Se apunta al cerebro como protagonista de la investigación en el siglo XXI. Realmente es una necesidad si queremos avanzar en los complejos retos de este siglo, entre los que se citan la ansiedad y la depresión. Son diferentes trastornos, pero, por ciertas semejanzas, en ocasiones son difíciles de diferenciar.
La ansiedad es la expresión de un estado emocional ante un peligro o amenaza, concreto o no, en el que el sujeto se siente inquieto, tenso, fatigado, tembloroso, con sensación de falta de aire, en gran estado de alerta, atemorizado o con excesiva preocupación. Cuando estas sensaciones se experimentan a nivel psíquico hablamos de ansiedad propiamente dicha y de angustia cuando la ansiedad tiene un claro predominio de síntomas somáticos.
Se dice que la ansiedad es patológica cuando su intensidad, su duración o su presentación repetida, van más allá de lo que cualquiera siente en las mismas circunstancias, interfiriendo de forma significativa en la vida familiar, social o laboral del que la padece. La ansiedad no conlleva perdida de la capacidad de disfrute, ni obtención de placer, ni diferencias estacionales, ni variaciones a lo largo del día.
En la clínica habitual, la ansiedad puede ser:
a) Primaria, cuando no hay ningún trastorno orgánico o psicopatológico subyacente (incluida en los cuadros diagnósticos de las clasificaciones internacionales de los trastornos mentales, CIE -clasificación efectuada por la Organización Mundial de la Salud- y el DSM -clasificación de la Asociación Psiquiátrica Americana-) en la que influirían factores genéticos, biológicos, de aprendizaje, estresantes o desencadenantes.
b) Secundaria, la que acompaña a cuadros psiquiátricos, enfermedades orgánicas, ciertos medicamentos, dietas, etc. (ansiedad como síntoma o como síndrome).
Dentro de los trastornos de ansiedad diferenciamos: el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de pánico y la fobia social. Cada uno de ellos con sus características propias.
Dentro de los trastornos de ansiedad diferenciamos: el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de pánico y la fobia social. Cada uno de ellos con sus características propias.
La depresión es una enfermedad compleja.
Es un grupo de enfermedad mental que provoca un alto grado de discapacidad y su forma más grave puede llevar a situaciones irreversibles. Es el estado de ánimo, que genera sufrimiento o malestar persistente; con un amplio espectro de:
a) Síntomas emocionales: nos hace estar tristes, decaídos, melancólicos, aislados, con pérdida de interés, con movimientos disminuidos, lentos y sin fuerzas para seguir hacia adelante, etc.
b) Síntomas físicos: alteraciones del sueño, pérdida de apetito, dolores injustificados, etc. Se activa ante sucesos imaginados o reales que implican acontecimientos psicosociales estresantes, de pérdida, vergüenza, errores, culpa, etc.
Las mujeres son más susceptibles de padecerla. En el anciano la depresión no siempre se manifiesta de forma típica, pudiendo expresarse en forma de deterioro cognitivo (pseudodemencia) o de manera paucisintomática en forma de abandono vital.
Las mujeres son más susceptibles de padecerla. En el anciano la depresión no siempre se manifiesta de forma típica, pudiendo expresarse en forma de deterioro cognitivo (pseudodemencia) o de manera paucisintomática en forma de abandono vital.
La depresión si conlleva la pérdida de interés o de la capacidad de sentir placer, y se encuentra influida por los cambios estacionales, entre cuyas hipótesis están las relacionadas:
a) Con hormonas (melatonina y serotonina) que ayudan a regular los ciclos del sueño-alerta, la energía y la estabilidad del ánimo.
b) Con la alergia al polen que provocaría mayor inestabilidad
c) Con factores sociales, como la presión de tener que estar siempre felices.
b) Con la alergia al polen que provocaría mayor inestabilidad
c) Con factores sociales, como la presión de tener que estar siempre felices.
La asociación de depresión y enfermedades somáticas (diabetes, hipertensión, síndromes dolorosos, fibromialgia, enfermedades neurológicas, etc.) es muy frecuente pudiendo ser una consecuencia de la enfermedad o bien estar inducida por la administración de determinados fármacos. Sin embargo, no siempre es diagnosticada y a veces se soluciona la causa médica a la que está asociada pero no se resuelve el cuadro depresivo, lo que conlleva un mal pronóstico en la evolución de la enfermedad y una disminución en la calidad de vida de los enfermos. Su asociación con los trastornos mentales también es frecuente, predominando en nuestro medio el cuadro mixto ansioso depresivo.
Éste no es un territorio exclusivo del Psiquiatra. En ciertas ocasiones tiene que apoyarse en otras especialidades: Psicología, Neurología, Medicina Interna, Endocrinología, etc.
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