En un concepto desarrollado por un profesor de la Universidad de Harvard. De qué se trata.
A menos que se crea en la reencarnación, nuestra estancia en este mundo es la única que experimentaremos (con la excepción, tal vez, de Víctor Sueiro). Y se sabe de sobra que el camino a recorrer no es sencillo. Lo cual resulta lógico: la vida no es sencilla. En palabras más populares: “Es una lucha”. Pero se trata de una lucha maravillosa, llena de desafíos y oportunidades. Y que no obstante, no impide vivir con plenitud, con felicidad.
Puede ser una mirada demasiado positivista, es posible, pero qué otra cosa nos cabe. Después de todo – o, mejor dicho, antes de todo-, si no buscamos la felicidad durante el tiempo que nos toca, qué podemos esperar.
Pero, ¿es posible alcanzar la felicidad? “Ser feliz es más sencillo de lo que parece, tan sencillo que nos resulta difícil de creer. La felicidad no es algo que se encuentra, o que requiere que consigamos ciertos objetivos para obtenerla, es mucho más sencillo que todo eso”, comenta la psicóloga Milena Montesinos, de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.
Gilbert distingue dos tipos de felicidad: la felicidad natural, que es la que experimentamos al conseguir lo que queremos; y la felicidad sintética, que es la que nos fabricamos a nosotros mismos cuando no conseguimos lo que queremos.
Montesinos se apoya para hacer esas declaraciones en las investigaciones científicas realizadas en el campo de la felicidad por el profesor de psicología de la prestigiosa Universidad de Harvard, Daniel Gilbert y sus colaboradores, que han mostrado que somos capaces de ser felices, incluso aunque no consigamos aquello que queremos.
Para algunos podrá sonar a autoengaño; para otros, a conformismo. Sin embargo, no se trata de ninguno de los dos.
Dos tipos de felicidad
Se trata del concepto de felicidad sintética. Gilbert distingue dos tipos de felicidad: la felicidad natural, que es la que experimentamos al conseguir lo que queremos; y la felicidad sintética, que es la que nos fabricamos a nosotros mismos cuando no conseguimos lo que queremos.
Gilbert distingue dos tipos de felicidad: la felicidad natural, que es la que experimentamos al conseguir lo que queremos; y la felicidad sintética, que es la que nos fabricamos a nosotros mismos cuando no conseguimos lo que queremos.
Es decir, la felicidad sintética es la que conseguimos al cambiar nuestra visión del mundo sobre la realidad, al comprobar que lo que nos ha sucedido tiene su parte buena.
La explicación de la felicidad sintética, dice Gilbert, es científica y se encuentra en nuestro cerebro.
Nuestras defensas psicológicas
Empecemos por explicar lo que el psicólogo define como nuestro sistema inmunológico psicológico.
"Los seres humanos tienen algo que podemos entender como un sistema inmunológico psicológico, que es un sistema de procesos cognitivos -en su mayoría no conscientes- que le ayudan a cambiar sus percepciones del mundo para poder sentirse mejor en ese mundo en el que se encuentran", explicó Gilbert en una charla TED que tituló "The surprising science of happiness" ("La sorpresiva ciencia de la felicidad", en 2004.
Según Gilbert, todos tenemos la capacidad de sintetizar la felicidad, pero no siempre es fácil porque solemos pensar que la felicidad es "algo que se encuentra". Es así como el catedrático plantea los dos tipos de felicidad: la natural y la sintética.
Según el investigador, el adjetivo "sintético" nos genera suspicacia a muchos de nosotros porque "pensamos que la felicidad sintética no es de la misma calidad que la que podríamos llamar felicidad natural".
Para el especialista, todos tenemos la capacidad de sintetizar la felicidad, pero no siempre es fácil porque solemos pensar que la felicidad es "algo que se encuentra".
"En nuestra sociedad tenemos la fuerte creencia de que la felicidad sintética es inferior. ¿Por qué creemos eso? Bueno, es muy simple. ¿Qué tipo de maquinaria económica seguiría girando si creyésemos que no tener lo que queremos nos hará igualmente felices que tenerlo?", argumenta el profesor.
La libertad
Gilbert cree firmemente que la felicidad sintética es tan real y duradera como la que nos hace saltar cuando conseguimos lo que tanto queremos.
Y sus efectos son igualmente beneficiosos para nuestro organismo.
Para demostrar ese punto, el investigador apela a un paradigma de más de 60 años que se conoce como el paradigma de la libre elección.
Tras hacer experimentos con participantes de diferentes perfiles y distintos contextos, el profesor concluye que la libertad entendida como la habilidad de tomar decisiones y cambiar de opinión es amiga de la felicidad natural, pero se convierte en la enemiga de la felicidad sintética.
Y es que, explica el profesor, el sistema inmunológico psicológico funciona mejor cuando no tenemos opciones.
"Esa es la diferencia entre el noviazgo y el matrimonio", reflexiona el investigador.
Para el especialista, todos tenemos la capacidad de sintetizar la felicidad, pero no siempre es fácil porque solemos pensar que la felicidad es "algo que se encuentra".
"Cuando tienes una cita con un chico y ves que se mete el dedo en la nariz, ni se te ocurre volver a salir con él", dijo en la charla TedTalk.
Pero, ¿qué pasa si estás casada con el chico que se metió el dedo en la nariz?: "No importa, tiene un corazón de oro. Pero que no vaya a tocar la torta".
Así es como funciona la felicidad sintética: "Vas a encontrar una manera de estar feliz con lo que sucedió"; hallar una manera de ser feliz con lo que tienes.
Y, advierte el psicólogo, "no saber esto puede volverse una desventaja suprema".
Ambición con límites
Gilbert explica que es bueno tener preferencias cuando, por ejemplo, proyectamos nuestro futuro y lo comparamos con otros escenarios potenciales o cuando nos anticipamos a lo que sucederá.
Pero, pide precaución. "Cuando esas preferencias nos arrastran extremadamente fuerte y rápido porque hemos sobrevalorado la diferencia entre esos futuros, estamos en riesgo", advierte.
Gilbert explica que es bueno tener preferencias cuando, por ejemplo, proyectamos nuestro futuro y lo comparamos con otros escenarios potenciales o cuando nos anticipamos a lo que sucederá.
"Cuando nuestra ambición es limitada, nos lleva a trabajar con alegría. Cuando nuestra ambición es desenfrenada, nos lleva a mentir, a engañar, a robar, a lastimar a otros, a sacrificar cosas que tienen un valor real", dice Gilbert.
"Cuando nuestros temores son limitados, somos prudentes, precavidos, reflexivos. Cuando nuestros temores son desenfrenados, somos imprudentes, pretenciosos y cobardes", agrega.
El mensaje clave de Gilbert, basado en sus experimentos, es que "hasta cierto punto exageramos nuestros anhelos y nuestras preocupaciones, pero por dentro, todos tenemos la capacidad de generar ese mismo producto de valor que perseguimos constantemente cuando optamos por la experiencia".
Y ¿cómo nos ayuda con los fracasos?
Para entender como la teoría desarrollada por Gilbert nos puede ayudar a lidiar con los fracasos, es clave retomar el concepto del sistema inmunológico psicológico.
Gracias a que el cerebro cuenta con él, podemos cambiar la forma en que percibimos lo que nos sucede y convencernos de que lo que perdimos (un empleo, un premio, una novia) o lo que sea que no conseguimos no nos iba a hacer tanto bien como creíamos.
Veamos cómo fueron las investigaciones sobre felicidad sintética
En uno de los experimentos clásicos sobre libre elección se mostraron 6 litografías de Monet a los participantes, y se les pidió ordenarlas de la más a la menos atractiva.
En agradecimiento, se regaló a estos participantes una litografía a elegir entre las que el participante había situado en las posiciones 3 ó 4.
Pasado un tiempo, se les volvía a pedir que ordenaran nuevamente todas las litografías anteriores.
En este caso, las personas cambiaron su elección: La imagen que se les hubo regalado la vez anterior, mejoraba su posicionamiento y era vista como la 2ª mejor.
Por el contrario, la imagen que ellos rechazaron como regalo descendió a la posición 5, frente a la 4 original.
Conclusiones sobre el experimento
Los sujetos del experimento consiguieron valorar más lo que tenían y relativizar el valor de lo que rechazaban.
Podría decirse que habían sintetizando su felicidad acercando su valoración afectiva a su ideal (conseguir la litografía 1).
No hay comentarios:
Publicar un comentario