miércoles, 8 de julio de 2015

LAS CRUDAS CONFESIONES DE UNA ACTRIZ PORNO

estados unidos

La estrella del porno de los años 90, Shelley Lubben, desenmascara el lado más oscuro de la pornografía

Considerada por algunas personas como una gran oportunidad para hacer dinero fácil, la pornografía, podría ser una de las industrias más turbias en el mundo del entretenimiento. Al menos, así lo cuenta la actriz porno de la década de los 90, Shelley Lubben, conocida en los últimos años como la principal activista anti-porno de los Estados Unidos. 




La actriz, relató su terrible historia en el mundo de la pornografía en el documental After Porn Ends(Luego que el porno termina), donde narró algunas de las torturas físicas y psicológicas a las que fue sometida durante los años que trabajó para diferentes productoras. 

Shelley, quien asegura haber sido violada durante la realización de una película en Los Ángeles, cree que hacer porno es una actividad de alto riesgo, no sólo por los abusos físicos a los que son sometidas algunas personas, sino también porque no es común el uso de preservativos en el porno. 


“Nos obligan a hacerlo sin protección. Yo no puedo decirles cuántas personas alteran sus pruebas para poder filmar, pero apenas el año pasado, supimos de 4 casos de VIH. Entre el 66% y el 99% de los actores porno son portadores del virus del herpes”, relata. 

Por esta razón, Lubben, conocida en el ambiente del cine para adultos como Roxy, ahora tiene su propia página web, desde la cual intenta contar su experiencia a todas las jóvenes que como ella, han sido víctimas de violencia durante el rodaje de filmes pornográficos. 

"Es un círculo vicioso que te deja secuelas emocionales. De pronto, pasas a ser una trabajadora sexual a la que le mienten una y otra vez. Te dicen que vas a estar a salvo de las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) y que vas a ganar mucho dinero fácil. Y al final, nada de eso termina siendo cierto”. 

La “ex -porn star” considera que filmar películas para adultos es una forma de esclavitud. “La gente debería saber que cada vez que hacen clic -en la pornografía-, están contribuyendo a la trata con fines sexuales, que están contribuyendo a enfermedades de transmisión sexual, que están contribuyendo con adictos. Yo, para recuperarme tuve que pasar años en tratamiento, sufrí Trastorno de Estrés Post Traumático y luego tuve todo tipo de trastornos, traumas graves”. 

Diez años le tomó a Lubben superar el círculo vicioso de la pornografía. “Es un negocio tan feroz como la trata; todos nosotros hemos sido obligados a hacer una escena que no queremos hacer. Fuimos a los médicos fraudulentos o clínicas fraudulentas a las que nos envían para hacernos los exámenes". 

Sobre el abuso que sufrió durante su tiempo de actríz porno contó: "En la actualidad nunca dejaría que nadie nunca rasgara mi boca o pusiera algún aparato extraño en ninguna parte de mi cuerpo. Si hubiera sabido que lo harían, me hubiera ido. Hoy en día, las niñas tienen que terminar haciendo esas cosas, porque eso es lo que vende. Para mí es muy triste que ahora todo el mundo esté tan insensible al tema de la pornografía". 

Tras abandonar la pornografía, Lubben, logró formar una familia y mantiene una lucha constante para que el Congreso prohíba el porno violento en su país, por considerarlo una violación a los Derechos Humanos."Nadie debería prestarse a hacer un trabajo como la pornografía solo para regresar a su casa golpeado y traumatizado", finaliza. 


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