Analítico de 30 Años de Investigación, Psychol Bull . 2004 July ; 130(4): 601–630.

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