jueves, 30 de enero de 2020

PARENTIFICACIÓN: NIÑOS QUE EJERCEN EL ROL DE PADRES


Hay niños que, por diversas circunstancias, ejercen como padres de sus padres. Sus necesidades emocionales son olvidadas y asumen responsabilidades que no les corresponden. Son víctimas de la parentificación.
Son muchos los padres que, debido a sus circunstancias, promueven un intercambio de roles con sus hijos y convierten a estos en padres de ellos. Un fenómeno sin duda que marca a los niños tan fuertemente que es inevitable que en la adultez deje su rastro.


Niños obedientes, atentos, con un sentido de la responsabilidad casi impecable, pero con una infancia robada en parte y con un saco de heridas emocionales que limitan su desarrollo personal. Son las víctimas de la parentificación. Profundicemos.
«Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos».
-Frederick Douglas-
Niño triste mirando por la ventana

¿Qué es la parentificación?

Parentificación es un término utilizado por el psiquiatra Boszormenyi-nagi para referirse a un fenómeno muy común en las familias disfuncionales. Se trata del proceso inconsciente por el que los hijos se convierten en padres de sus padres y asumen por lo tanto una responsabilidad mayor de la que deberían por su edad y madurez.
En la parentificación existe una ausencia de las barreras generacionales que provoca una distorsión en los niños cuando los padres no son capaces de legitimarse a sí mismos.
El hecho de que sea un mecanismo inconsciente tiene su explicación en que, a día de hoy, tratar a los niños como si fueran pequeños adultos está socialmente aceptado, además de que los pequeños ven aumentada su influencia de forma momentánea. Sin duda, una situación que conlleva más adulación que crítica, pero que no deja de ser una trampa mental para las partes implicadas.
De esta forma, se convierten en los encargados de satisfacer las necesidades físicas o emocionales de los padres o incluso de algunos de sus hermanos. Algo que el pintor surrealista belga René Magritte representó muy bien en el cuadro El espíritu de la geometría, en el que un bebé gigante sostiene a un pequeño adulto.
Además, esta situación puede agravarse aún más si los padres padecen algún trastorno mental, como una personalidad narcisista, dependiente o un trastorno límite de la personalidad, entre otros.

El espíritu de la geometría
El espíritu de la geometría, René Magritte

Tipos

Aunque existen varias clasificaciones sobre el proceso de parentificación, una de las más comunes es la que distingue dos tipos de parentificación:
  • Emocional. Se produce cuando los padres esperan que sus hijos los tranquilicen cuando estén alterados o que los protejan de las consecuencias emocionales derivadas de sus actos. De este modo, adjudican a sus hijos el rol de sostén emocional de sus necesidades. Una situación que enmascaran tras la negación de la realidad de sus hijos junto a la justificación -irracional y distorsionada- de que lo hacen por su bien.
  • Física o instrumental. Se trata de aquella en la que se espera que los niños se hagan cargo de las necesidades domésticas o económicas, la preparación de la comida, el cuidado de otros hermanos u otro tipo de responsabilidades que corresponden a los padres.
Entre ambos tipos, la parentificación física o instrumental es considerada menos perjudicial para los niños, ya que asumir roles relacionados con necesidades emocionales puede ser mucho más estresante. En este caso, las necesidades emocionales de los más pequeños quedan olvidadas, llevándose todo el protagonismo las de los padres.
Autores como Hoolper y Wallace afirman que los dos tipos de parentificación están relacionados con trastornos como la depresión, la ansiedad y la somatización.

Las heridas emocionales de la parentificación

La parentificación está considerada como una forma de violencia o maltrato psicológico.
Según un estudio realizado por Earley & Cushway en el 2002, “…la parentalización durante la niñez tiene un impacto en el desarrollo de la identidad y la personalidad del individuo, en las relaciones interpersonales y en las relaciones con los propios hijos durante la edad adulta”.
Además, también se ha comprobado que aquellos adultos que fueron parentalizados durante su niñez son más propensos a desarrollar el síndrome del impostor. Esto es, a experimentar una profunda inseguridad personal, a pesar de haber conseguido grandes logros y éxitos y a pensar que no es gracias a ellos, sino a factores extrínsecos o golpes de suerte.
Como vemos, la parentificación deja su rastro en la adultez, debido a las heridas emocionales que ha generado en los niños y que en algunos casos afecta también a los cónyuges de los adultos parentalizados en su infancia y a sus hijos.
Niña triste
Sin embargo, algunos autores están de acuerdo en que este proceso de inversión de roles puede ser beneficioso en algunos casos. 
  • Por un lado, puede resultar gratificante para las necesidades de seguridad del niño, si este percibe la situación como una señal de reconocimiento y gratitud (Boszormenyi-Nagy & Spark, 2003).
  • Jurkovic ha relacionado los niveles más altos de parentificación emocional con los niveles más altos de competencia interpersonal. En este caso, tiene que ver con el desarrollo del cumplimiento de responsabilidades para el desarrollo de destrezas y capacidades por parte de los niños, que de alguna manera influyen en que se conviertan en adultos más competitivos en la vida.
No obstante, no podemos olvidar que independientemente de estos»beneficios», cada etapa de la vida tiene sus pautas de desarrollo y características y en el caso de la parentificación estas no son respetadas. De ahí que se relacione esta situación con alteraciones en el desarrollo físico, emocional, intelectual y social de los niños. Aunque no se debe perder de vista la situación particular de cada persona.
Por esta razón, no todos los niños que han sido víctimas de este fenómeno tienen el mismo resultado emocional: algunos experimentan altos niveles de funcionamiento, otros bajos y otros tantos una combinación de ambos dependiendo de ciertos ámbitos.
Sin duda, la parentificación es un fenómeno más que nos recuerda la importancia de los vínculos entre padres e hijos y cómo su desarrollo puede influir a lo largo de toda una vida. Una situación que debemos tener en cuenta y ante la que se recomienda terapia psicológica en cuanto sea identificada.

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