Si bien el automóvil va hacia la descarbonización pura, o eso pretenden las administraciones, acaba de llegar un nuevo biocombustible con base diésel, con un mayor porcentaje de residuos orgánicos reciclados. Su nombre es R33 BlueDiesel y su objetivo es reducir el impacto medioambiental de los vehículos de gasóleo. De hecho, anuncia un ahorro de emisiones de CO₂ de hasta un 20 %.
Desarrollado por Volkswagen, la Universidad de Ciencias Aplicadas de Coburgo (Alemania) y otra serie de socios como Bosch, el R33 BlueDiesel ha contado con una primera fase experimental que ha durado varios años y podría dar el salto comercial a gran escala muy pronto, aunque aún no tiene fecha de llegada.
Si bien se ha dado a conocer principalmente en los últimos meses, ya lleva seis años de pruebas. En concreto estas comenzaron en 2013 en Wolfsburgo con un programa experimental en el que participaron 280 coches. Y tras el buen resultado de estos test iniciales, ahora ha comenzado a utilizarse en gasolineras de esta ciudad alemana, así como en la planta de Volkswagen de Salzgitter. Su distribuidor en esta fase incipiente es Shell.
Apto para cualquier automóvil diésel
Este nuevo tipo de diésel cumple con la norma europea DIN EN 590, por lo que acata todos los criterios para ser usado como combustible estándar como el resto de tipos de gasóleo que se surten actualmente en las estaciones de servicio.
Esto se traduce en que cualquier automóvil diésel puede repostar y funcionar con él, independientemente de la norma Euro de su motor. Es decir: es compatible con todos los coches de gasóleo.
Su principal reclamo es que, en comparación con otros combustibles diésel, consigue reducir las emisiones de CO₂ en un 20% gracias a su fórmula basada en una mayor presencia de biocombustible a base de residuos biológicos.
El R33 BlueDiesel se concibe con una mezcla conformada por un 33 % de residuos procedentes de aceite de cocina usado, lo que ya de por sí ayuda a reducir el impacto medioambiental de este tipo de desechos. La parte restante, un 67 %, es gasóleo de petróleo, que va combinado con una serie de aditivos para mejorar sus prestaciones.
En comparación con el diésel más habitual que encontramos en las gasolineras, el tipificado como B7 según el nuevo etiquetado de combustibles, supone un aumento significativo en el porcentaje de biocombustible, ya que éste se cifra en un 7 %.
Veremos si, finalmente, se lanza a escala global, al menos en Europa, con la que está cayendo actualmente sobre los coches diésel, que tras años de mucha popularidad, su retroceso en el mercado marcó 2018 y todo apunta a que se acentuará aún más este 2019. Sea como fuere y hasta que llegue la descarbonización pura, no está demás que los modelos térmicos sigan mejorando en eficiencia y atando en corto las emisiones.
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