La combustión humana espontánea es la hipótesis que plantea que el cuerpo humano puede arder de repente, sin alguna causa externa aparente. Ha causado alboroto y terror en los humanos durante siglos, y a pesar de que ha sido desmentida, aún existen ciertos testimonios y científicos que la defienden y creen firmemente que es posible.
Los primeros casos de la supuesta combustión humana espontánea surgieron en la Europa del S.XVIII, donde se atribuía únicamente al alcoholismo, y se utilizó para lograr que los hombres dejaran de tomar. Un siglo después se registraron más de doscientos casos de combustión humana espontánea, pero todos eran testimonios de terceros, y nunca fue realmente comprobado. Esto hizo que perdiera popularidad, pero el fiel creyente, Charles Dickens, restituyó la creencia, y su libro Casa Desolada, en el que uno de los personajes muere de este modo, hizo que la Combustión Humana Espontánea ganara popularidad de nuevo. A continuación te presentamos el fragmento en el que explica cómo fue que su personaje, Guppy, murió repentinamente:
“—No logré que me oyera y abrí la puerta despacito para mirar. Y el olor a quemado viene de allí, y el hollín viene de allí, y el líquido viene de allí, ¡pero él no está allí —termina de decir Tony con un gemido… En la rejilla no quedan sino unas brasas, pero en la habitación flota un vapor sofocante y maloliente, y las paredes y el techo están recubiertos de una capa grasienta de color oscuro. Las sillas y la mesa, y la botella que suele haber encima de la mesa, están como de costumbre. Del respaldo de una de las sillas cuelgan la gorra de pelo y la levita del viejo…. Hay un trocito del suelo que ha ardido, quedan las cenizas de unos papeles quemados; pero que no parecen tan frágiles como es habitual, pues parecen estar empapadas de algo, y aquí está eso: ¿se trata de los restos de un tronco quemado y roto de madera, lleno de cenizas blancas, o de algo de carbón? ¡Qué horror, es él! Es eso de lo que echamos a correr, de forma que se nos apaga la vela y salimos a trompicones a la calle; eso es todo lo que lo representa a él…. La Combustión Espontánea, y ninguna otra de las muertes por las que se puede perecer”.
Hubieron varios casos de crímenes cuyos culpables intentaron escaparse usando como pretexto la combustión instantánea. Uno muy famoso fue el asesinato de la Condesa von Gürlitz, en 1847: El conde von Gürlitz encontró a su esposa parcialmente incinerada en una habitación que había sido gravemente dañada por las llamas, se investigó la misteriosa muerte durante años, atribuyendo como una posibilidad a la combustión espontánea. Tres años después, el sirviente de la casa admitió que la condesa lo sorprendió robando; él, asustado la estranguló y posteriormente la quemó para ocultar su crimen. Fue arrestado y condenado.
A partir del Siglo XIX se desmintió el misterio cuando el científico Justus von Liebig, padre de la química orgánica, explicó que no hay manera de que esto suceda, pues el cuerpo humano no tiene la capacidad de alcanzar la temperatura suficiente para arder de ese modo, pues necesita estar a más de mil 700°C.
Nunca se encontró una verdadera explicación para estas misteriosas desapariciones, por esta razón aún hay creyentes y fieros defensores de esta teoría. El mayor investigador de fuegos espontáneos de nuestros días es Larry Arnold, quien explica que el origen de la combustión espontánea es el pyrotrón, una partícula diminuta que viaja en el espacio, tan pequeño que cabe entre los átomos que componen el cuerpo. Al entrar y colisionar con un cuerpo celular, dispara una reacción en cadena que desata energía que deshidrata y puede hacer arder un cuerpo. El problema de esta teoría es que ni siquiera hay prueba de la existencia de los pyrotrones.
Otro defensor de este fenómeno, es el Doctor Papas, quien explica que vivimos de pequeñas reacciones nucleares controladas, y el descontrol ocasionado por estímulo eléctrico e ingesta de potasio podría desatar una explosión, como una bomba. La teoría fue basada en el comportamiento de las estrellas, y fue desmentida cuando se demostró que no hay estímulo que haga que el cuerpo llegue a las condiciones que se requieren que combustione como una estrella.
Fuente: La combustión humana espontánea
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