Buena parte del lenguaje psicológico ha pasado a ser de dominio popular, pero no siempre lo ha hecho de manera precisa ni trazando las equivalencias adecuadas. Uno de los ejemplos clásicos de esto es la dificultad que muchos tienen para establecer las diferencias entre tristeza y depresión. Así, la inclusión en el lenguaje popular de la palabra “depresión” en ocasiones ha dado pie a la confusión e incluso al desprecio de esta como enfermedad.
También se ha ido fomentando un cierto rechazo a algunos estados de ánimo. La tristeza, entre ellos. Por eso a algunos les resulta más fácil decir que están deprimidos, a confesar que se sienten tristes. Lo primero suena más técnico; lo segundo, más asociado a la fragilidad humana.
Lo cierto es que hay grandes diferencias entre tristeza y depresión. La primera y más importante de ellas es que la tristeza es un estado de ánimo, mientras que la depresión es un trastorno y como tal debe ser tratado. Por eso es importante diferenciar bien estos conceptos..
“Tus emociones no deben ser paralizadoras. No deberían defenderse. No deberían impedirte ser todo lo que puedes ser”.
-Wayne W. Dyer-
1. Duración, un factor decisivo
La duración de los fenómenos psicológicos no es un dato exacto. Pese a ello, sí se trata de un dato que, junto con otros, permite hacer una aproximación más precisa a lo que le sucede a una persona. Por definición, una emoción tiene una duración breve .
Una de las grandes diferencias entre tristeza y depresión es que la primera es una emoción pasajera, mientras que la segunda es relativamente crónica (salvo que se realice la intervención adecuada). Una persona debe experimentar la tristeza durante seis meses de manera continuada para que, según los criterios diagnósticos, podamos sospechar la existencia de una depresión.
2. Abulia, un factor que marca diferencias entre tristeza y depresión
La abulia es básicamente una dificultad o resistencia para actuar. Cuando una persona está triste se siente menos motivada para realizar algunas actividades. Quizás reduzca su vida social, o le dedique menos tiempo al trabajo o a otras tareas que realizaba habitualmente. Aún así, sigue manteniéndose activa.
Una persona deprimida, en cambio, es superada por este desánimo. Desatiende sus obligaciones y no es capaz de llegar a los reforzadores que le ofrece el medio. Habla frecuentemente de su cansancio o fatiga y reduce sus actividades al mínimo por un tiempo relativamente largo. De ahí que la depresión en términos clínicos presente un cuadro muy parecido al de un trastorno de ansiedad.
3. Grado de aislamiento
Otra de las diferencias entre tristeza y depresión se refleja en el grado de aislamiento que hay en cada uno de esos estados. Es habitual que una persona triste busque a personas cercanas para hablar acerca de lo que siente. También es usual que busque consuelo en otros, pese a que puede mantener cierto grado de aislamiento social. En este sentido, dependerá de la personalidad y de las estrategias de afrontamiento.
En la depresión, en cambio, comienza a aparecer un rechazo constante al contacto con los demás. La persona deprimida se guarda para sí sus sentimientos y aunque no se siente bien estando sola, lo prefiere a tener que compartir con los demás. Progresivamente se aísla, incluso de las personas más cercanas.
4. Nivel de funcionalidad
Un factor que marca grandes diferencias entre tristeza y depresión es el nivel de funcionalidad. En el caso de una persona triste, su estado de ánimo solo modifica levemente su tren de vida habitual. Quizás sea menos dinámica o más reservada, pero básicamente realiza todas las actividades que realizaría en un día normal.
En cambio, cuando una persona padece depresión, su rutina habitual se ve frecuentemente alterada. Le cuesta mucho trabajo cumplir con sus obligacioneslaborales, familiares, sociales, afectivas, etc. Es usual que se vea repetidamente dando o inventado excusas para encubrir su falta de compromiso o su incumplimiento. No logra ajustarse a una rutina “normal”.
5. Desesperanza
Una persona puede estar triste por diferentes motivos, casi siempre asociados a una pérdida o a una situación conflictiva que no logra resolver. Aunque experimenta dolor emocional, también es capaz de reírse, de mirar hacia el futuro y de hacer planes. Puede que no tenga respuestas, pero siente que hay un mañana que podría ser mejor.
En el caso de la persona deprimida, lo que hay es desesperanza. Cuando se mira hacia el mañana todo lo ve oscuro. No hay ni interés, ni deseo, ni capacidad de proyectarse hacia el futuro. ¿Cómo hacerlo si vivir el presente ya le cuesta un mundo?
Como vemos, hay existen diferencias importantes entre tristeza y depresión. Esta última debe ser atendida y tratada por un profesional de la salud mental, ya que se trata de un trastorno que no va a desaparecer por sí solo y que, por lo tanto, demanda una intervención especializada.
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