Aunque es imposible, cuatro de cada diez personas creen recordar experiencias vividas cuando tenían dos años o incluso menos, indica un estudio. ¿Por qué ocurre?
¿Cuál es tu primer recuerdo? ¿Unas vacaciones en la playa, un percance con un amiguito o un hermanito, un cuento que te contó tu madre por la noche? Pues desconfía, porque un nuevo estudio, cuyas conclusiones se han publicado en la revista Psychological Science sugiere que hay serias posibilidades de que sea falso.
Antes que nada, hay que determinar cuándo empezamos a almacenar vivencias a largo plazo en nuestro cerebro, y sobre esto hay bastante acuerdo entre los expertos: antes de los tres o tres años y medio no estamos maduros, neurológicamente, para ello.
Pues bien, investigadores británicos de las universidades de la City de Londres, Bradford y Nottingham Trent han preguntado a 6.641 personas cuál era su recuerdo más antiguo y en qué momento de su vida sucedió y han obtenido este asombroso resultado: el 38,6% de los entrevistados aseguraban que se remontaba a cuando tenían dos años o antes. 893 de estos voluntarios decían incluso que eran capaces de acordarse de experiencias vividas cuando tenían meses o habían cumplido apenas un año, algo totalmente imposible.
También han comprobado que el fenómeno de las memorias ficticias se produce con más frecuencia entre personas de mediana edad o ancianos.
Los expertos dejaron bien claro que el recuerdo debía ser genuino, que no podían basarse en fotografías o relatos familiares, así que las respuestas, en principio, eran sinceras. Si no mienten, ¿por qué ocurre esto?
El asunto de los recuerdos falsos ha sido ampliamente investigado por psicólogos como Elisabeth Loftus, de la Universidad de California en Irvine, quien ha demostrado mediante diversos experimentos que pueden sembrarse con las técnicas de sugestión adecuadas. Loftus y su equipo, por ejemplo, lograron hacer creer a los voluntarios que se habían perdido de pequeños en un centro comercial. Y también se sabe que cada vez que recuperamos una vivencia, esta se modifica en función de nuestras experiencias actuales. No existen los recuerdos “virginales”.
No existen los recuerdos “virginales”.
El cochecito inventado
En el caso que nos ocupa, conjeturan los investigadores británicos, los individuos que creen rememorar experiencias de cuando eran bebés mezclan fragmentos de vivencias tempranas con los datos que han obtenido a través de fotos o conversaciones familiares.
“Los detalles pueden ser inferidos o añadidos de manera inconsciente. Por ejemplo, que la persona llevaba pañales y se había puesto de pie en la cuna. Estas representaciones mentales, similares a la memoria episódica, pueden ser percibidas como auténticas y tomarse, simplemente, como recuerdos, un fenómeno vinculado particularmente a la infancia”, explica Shazia Akhtar, investigador de la Universidad de Bradford y primer autor del estudio.
Un ejemplo típico, indican los responsables del trabajo, son los recuerdos relacionados con un cochecito de bebé. Alguien seguramente dijo a la persona que lo experimenta: “tu madre tenía un cochecito verde”. Entonces, este individuo se imagina su aspecto. Posteriormente, los fragmentos se convierten en memoria, a los que se van añadiendo detalles, como que el carrito tenía colgado un sonajero.
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