Los probióticos pueden ayudar en el tratamiento de la depresión y la ansiedad gracias al eje intestino-cerebro, que conecta la microbiota intestinal con el sistema nervioso central.
En los últimos años, numerosos estudios han postulado la influencia de la microbiota intestinal en la salud humana. Algunas afecciones, como la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica, la dermatitis atópica, el síndrome del intestino irritable e, incluso, los cólicos del lactante, se están intentando tratar con probióticos.
Pero, ¿qué son los probióticos? ¿Cómo actúan en nuestro organismo? ¿Qué influencia puede tener la microbiota intestinal en procesos como la depresión o la ansiedad? Vamos a profundizar en ello.
¿Qué son los probióticos?
Para entender qué son los probióticos, debemos antes conocer el término microbiota intestinal. La microbiota intestinal es el conjunto de bacterias que viven en nuestro sistema digestivo de manera simbiótica, es decir, con efectos beneficiosos tanto para las bacterias como para nosotros y nuestro organismo.
La microbiota es fundamental para la nutrición, pero también para el crecimiento corporal, para el desarrollo del sistema inmunitario y para los procesos inflamatorios, entre otros. De hecho, algunas alteraciones en la misma son capaces de explicar, en parte, enfermedades como la obesidad o el asma.
Entre muchas de estas funciones de la microbiota intestinal se encuentran también, según diversos estudios, la capacidad de estas bacterias para influir en nuestro estado de ánimo y modificar nuestro comportamiento. En este punto entrarían en juego patologías, como la depresión o la ansiedad, que veremos más adelante.
La microbiota intestinal se ve influenciada por numerosos factores, desde el mismo momento de la concepción del ser humano. Desde la forma en que se llevó a cabo el parto -parto vaginal o cesárea-, hasta las condiciones higiénicas, el ejercicio físico, las enfermedades y tratamientos o la alimentación, entre otros.
Por su parte, los probióticos son microorganismos vivos que producen un efecto beneficioso en la salud cuando son administrados en las cantidades adecuadas. Tienen la capacidad de añadirse a la microbiota intestinal y modificarla. Pueden ser administrados a través de suplementos o con los alimentos. Por ejemplo, el yogur es un alimento probiótico.
¿Cómo pueden actuar en el tratamiento de la depresión y de la ansiedad?
La microbiota intestinal y el sistema nervioso central están conectados en lo que se llama el eje intestino-cerebro. Se trata de una comunicación neurohumoral entre estos sistemas que relaciona la función intestinal con los centros cognitivos y emocionales de nuestro cerebro.
Esta conexión tiene lugar fundamentalmente a través del nervio vago, que transmite la información de los nutrientes que llegan al tracto gastrointestinal y regula el comportamiento alimentario. De hecho, algunas bacterias de la microbiota intestinal son capaces de metabolizar algunos nutrientes para producir neurotransmisores.
Por tanto, la microbiota intestinal es capaz de interactuar con el sistema nervioso central, produciendo y degradando neurotransmidores, como la serotonina, la dopamina, la noradrenadina, el GABA, etc. Así mismo, puede producir otros metabolitos y proteger la barrera intestinal. El cerebro, por su parte, también puede modificar la microbiota y sus funciones.
Diversos estudios han demostrado también que la inflamación y la activación del sistema inmunitario provocadas por la microbiota intestinal son la causa, en ocasiones, de ciertos trastornos psiquiátricos, como la depresión o la ansiedad. A esto se une la modificación de los niveles de neurotransmisores de la que hemos hablado anteriormente.
Al actuar en la microbiota intestinal, los probióticos pueden favorecer modificaciones que ayuden a prevenir o a tratar estos trastornos. Por ejemplo, son capaces de reducir los marcadores inflamatorios, inhibir la activación vagal, regular los mecanismos del estrés, promover la síntesis de ácidos grasos de cadena corta y aumentar la disponibilidad de serotonina.
Las especies de probióticos más habituales y con mayores efectos en la ansiedad son los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, así como algunas especies de Clostridium. Sin embargo, deben evitarse otras especies como Escherichia coli, debido a que presentan más efectos negativos.
Los probióticos son especialmente útiles como complemento al tratamiento farmacológico de determinadas patologías, como la ansiedad o la depresión. Por ejemplo, con frecuencia se utilizan en los procesos de retirada gradual de los fármacos ansiolíticos o antidepresivos.
Los probióticos, como moduladores de la microbiota intestinal, pueden actuar frente a trastornos neurológicos, como la ansiedad o la depresión. Esto es posible gracias a la conexión entre el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central que tiene lugar en nuestro organismo a través del eje intestino-cerebro.
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