jueves, 15 de agosto de 2019

CUATRO HÁBITOS PARA QUE NUESTRA FAMILIA FUNCIONE

Vivir en familia nunca ha sido fácil. Sobre todo si hay muchos miembros en ella y de edades muy dispares que provocan que cualquier tema sin importancia se torne en una situación realmente conflictiva. Sin embargo, no queda más remedio que llegar a un entendimiento general con el único objetivo de vivir en paz y armonía.
¿Y ustedes? ¿Sienten que su familia ‘no funciona’? ¿Les gustaría ver que todos sus integrantes viven de manera feliz y con menos enfados? Pues aquí les dejamos cuatro consejos para conseguirlo:


¿Qué valores queremos inculcar?

Hablando se entiende la gente. Bajo esta premisa ya podemos educar a nuestros hijos con los valores de que nosotros estimemos necesarios. Para ello, lo más importante es desde un principio inculcar la importancia que tiene cada uno de los miembros dentro del seno familiar (tanto profesional como personalmente) Pero cuidado, de nada sirve ser completamente autoritario (aunque a veces no queda más remedio según qué edades)  ya que en muchas ocasiones conseguiremos el efecto contrario. De esta forma, se crearán unos lazos afectivos mucho más fuertes donde cada uno se sentirá querido y respetado.

Reunirse es necesario

Con veinte o treinta minutos al día es más que suficiente. Reunirse y hablar sobre los temas cotidianos del día (como por ejemplo qué tal les ha ido a tus hijos en la escuela) es realmente positivo para saber identificar los posibles problemas que muchas veces no surgen sin una charla previa. Esto se torna sumamente difícil con niños muy introvertidos o de pequeña edad. Pero si somos capaces de poner en común ciertas metas a conseguir, después podremos dar pequeños incentivos por cada logro conseguido.

Resolver los problemas cuando surjan

Esto se puede aplicar a nuestro círculo de amigos, aunque en el ámbito familiar es mucho más importante. Cuando surja cualquier situación conflictiva no queda más remedio que ‘coger el toro por los cuernos’ y atajar el problema con el único fin de buscarle una solución. Del contrario, lo único que conseguiremos es que el problema vaya a más. Si vivimos todos bajo el mismo techo, un mínimo roce se puede convertir en un conflicto de proporciones muy negativas para el seno familiar.

Cenar juntos para estrechas lazos

Cenar todos juntos por la noche como colofón final de la jornada es una buena excusa para que todos los integrantes de la familia estrechen sus lazos y pongan puntos de vista en común. Si tenemos niños a nuestro cargo, sería interesante hacerles preguntas del tipo: “¿Y qué tal te ha ido en la escuela hoy?” “¿Has hecho bien la tarea?” También es importante aprovechar este final del día para poner puntos en común, debatir o simplemente limar asperezas. De esta forma cada uno se sentirá importante y verá la importancia que tiene convivir todos juntos.

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