domingo, 19 de marzo de 2017

EL CIENTÍFICO QUE QUIERE QUE SU HIJA INTERACTÚE CON SU ABUELO MUERTO GRACIAS A LA REALIDAD VIRTUAL


Niña con unas gafas de realidad virtual

Un proyecto de realidad virtual traspasa un nuevo límite. Su artífice plantea la posibilidad de recrear a nuestros seres queridos fallecidos para poder interactuar con ellos. ¿Es ético traspasar esa frontera del recuerdo afectivo? El científico dice que sí, de hecho lo hace para que su hija pueda así conocer a su abuelo muerto.


Existía esa costumbre decimonónica de vestir con sus mejores trajes a los difuntos, cerrarles los ojos y postrarlos en su cama, o incluso sentarlos en una silla junto a sus familiares aún vivos. Luego, llegaba el fotógrafo y capturaba la imagen del muerto. Aún nos angustia ver ese tipo de fotos ‘post mortem’ en blanco y negro (algunas incluso retrataban a bebes recién fallecidos).
Pero era una foto. Solo una foto. La llegada del vídeo doméstico hizo que ese recuerdo póstumo del ser querido tuviera imagen y sonido. Pero era un vídeo; nada más que un vídeo. En ambos supuestos, era un recuerdo de una sola vía: lo ves, rememoras y guardas con cariño, algo más propio de la ficción que de la vida. 
Ahora, Muhammad A Ahmad, un desarrollador de la Universidad de Minnesota, plantea la posibilidad de que resucitemos a nuestros muertos con la realidad virtual. El científico defiende esa posibilidad. No en vano, cuenta con un proyecto personal (The Mushtaq Ahmad Mirza Project) en el que teoriza sobre que llegará un momento en que podamos interactuar con nuestros difuntos, y dicha teoría se podría llevar técnicamente a la práctica: solo son necesarios datos, muchos datos.
“Mi padre falleció antes de que naciera mi hija. Este proyecto es para darle la oportunidad de interactuar con su abuelo. El hecho de que él no esté ya con nosotros, no significa que ella no pueda interactuar con él”, expresa en su web. 
Sin embargo, matiza que su proyecto se centra en que “es posible la creación de experiencias de una persona fallecida”, pero “no necesariamente experiencias con los difuntos”. 
Parece que ahí estaría el límite, en el vínculo afectivo y en el territorio de lo íntimo: interacciones siempre que exista lazo familiar o sentimental; no con cualquiera. 
Algunas empresas están recabando datos de personas para poder ofrecer una interacción de los familiares con sus difuntos. Tienen almacenados, por ejemplo, la manera de andar de los fallecidos, su risa, su comportamiento en determinadas situaciones o cualquier otro rasgo físico o sicológico de su personalidad. 
Más allá de lo religioso, ¿no se cruza ahí un límite ético?
“Cada cultura tiene su manera de recordar a los seres queridos y el duelo por los mismos. Estas simulaciones de realidad virtual son el siguiente paso en la evolución de esa pérdida”, añade Muhammad A Ahmad.
Gracias a los teléfonos inteligentes, asegura este experto, se puede saber cómo se comporta una persona y “recabar esos datos de manera masiva” en tiempo real. Este tipo de recopilación será “la base de la creación de simulaciones” de los fallecidos, opina. 
“Los seres humanos tienen una tendencia natural a crear objetos animados, por lo que la creación de estas simulaciones podrían no se tan duras de aceptar como parecería a simple vista”, apostilla el desarrollador. 
¿Deberíamos recordar a nuestros seres queridos en esa otra realidad virtual para poder cada día interactuar con ellos después de muertos? La tecnología, de nuevo, va por delante de las leyes, de la ética y de la moral. 
“Uno de los grandes atractivos de la religión es la promesa del reencuentro con los difuntos de una forma u otra. Las simulaciones de realidad virtual dan la posibilidad de que los vivos ya no necesiten [estar muertos] para dicho reencuentro”, finaliza Muhammad A Ahmad.

Fuente: www.tecnoxplora.com








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