Desde hace tiempo, el aire acondicionado, o su versión más avanzada conocida como climatizador, van equipados en los coches. De hecho, a día de hoy, casi se hace impensable un automóvil que no disponga de esta tecnología cuya función es la de enfriar y mantener una temperatura óptima en el habitáculo. ¿Cómo funciona este sistema y cuánto gasta? ¿Ahorraremos más combustible si abrimos las ventanillas? Lo analizamos.
Aunque el aire acondicionado del coche ha ido evolucionando y mejorando a lo largo de los años, ahora esta tecnología de climatización es más avanzada y precisa e incluso permite ajustar la temperatura por zonas (bizona, trizona o hasta de cuatro o cinco), su principio básico sigue siendo el mismo: coger aire caliente, enfriarlo e introducirlo en el habitáculo.
Y este proceso requiere un consumo de energía. Estos sistemas realizan un trabajo (con rozamientos, resistencias, pérdidas) y no les queda otra que consumir energía para ello. En el caso del automóvil, este consumo se traduce en gasto de combustible (gasolina o diésel) si opera con un motor térmico, o bien de electricidad o gas en otro tipo de mecánicas.
¿Cómo funciona el aire acondicionado de un automóvil?
En esencia, el aire acondicionado de un coche es una máquina de frío que, gracias a varios elementos mecánicos y a un gas que cambia de estado, consigue enfriar el aire y, a la vez, filtrarlo y deshumidificarlo. O, dicho de otro modo, consigue extraer el calor de aire, ya sea el del interior habitáculo, cuando está en modo recirculación (aspira el aire del interior y lo vuelve a impulsar), o el del exterior.
Un aire acondicionado funciona mediante la compresión mecánica de una sustancia que cambia de estado, de gas a líquido (y de líquido a gas), es decir, el gas refrigerante del circuito. Éste realiza un sistema cíclico que se repite continuamente cuando está activado y consta, a grandes rasgos, de los siguientes elementos:
- Compresor: aspira el gas refrigerante y lo comprime, o sea, lo somete a presión, por lo que sube su temperatura.
- Condensador: el gas comprimido pasa a este dispositivo, que es básicamente un radiador (o más bien un serpentín), se condensa (de ahí su nombre) y pasa a estado líquido. Además, este radiador está en contacto con el aire exterior y el líquido resultante está más caliente que el propio aire, por lo que le cede calor.
- Válvula de expansión: el líquido comprimido pasa en un instante a tener mucho más volumen (se descomprime) cambia a estado gas y se enfría todavía más.
- Evaporador: el gas frío pasa por otro radiador, en contacto con el aire, que va al interior del habitáculo y recoge su calor. El aire se enfría y se impulsa con el ventilador a través de las toberas de salida de aireación, normalmente ubicadas en el salpicadero. Y el gas vuelve a comenzar el ciclo hacia el compresor.
¿Cuánto consume el aire acondicionado del coche?
El funcionamiento del aire acondicionado en un vehículo recae principalmente sobre el compresor. Éste se acopla al giro del motor, mediante correa, y cuando debe trabajar lo hace gracias a la fuerza que produce el propulsor del coche. Por tanto, la tarea recae sobre la propia mecánica que, al tener que ayudar al compresor, consume más energía y, por tanto, combustible (o lo que sea que mueva al coche).
Entonces, ¿cuánto aumenta el consumo cuando el aire acondicionado está operando? Pues depende del trabajo que le pidamos en cada momento. Habitualmente, cuanto más caliente esté el aire del habitáculo, cuanto más caliente esté el aire del exterior y cuanto más baja sea la temperatura que programemos en el climatizador, mayor será la tarea del sistema y, por tanto, también lo será el gasto de energía.
En general, se considera que el consumo puede elevarse entre un 5 % y un 20 %, en el peor de los casos. Esto puede ser en la práctica entre un par de décimas y un litro a los 100 kilómetros como mucho (normalmente son sólo unas décimas). Aunque para ser más exactos, en el caso del aire acondicionado, habría que hablar de consumo a la hora, en función del tiempo que esté funcionando el compresor.
