sábado, 25 de febrero de 2017

APRENDE VIVIENDO, VIVE APRENDIENDO


aprende viviendo
La verdadera capacidad de aprender no surge sólo de memorizar, relacionar o teorizar. Tampoco por seguir un método estricto o copiar a un experto. Aprender supone comprender, captar, darse cuenta o entender algo nuevo, algo que no se comprendía previamente.
Para resolver aquello que os angustia, que os hace sufrir, es necesario que aprendáis a indagar dentro y fuera de vosotros mismos. Debéis explorar, descubrir, entender, investigar sobre vosotros y sobre la realidad que os rodea. Para ello necesitáis recobrar la curiosidad, si la hubiérais perdido.

El miedo a no saber

Y para que la curiosidad florezca, debéis permitiros estar en un estado de no saber, sin ideas previas o dirección trazada, sin conclusiones preestablecidas. Tenéis que ser capaces de reconocer, profundamente, que no sabéis. Porque ese extraordinario estado de no saber, es el comienzo del entendimiento.
Sin embargo, se suele tener miedo a no saber. Temor al juicio de los demás, a que os vean torpes, o a sentiros vosotros mismos ignorantes. Por temor al menosprecio.
Esta dificultad para situarse en un estado de no saber, puede tomarse también como objeto de investigación sobre uno mismo. Por ejemplo, podéis descubrir al relacionaros si os cuesta reconocer que no sabéis o no comprendéis algo. Que reconocerlo os atemoriza o incomoda, u os sentís vulnerables.
Ese temor, incomodidad, inseguridad… , va a ser un obstáculo en vuestro aprendizaje y, por tanto, debéis explorarlo y aprender a resolverlo de la misma manera que cualquier otro conflicto (sobre cómo explorar, y resolver las emociones, hablaremos más adelante).

Aprender es vivir, vivir es aprender

Aprender no es algo limitado a la infancia o juventud, ni a las aulas o academias. Y para aprender algo nuevo, hay que vivir como quien viaja al extranjero por primera vez, con curiosidad y ojos nuevos.
Podéis comenzar por preguntaros cómo lo vais a hacer y por dónde comenzaréis vuestra investigación de la realidad, investigación que os incluye a vosotros y a todo lo que os rodea.
Nuestra sugerencia es comenzar por lo más acuciante, por aquellas cosas que producen malestar. O bien por observar la vida cotidiana tal y cómo es, sin intervenir ni cambiar nada. Observad cómo os relacionáis con lo que os rodea, observadlo no pensadlo, cómo actuáis y cómo ocupáis vuestro tiempo. Sin obsesionarse, disfrutando de la investigación, como quien da un paseo.
Si queréis descubrir, es mejor no  intentar mejorar inmediatamente lo que veáis negativo, sólo observad lo que ocurre, tal y cómo ocurre. Y cada descubrimiento, es decir, cada vez que uno se da cuenta de algo que antes pasaba desapercibido, es un fruto en la investigación.

Darse cuenta y cambiar, van de la mano

Y aunque en un principio parezca que lo descubierto no es importante o que no va a tener efecto alguno, cada descubrimiento, por ínfimo que parezca, es un aporte de información correcta a vuestra mente, información que os acerca al restablecimiento y comprensión de la realidad y, por tanto, al origen y la solución de vuestros conflictos.
Por ejemplo, uno puede darse cuenta de que suele rehuir a una persona y que no era muy consciente de ello. El siguiente paso sería tratar de profundizar en el origen de ese rechazo, sin permitirse una explicación rápida o superficial, sino buscando en sí mismo el temor subyacente.
O puede descubrir que hay cosas en las que siempre ha evitado pensar. O descubrir qué es el aburrimiento, que en realidad es una huída de alguna emoción producida por una situación concreta. El siguiente paso, en este caso, sería descubrir cómo abordar la emoción para no escapar de ella.
Esta forma de abordar los conflictos, que habitualmente atenazan y requieren urgencia por encontrarles una solución, produce mejorías desde el primer momento. Produce cambios permanentes desde el primer intento. Cambios que, si se continúan observando con curiosidad y entendiendo, se sucederán cada día. Descubrimientos sobre la realidad que irán conformando un nuevo rumbo en vuestras vidas.

Fuente: http://psicocode.com

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