La música, definida por los griegos como «el arte de las musas» es, según la definición tradicional del término, el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios. Algo que se hace utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psicoanímicos. Son estos últimos procesos de los que se encarga la musicoterapia.
Hace mucho tiempo que el ritmo, la armonía y la melodía que conforman la música se han empleado en tratamientos médicos. Si bien es cierto que la música no cura por sí sola, hoy en día muchos terapeutas apuestan por la musicoterapia como un complemento más en la terapia debido a los beneficios que reporta de forma directa en nuestro estado anímico y a la hora de atenuar los síntomas de ciertas patologías. Estudios médicos demuestran sus efectos sobre la presión arterial, la frecuencia cardíaca e, incluso, la saturación de oxígeno. ¿Impresionante verdad?
«La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu.»-Miguel de Cervantes-
¿Cómo nos afecta la música?
A partir de investigaciones recientes realizadas por la Universidad finlandesa de Jyväskylä, se ha desarrollado un método mediante el cual se puede estudiar cómo nuestro cerebro procesa los distintos aspectos de la música. Uno de los descubrimientos más innovadores de dicho estudio es que las áreas del sistema límbico del cerebro, las cuales se asocian a nuestras emociones, se ven afectadas directamente por el ritmo y la tonalidad.
Estos mismos científicos también han observado que el procesamiento del timbre está asociado con la activación de la denominada red neuronal por defecto, un conjunto de regiones que podría ser la responsable de la actividad que desarrolla nuestra mente mientras está en reposo y que también está vinculada con los procesos de divagación y de creatividad.
Podríamos decir que, al igual que sucede con otro tipo de estímulos, cuando escuchamos música ésta produce en nosotros respuestas de muy diferente tipo. Respuestas que no dejan de ser una representación particular de aquello que nos sugieren las notas que escuchamos y nuestra propia experiencia.
A través de nuestros gustos musicales proyectamos nuestra personalidad y podemos manifestar, por ejemplo, cómo somos, lo que sentimos en un determinado momento o nuestro estado anímico a otros.
«El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos.»-Oscar Wilde-
Musicoterapia para ser felices
¿Os habéis preguntado alguna vez de dónde viene ese sentimiento de bienestar cuando escuchamos una y otra vez nuestra canción favorita? La musicoterapia tiene la respuesta. La activación del núcleo accumbens, al igual que sucede con la atracción sexual o con cualquier experiencia que nos cause placer, hace que nuestro cerebro libere dopamina cada vez que escuchamos nuestras preferencias musicales.
Dos nuevos estudios publicados en el Journal of Positive Psychology, señalan que el estado de ánimo de los participantes mejoró notablemente a corto plazo y su felicidad aumentó al escuchar música positiva u optimista durante dos semanas.
También indica que las canciones tristes tienen el efecto inverso, señalando que la felicidad personal puede considerarse una tarea que se centra en uno mismo. La clave la encontraron en que las personas en lugar de evaluar una y otra vez lo felices que eran, se enfocaban en disfrutar de la situación positiva que estaban experimentando.
Estas investigaciones sugieren que la felicidad se relaciona con una mayor probabilidad de tener un buen comportamiento social, mejor salud física, mayores ingresos y mayor satisfacción en una relación.
«El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla.»-Robert Browning-
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