Y es que lo habitual en un sistema de climatización moderno es que el compresor se apague y desacople automáticamente en cuanto detecta que no es necesario seguir enfriando el aire, para volverse a encender cuando sí lo sea. Así, cuanto menos esté funcionado el compresor, menor será el consumo. Si la temperatura inicial del interior del coche es de 40º C y queremos bajar la temperatura a 25º C, obviamente necesitaremos menos tiempo que si la queremos bajar a 18º C.
Por otro lado, además de un mayor consumo, al 'tirar' del motor del coche, lo sobrecarga ligeramente, lo que puede traducirse en una ligera disminución de la potencia (ya que el propulsor no opera solamente para hacer girar las ruedas) y, por tanto, de las prestaciones. Esto varía en función de cada sistema de climatización, del propio automóvil y, como hemos señalado, de cuánto hagamos trabajar al compresor.
Se estima que el aire acondicionado resta, aproximadamente, entre 2 y 15 CV al motor. Esto se aprecia más en coches de propulsor pequeño y poca entrega: a partir de los 110 o 120 CV, se nota poco.
Asimismo, en los automóviles modernos, cuando se pisa a fondo el acelerador, el compresor se desconecta temporalmente de manera automática a fin de no poner en apuros al conductor. Y de igual manera, aquellos coches que van equipados con sistemas stop/start, y siempre que el compresor no sea eléctrico, éste se apaga cuando el propulsor hace lo propio en una detención.
¿Aire acondicionado o ventanilla?
La otra gran pregunta es si el aire acondicionado gasta más o menos que optar por abrir las ventanillas. Y de nuevo, depende. A lo largo de los años se han hecho diferentes pruebas en laboratorio, sobre rodillos y con ventilador para simular la resistencia aerodinámica, así como en circuito. Y, tras estos ensayos, la conclusión a la que se ha llegado es que depende de la velocidad a la que circule el coche.
Y es que si bien, más o menos, el aire acondicionado va a consumir prácticamente lo mismo independientemente de la velocidad a la que vayamos, no ocurre así con las ventanillas bajadas. En definitiva, cuanto más aerodinámico sea un coche, menor será su resistencia al viento y, por tanto, consumirá menos.
El problema es que al abrir la ventanilla se empeora la aerodinámica del automóvil, ya que el aire entra en el habitáculo y lo frena (parecido a lo que ocurre con un paracaídas). Esto implica que el motor tiene que hacer más esfuerzo para hacer lo que estaba haciendo, mover las ruedas a fin de que el coche siga avanzando, por lo que se ve obligado a consumir más.
Además, hay que tener en cuenta que el efecto de la aerodinámica sobre el consumo es exponencial, pues varía en función de la velocidad. Si ésta es baja y llevamos la ventanilla bajada, la resistencia aumenta más bien poco y, por tanto, el consumo apenas se incrementa. Pero si circulamos a alta velocidad, la resistencia aerodinámica aumentará notablemente y, en consecuencia, también lo hará el consumo.
Así, se ha determinado que, a partir de entre 80 y 90 km/h, llevar las ventanillas bajadas consume más que si vamos con el aire acondicionado activado. Esto significa que por ciudad sí que podríamos ahorrarnos el climatizador y abrir las ventanillas, pero no así en vías rápidas: circulando a 120 km/h siempre consumiremos menos con el aire acondicionado y las ventanillas cerradas.
Lo que sí podemos hacer, sin embargo, es ayudar al aire acondicionado para reducir en la medida de los posible su incidencia sobre el gasto de combustible. Lo primero, intentar aparcarlo en un garaje o la sombra, así el habitáculo no estará excesivamente caliente y el aire acondicionado tendrá que trabajar poco y simplemente mantener la temperatura.
Pero si esto no es posible y queda a pleno sol, de tal manera que cuando abrimos las puertas parece que estemos ante el mismo infierno, lo suyo es ventilar primero el coche (podemos incluso hacer efecto abanico con la propia puerta para sacar el aire caliente) y luego circular con las ventanillas bajadas durante unos minutos a la vez que encendemos el aire acondicionado. De esta manera, ayudaremos a que el aire caliente se vaya por corriente de convección natural y permitiremos que el climatizador enfríe más eficazmente el interior del automóvil.
Fuente: www.motorpasion.com
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