La tristeza se amolda muy bien a nuestro espíritu cuando se lo abrimos de par en par. Si encuentra un hueco cada vez mayor , puede llegar a acampar a sus anchas.
Pero donde se encuentra más cómoda es en el contexto de la soledad. Cuando estamos solos, no tenemos reparo en no disimularla, en someternos por completo a sus dictámenes.
“Cuidado con la tristeza, es un vicio”
Por otra parte, ese estado de tristeza puede provocar que los demás se preocupen por ti, te llamen, se interesen en animarte, quieran volverte a hacer sentir bien… Pero con esa actitud inconscientemente refuerzan tu situación, ya que decides estar solo, pero sabes que te encuentras arropado.
Te aíslas en una burbuja confortable de dolor que los demás intentar explotar.
La tristeza nos hace sentir mal pero por otra parte nos lleva a una falsa calma, de inmovilidad y comodidad en el dolor. Sentimos que no queremos asumir nuevos riesgos.
¿Por qué se hace resistente la tristeza?
Dicen que no hay peor adicción a una sustancia que la que ocurre cuando el individuo no necesita a nadie para consumirla.
Ya no espera a estar acompañado o a determinados contextos sociales de ocio y acompañamiento. Le basta a él solo con su sustancia para poder encontrar placer, por lo que no hay reglas ni obstáculos para que el consumo se generalice a cualquier momento del día.
Con la tristeza ocurre lo mismo que con una sustancia. Si la persona la vive en soledad y no quiere compartirla, se adhiere a su existencia sin ningún parámetro u obstáculo. Esto en parte es lógico, ya que no queremos que se nos vea apagados y tristes.
Por tanto, vamos entrando en una dinámica de aislamiento. Si se prolonga por mucho tiempo, podemos propiciar que aparezca la depresión, el dolor que se vuelve sombra.
¿Cómo combatir la tristeza?
Para no llegar a ese estado depresivo, es conveniente que la tristeza deje de acampar a sus anchas. Hay que ponérselo cada vez más difícil:
- Para empezar, aléjate del drama y de las personas que lo crean.
- Empieza a construir en tu vida situaciones placenteras, con nuevas personas.
- Es importante que nos encontremos relajados, para ello es importante saber cómo detectar a un amigo que no lo es, y que en ese momento nos conviene menos.
- Haz más cosas que te gustan: leer, música, deporte, manualidades…. nada de esto es una pérdida de tiempo teniendo en cuenta lo que podemos perder si esa tristeza se cronifica.
- Desahógate si es necesario, no sientas vergüenza. Sal y atrévete a estar con gente aunque no tengas ganas…las ganas van apareciendo solas.
- No te cierres a la vida. Analiza posibles cambios, incluso plantéate cómo partir de cero sin hacer daño a los demás.
En definitiva, ¡ponle las cosas difíciles a la tristeza!
Saber dejar espacio a la tristeza sin que te consuma
A lo largo de nuestra historia vamos a vivir momentos tristes, es irremediable. Permítete llorar, desahogarte, sé consciente de que puedes desfallecer en algún momento y necesitas soledad para vivirla.
Pero ten claro que ella no te dejará si tú no pones límites y te empeñas en salir de ella, porque no valen los deseos sino las acciones que emprendes para dejarla atrás.
Así que llora, llora sin testigos si quieres pero no olvides que eso debe tener siempre un tiempo de duración, son sentimientos que no debes reprimir pero tampoco dejar anidar en tu alma.
La tristeza se encuentra muy cómoda en un alma solitaria, nadie la molesta y no se irá si tú no pones remedio.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com
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