La fatiga por compasión es más frecuente en el personal de salud, pero los cuidadores y otras personas también pueden llegar a padecerla. ¿Por qué es importante prestarle atención? ¿Qué hacer para superarla? ¡Descúbrelo!
La fatiga por compasión ha sido investigada por muchos autores debido a que el número de casos aumenta. Este tipo de fatiga, que puede llegar a ser verdaderamente grave, es difícil de diagnosticar, ya que no es tan conocida como la fatiga ocasionada por el estrés, la ansiedad u otras emociones.
Cuando sentimos compasión por otra persona, queremos usar todos nuestros recursos para ayudarle a que solucione su problema y deje de sufrir, pero esto puede tener un alto costo para nosotros.
¿Qué es la fatiga por compasión?
Este término comenzó a ser usado en la década de los 90, luego de que el psicólogo Charles Figley observara una serie de síntomas en común entre los profesionales de salud, tal como señalan las reseñas históricas sobre este concepto.
Ciertamente, la compasión es un tipo de respuesta que surge cuando observamos el sufrimiento de las demás personas, de forma que nos vemos motivados a solventar su malestar. Por ello, Figley llegó a definir la fatiga por compasión como:
“Una profunda empatía por una persona que sufre, junto con un fuerte deseo de paliar dicho sufrimiento”.
Tal vez no seas un profesional del área de la salud, pero sí un cuidador de personas mayores o de alguien enfermo. Quizás estás en contacto con alguien que ha sufrido un hecho traumático y esto podría afectarte.
Hoy día sabemos que, incluso, quienes se dedican a cuidar mascotas también pueden llegar a padecer de la fatiga por compasión, la cual puede desencadenar una depresión cuando no se le brinda un tratamiento.
Sobre esto, los estudios señalan que, cuando el contexto y las emociones son fuertes, se produce un desgaste a nivel físico, mental y emocional en el que predomina el estrés, la tensión y el conflicto.
¿Por qué se produce la fatiga por compasión?
Tal y como hemos mencionado, esta fatiga se produce cuando tenemos contacto seguido con personas que han experimentado traumas o que viven con dolor emocional. Asimismo, tiene más probabilidades de surgir cuando no practicamos el autocuidado.
Si no existe un equilibrio entre la ayuda que damos a otras personas que sufren, y el deber que tenemos de preservar nuestra salud mental y emocional, entonces nuestra compasión puede arrastrarnos a un sufrimiento similar al de la persona que cuidamos.
La fatiga por compasión también se conoce como síndrome de desgaste por empatía –aunque no está registrado en los manuales de salud mental con ese nombre-, o agotamiento emocional.
¿Cuáles son los síntomas?
Este padecimiento se comporta como el estrés postraumático y puede presentar los siguientes signos:
- Reexperimentación: el cuidador siente que revive el hecho traumático, pese a que no fue el protagonista del mismo.
- Evitación: con aislamiento afectivo o físico de las demás personas.
- Hiperactivación: tensión y alerta constante.
Quien sufre esta fatiga puede llegar a experimentar todo, tal como la persona traumatizada, llegando al extremo de querer evitar lugares relacionados con los hechos traumáticos.
Es por ello que se hace necesario tomar medidas para evitarlo.
¿Cómo podemos evitar la fatiga por compasión?
Aunque algunas investigaciones alertan que la fatiga por compasión no puede prevenirse, sino paliarse, sí hay algunos mecanismos que podemos poner en marcha para evitar el desgaste. Algunas sugerencias para evitar caer en este cuadro son las siguientes:
- Trabajar en las fortalezas propias para no caer.
- Alimentarse sanamente.
- Practicar actividades de ocio.
- Recurrir a técnicas de respiración.
- Practicar mindfulness.
- Hacer ejercicios o tomar caminatas.
- Tener contacto con la naturaleza.
- Hacer mediación o yoga.
- Descansar el tiempo suficiente.
- Evitar caer en la creencia de que puedes resolverlo todo, incluso los problemas de las personas que han vivido traumas.
- Al salir del trabajo, evita repetir lo ocurrido en conversaciones con familiares, ya que esto puede afectar negativamente también a otros miembros de la familia.
- Buscar apoyo en la red de amigos.
- Buscar apoyo en los demás profesionales de salud.
Es imprescindible tener presente que, aunque sea muy doloroso un episodio que otros han vivido, no podremos darle todos los recursos para que se sientan mejor, pues cada persona debe vivir sus procesos a su ritmo.
Si cuidas de otra persona, evita interpretar un papel de “salvador” porque eres un ser humano y haces solo lo que está a tu alcance. Tu bienestar emocional se encuentra en primer lugar y es necesario para poder continuar brindado apoyo a quienes han vivido hechos difíciles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario