jueves, 3 de octubre de 2019

CÓMO DETECTAR PROBLEMAS VISUALES EN LOS MÁS PEQUEÑOS


Se estima que más de un 20% de la población infantil padece algún problema o trastorno en la visión. Los más frecuentes vienen dados por defectos de refracción -miopía, hipermetropía o astigmatismo-, ambliopía y estrabismo. Detectarlos a tiempo en los más pequeños de la casa, especialmente cuando son bebés, puede llegar a ser difícil, ya que no tienen la capacidad de manifestarlo abiertamente o simplemente no saben que lo que les está pasando no es normal.


Por lo tanto, como padre o adulto responsable, es necesario agudizar la atención a la hora de detectar, prevenir y tratar las posibles anomalías que puedan llegar a afectar la vista de los más pequeños. Un problema visual no detectado a tiempo puede llegar a causar problemas de aprendizaje y de socialización, y puede reducir las posibilidades de corregirlo a tiempo. En cambio, su detección y corrección temprana favorecerá su aprendizaje y capacidad de concentración, y se contará con opciones de recuperación visual.

PROBLEMAS VISUALES MÁS FRECUENTES EN NIÑOS

Existen distintas afecciones oculares que pueden afectar a los niños. Entre las más frecuentes se encuentran:
  • Defectos de refracción. La forma del ojo no refracta la luz de forma correcta, de modo que las imágenes se perciben borrosas. Los hay de distintos tipos:
    • - Miopía: Es la más común en los niños, especialmente en edad escolar. Consiste en ver de forma deficiente los objetos lejanos y se puede corregir con el uso de gafas o lentes graduadas.
    • - Hipermetropía: Consiste en ver de forma borrosa los objetos cercanos y se puede corregir con el uso de gafas o lentes graduadas.
    • - Astigmatismo: Consiste en una desigualdad de la curvatura de la córnea que provoca que los rayos se enfoquen en varios puntos de la retina, provocando una visión borrosa tanto de lejos como de cerca. Se puede corregir con el uso de gafas o lentes graduadas.
  • Estrabismo. Defecto visual que consiste en la pérdida de paralelismo de los ojos. Suele ser congénito o de inicio muy precoz, apareciendo durante los primeros meses de vida, o hacia los 3 o 4 años. Su aparición se puede deber a un defecto óptico, la mala visión de un único ojo o a un mal estado general.
  • Ambliopía. También conocida como ojo gándul, vago o perezoso. Se produce cuando uno de los dos ojos se utiliza menos que el otro como consecuencia de que el paciente padece estrabismo o cuando el paciente tiene una gran diferencia de graduación entre un ojo y otro. Se suele diagnosticar y tratar en la infancia y es especialmente importante su detección temprana ya que, sin el tratamiento adecuado, se puede prolongar durante toda la edad adulta sin posibilidad de corrección.
Limpieza ocular
Consejos para la detección y prevención de problemas visuales en niños






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    Es recomendable hacer la primera revisión oftalmológica entre los dos años y medio o máximo tres años del pequeño. No obstante, si existen factores de riesgo, antecedentes familiares o síntomas de algún problema visual, se aconseja hacerlo antes.
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    Si el bebé ha nacido de forma prematura, tiene más posibilidades de padecer problemas oftalmológicos. Es recomendable llevarlo antes al oftalmólogo para la primera revisión.
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    Presta atención si tu bebé desvía los ojos a partir de los 6 meses de vida. Si es el caso, es recomendable llevarlo a revisión cuanto antes.
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    Otras señales que pueden indicarte algún tipo de problema visual pueden ser el guiño frecuente de uno de los ojos o si tuerce la cabeza al mirar.
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    Acercarse demasiado los libros al leer o los aparatos digitales puede ser síntoma de un problema de miopía no detectado.
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    Tener con frecuencia los ojos rojos, parpadeo excesivo, sensibilidad extrema a la luz, picor, tic facial o frecuente aparición de orzuelos pueden ser indicadores de algún problema refractario que debe ser tratado.
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    Los problemas de atención en el colegio, sentarse mal a la hora de escribir o la falta de concentración son síntomas que indican una falta de agudeza visual.
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    El lagrimeo del bebé es una patología que se debe a la obstrucción congénita de la vía lagrimal, pero que en algunas ocasiones se puede deber a la manifestación de una enfermedad más grave como es el glaucoma congénito. En cualquier caso, de manifestarse, se recomienda acudir al oftalmopediatra de forma inmediata.
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    Si el problema es infeccioso o bacteriano, como una conjuntivitis, lo más habitual es que se rasquen los ojos con frecuencia o parpadeen insistentemente. En fases más avanzadas de la enfermedad, los ojos se enrojecen y se produce un lagrimeo constante. Este tipo de patologías también deben ser tratadas por un profesional de la vista.
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    Una buena higiene ocular diaria con unas toallitas oftálmicas estériles, aptas para niños y bebés a partir de los 3 meses, ayudará a mantener los ojos limpios de impurezas y evitar así posibles infecciones entre los más pequeños.

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