Pasan los días y sentimos que no encajamos en ningún lugar. Nos despertamos cada día con la sensación de un vacío emocional que arrastrados durante el resto de la jornada. De alguna forma, nos parece imposible encontrar nuestro sitio en el mundo. Casi cada sitio al que vamos lo percibimos como extraño. Parece que nuestros amigos son los únicos que, en ocasiones, pueden traernos algo de consuelo; sin embargo, esta sensación tampoco es sostenida, pues a veces también los sentimos ajenos a nosotros. ¿Qué nos está ocurriendo?
Nada ni nadie nos contenta. Vagamos de aquí para allá en una monotonía que nos ahoga y nos sumerge en un océano de dudas e incertidumbre. No entendemos muy bien qué ocurre con nosotros ni con el mundo. Oteamos nuestro horizonte existencial y no hallamos el menor signo de significado a nuestra existencia. ¿Qué podemos hacer? La desesperación nos recorre el cuerpo desde los pies hasta la cabeza, erizando cada pelo de nuestro cuerpo. La respiración se entrecorta y nuestro estado de ánimo decae hasta el inframundo anímico.
¿Qué pinto en todo esto?
Ningún lugar nos parece el adecuado. Cada trabajo que obtenemos se transforma en un sufrimiento. Nos pesa el cuerpo e incluso el alma. Podemos notar la existencia como una carga pesada sobre nuestra espalda. Pensamos en el mundo, en su funcionamiento y caemos en la cuenta de que no es para nosotros. El pesimismo se apodera de nosotros. Parecemos proceder de otro lugar o tenemos la sensación de haber nacido en la época equivocada. “¿Qué pinto en todo esto? ¿Cuál es mi sitio en el mundo?“, nos preguntamos con frecuencia.
La tarea de sentirnos cómodos en algún contexto concreto se nos torna altamente complicada. Sin embargo, por alguna razón que en principio desconocemos, existen lugares mágicos donde todo parece encajar. ¿Qué clase de lugares son esos? Cada uno tiene los suyos propios. Algunas personas se sienten cómodas en templos religiosos. Otros en grandes jardines y bosques. El mar es otro enclave que provoca una gran sensación de conexión con el mundo.
Nuestro sitio en el mundo y las expectativas de los demás
Si nos detenemos por unos instantes a pensar qué ocurre con nuestra sensación de desamparo, podemos obtener grandes respuestas. En muchas ocasiones, nuestro entorno nos ha condicionado de tal forma que ha asentado las vías por las que debería discurrir nuestra vida. De forma inconsciente, aceptamos ese camino como si fuera el nuestro e intentamos adentrarnos en él. Podemos tener éxito laboral y económico, pero no emocional. Así que, a pesar del aparente éxito, nos sentidos desubicados.
En muchos casos, hemos aceptado la vida que los demás esperan de nosotros y hemos transitado sus senderos sin pena ni gloria. Ni siquiera nos hemos planteado otros posibles objetivos. Así pues, es momento de plantearnos si estamos llevando la vida que queremos o la que los demás esperan de nosotros.
“Alégrate porque todo lugar es aquí y todo momento es ahora”.-Buda-
La monja budista Venerable Damcho, asegura que antes de dar el paso y tomar refugio en el budismo, era una periodista de éxito que lo tenía todo para triunfar. Sin embargo, a pesar de tenerlo todo, no era feliz, algo fallaba. Decidió dejar su vida dedicada a los medios y convertirse en monja budista. Desde entonces, su dedicación a los demás la hace inmensamente feliz.
Lama Rinchen, maestro de meditación budista, cuenta una historia parecida. Se trata de un empresario de éxito que un buen día decidió dejar los negocios y trabajar haciendo zumos naturales en una modesta tienda de un pueblo. ¿Hasta qué punto estamos forzando que nuestra vida avance por caminos desacertados? ¿Realmente somos felices con lo que hacemos a pesar de tener éxito? Indaguemos en nuestro interior y analicemos qué nos llena realmente.
Nuestro sitio en el mundo, vacío interior y budismo
El budismo postula que el vació interior que sentimos al no encontrar nuestro sitio en el mundo se debe a la desconexión con nuestra auténtica naturaleza búdica. Pero, ¿qué es la naturaleza búdica? La respuesta es sencilla: el estado último del ser, un estado en el que permanecemos en amor y felicidad. Para ello, la clave es acabar con los condicionamientos que causan nuestro sufrimiento y, de este modo, alcanzar la felicidad. Así, al lograr desprendernos de las aflicciones mentales, aumentaremos las posibilidades de ser felices en cualquier circunstancia.
Así pues, nuestro sitio en el mundo no depende de lugar en el que estemos, sino de nuestro estado mental. Un estado mental de paz, armonía, serenidad y amor. De esta forma, ningún lugar nos parecerá tan hostil ni incómodo como antes. Gozaremos de una plenitud genuina que nos provocará un estado de armonía independientemente del lugar en el que nos encontremos.
“Si no eres feliz aquí y ahora, nunca lo serás”.-Taisen Deshimaru-
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com
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