Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite. Quiéreme y cuídame, porque cuando te fallo, también me fallo. Porque cuando me enfado sin motivo o busco una razón para hacerlo es que algo dentro de mí no está bien.
Quiéreme cuando cometa errores, quiéreme siempre. Puede que tengas motivos para no hacerlo, para huir de mí hasta que pase la tormenta, para abandonarme en el baúl de recuerdos y comenzar a vivir libremente.
«El perdón cae como la lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito, pues bendice al que lo da y al que lo recibe.»-William Shakespeare-
Puede que sí, puede que te haya hecho daño y que aún sientas dolor. A mí también me duele y lo siento. Esa parte de mí también soy yo, al menos en el pasado lo fui o lo estoy siendo ahora mismo.
Por eso, quiéreme cuando menos lo merezca, porque todo me completa, porque también me hace falta librar mis batallas emocionales en voz alta.
Cuando necesito tu apoyo…
Necesito tu apoyo cuando en mis noches no hay estrellas, cuando lloro, cuando grito, cuando me comporto de manera mezquina.
Simplemente, cuando estamos mal necesitamos de los demás. Necesitamos que nos aguanten, necesitamos que nos guíen, saber que existe la incondicionalidad y que, a pesar de todo, somos merecedores de amor. Después de la tempestad, llegará la calma.
Y es que hay veces que el mundo entero se derrumba y cae sobre nosotros. Dicen que no hay mal que cien años dure, que todo es pasajero y que lo que sea que nos duele dejará de hacerlo.
Te pido que te pongas en mi lugar y que intentes comprender que, cuando cometo un error, yo también lo estoy pasando mal. Necesito que me enseñes que el mundo no es un lugar hostil en el que los ataques se efectúan cuando más débil estás con la intención de que no puedas levantarte.
Cuando estamos en plena tormenta y a esta le acompaña un tornado, perdemos el control.
Puedo regalarte lo mejor y lo peor de mí
Porque, aunque hoy mi error envuelva de negrura tu mundo, sé que sabrás perdonarme, sé que sabes que merezco la pena (y la alegría) y que juntos progresaremos mejor.
Soy ese hijo que saca malas notas, esa novia que se enfada, ese marido que es un desastre, esa madre que no te suelta, ese profesor que se equivoca, esa niña que ha roto un jarrón, ese perro que ha destrozado un cojín, ese trabajador que ha olvidado realizar una tarea, esa persona que ha sido injusta contigo…
Porque, en todas y cada una de esas situaciones, necesito que me quieras. Porque soy el mismo o la misma que merece tu amor cuando todo va bien, cuando todo es sencillo y cuando no te disgusto.
Mis errores y mis desaciertos son propios de mí, de nosotros y de nuestras circunstancias. Ellos corresponden a un porcentaje de desgracias que nos hacen valorar las alegrías. Son lecciones que, con el tiempo, se convierten en experiencias.
Quédate con quien conozca tu peor versión y, en vez de irse, se quede y te ayude a mejorar
Cuando te ofrezco mi peor versión me siento triste, me derrumbo y me culpabilizo por no haber sabido estar a la altura. Quiero perdonarme, pero para eso también te necesito.
Entiendo la importancia que tiene lo ocurrido, entiendo que a veces no vemos otra opción que el castigo, entiendo que el enfado nos nubla y entiendo que nuestra razón se va de paseo. Pero tu consuelo, tu aceptación y tu comprensión me ayudará a ser, siempre, un poco mejor. Quiéreme, aunque no me lo merezca, no hay duda de que será cuando más te necesite.
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