No nos damos cuenta de que el tiempo no perdona, y eso que estamos haciendo ahora es la vida.
Claro está que debemos pensar en nuestro futuro. Tener metas y objetivos a largo plazo. Proyectarnos y pensar cómo nos vemos de aquí a un par de años más.
Esos planteamientos nos dan esperanza, nos hacen crecer y nos dan fuerzas para despertarnos cada día, pero, ¿qué pasaría si el día de mañana ya no estamos más? Para mí, esa es una pregunta clave que nos deberíamos hacer de vez en cuando. No significa necesariamente tener que vivir la vida al límite y prácticamente no dormir, pero sí significa aprovechar el día a día, porque si no es ahora, ¿cuando?
Porque como alguna vez escuché, “la vida es eso que pasa mientras hacemos planes para el futuro”. Estamos constantemente gastando nuestro tiempo actual solo en pensar qué es lo siguiente que haremos, y no nos damos cuenta de eso que está pasando.
A veces, simplemente vivimos. Funcionamos casi por inercia, nos dejamos llevar por la rutina y por lo que hay que hacer, algo casi sistemático. Estudiamos porque hay que estudiar, nos casamos porque hay que hacerlo, tenemos hijos por lo mismo, y así. Y no nos damos cuenta de que el tiempo no perdona, y eso que estamos haciendo ahora es la vida. Eso que está pasando en frente de tus ojos es la vida.
Porque un día nos levantaremos y nos daremos cuenta de que ya pasó, y cuando hagamos la evaluación, comprenderemos que en realidad todo lo que hicimos fue esperar que viniera algo más grande, algo mejor, una etapa nueva por cumplir, y nunca llegó, porque no tenía que hacerlo, siempre estaba ahí: era vivir y aprovechar cada minuto de la vida.
Debemos sentarnos un minuto y reflexionar. Verdaderamente estar presentes cuando nos juntamos con nuestros amigos, cuando hacemos lo que nos gusta, cuando tenemos una buena conversación. Debemos disfrutar ese café, esa caminata, ese reencuentro, esa linda cena. Porque la vida esta hecha de momentos. De momentos que están sucediendo ahora.
Debemos ser conscientes de todo lo que vivimos diariamente. Agradecer por lo que tenemos y no quejarnos por lo que no, y hacer cosas si no nos vemos conformes. No podemos seguir diciendo “cuando me cambie de trabajo estaré feliz”. No podemos seguir diciendo “cuando me case estaré feliz”, porque la vida es ahora.
El camino que recorres para llegar al objetivo es la felicidad, no el objetivo.
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