Las conspiraciones sobre esta clase de medicamentos son muy comunes y los investigadores serios, o lso que nos gustaría serlo, tenemos la tendencia a contemplarlas con una dosis extra de escpeticismo. En este caso, sin embargo, puede haber algo más que manías persecutorias e4 invenciones literarias.
El producto en sí se llama HIDROCLORATO DE FLUOXETINA y el problema real deriva de que los resultados de las pruebas con este medicamento, que según algunas fuentes podría provocar tendencias suicidas, fueron eliminados en su momento, sin que sea posible recuperarlos ni está muy claro por qué se destruyeron. Esto es un hecho objetivo.
Entre los nombres registrados como marcas comerciales del hidroclorato de fluoxetina se incluye el Prozac, un medicamento que a lo largo de los años noventa fue un tratamiento lucrativo, pero polémico, para combatir la depresión y estados asociados a ella. En 1998, la compañía farmacéutica Eli Lilly ganó 2.800 millones de dólares con las ventas de Prozac.
En 1999, el psiquiatra David Healey criticó este medicamento en el curso de una conferencia pronunciada en la Universidad de Toronto: «Estas drogas pueden haber sido responsables de una muerte por cada día que el Prozac ha estado en el mercado». El doctor Healey debía hacerse cargo de una cátedra en dicha universidad al año siguiente, pero en diciembre de 1999 recibió un correo electrónico en el que se retiraba la oferta: «No creemos que su enfoque sea compatible con los objetivos para el desarrollo de los recursos académicos y clínicos que tenemos en esta universidad». Se reveló que Eli Lilly aportaba fondos a la universidad. Healey presentó una demanda, llegó a un arreglo sin que el caso llegase a juicio, y continuó criticando el medicamento.
Cuando otros expertos en medicina comenzaron a expresar su preocupación en este sentido, las compañías farmacéuticas debieron hacer frente a demandas jurídicas presentadas por los familiares de personas que se habían suicidado y a las que habían recetado fluoxetina. Las compañías farmacéuticas también comenzaron a tener problemas con la FDA, la agencia responsable de la regulación de sus productos, cuyas autoridades votaron la puesta en práctica de una resolución que exigía que los envases de fluoxetina debían llevar una advertencia de «caja negra», acerca del riesgo de suicidio entre quienes tomasen el producto.
En 2004, el fiscal general de Nueva York presentó una demanda contra la compañía GlaxoSmithKline ante las acusaciones de que habían eliminado pruebas que demostraban que los usuarios de fluoxetina desarrollaban tendencias suicidas. La compañía farmacéutica llegó a un acuerdo extrajudicial por 2,5 millones de dólares y accedió a hacer públicos los resultados de pruebas futuras.
Conclusión:
Cuando se destruyen los resultados de las pruebas de un medicamento como este, todos tendemos a pensar que se intenta ocultar algo. No es necesariamente así, pues también puede tratarse de una negligencia, pero el asunto suena cuando menos, sospechosos. La facilidad con que la compañía llegó al acuerdo extrajudicial para que no se profundizase en el asunto, tampoco resulta tranquilizadora.
No obstante, y para ser serios, debemos tener en cuenta también el estado de indefensión de las farmacéuticas, ya que una investigación larga y publicitada sobre el asunto les causaría gigantescas pérdidas, fuera cual fuese el resultado de esta. Las industrias, por tanto, se encuentran ante una alternativa penosa: o negociar, dando a entender que ocultan algo, o no negociar, asumiendo las pérdidas que la simple controversia les causaría.
En nuestra opinión, y entre tanto no xse publiquen los nuevos resultados (y puede que no se publiquen nunca) se trata de un tema DUDOSO.
Fuente: La conspiración del Prozac (un asunto dudoso en ambos sentidos)
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