Hace un tiempo hubo una serie norteamericana, Lie To Me (Miénteme), en la que un psicólogo lideraba una empresa a la que contrataba el FBI para investigar si un presunto sospechoso decía la verdad o no.
A pesar de lo fantasioso del programa, en realidad hay una parte de la criminalística que se encarga de estudiar gestos, rictus, arrugas, miradas, para determinar si alguien miente o no, si alguien inventa o recuerda, en resumen, si alguien puede ser culpable o inocente.
Pues hay una nueva disciplina (la verdad, no tan nueva) que estudia el paso de las emociones por el rostro, la huella que dejan grabada los traumas o la violencia que se hayan vivido, y quienes la utilizan aseguran que incluso puede ayudar a evitar tendencias agresivas.
La psicomorfología, ¿es posible reconocer a un asesino?
Por muchos considerada pseudociencia, esta rama de la psicología analiza las facciones como un todo y la manera en que, como mencionamos, las emociones, pensamientos y experiencias quedan tallados en nuestra cara.
La mirada, el rictus de la sonrisa, hasta el tamaño de nuestra nariz dicen más de nosotros que cualquier palabra.
Según los autores del libro Las caras del mal (Esther Mellado y Deogracia Mellado Piedra),
“la psicomorfología facial ayuda a conocer al milímetro al individuo y a saber con antelación sus posibles reacciones y comportamientos”.
Aunque, aclaran enfáticamente, no consiste en decir si alguien es bueno o malo. En este interesante libro analizan los rostros de numerosos delincuentes, entre los que se pueden contar parricidas, pederastas, terroristas, dictadores y magnicidas, para averiguar qué pudo haberles llevado a ser como fueron.
Porque aquí estaría el meollo del asunto: si las experiencias quedan marcadas en nuestro rostro necesariamente lo modifican, hasta el punto de que en él se vería reflejado eso en lo que nos hemos convertido, incluso en lo que queremos ocultar.
Lo que puede hacer la psicomorfología
Más allá de sus detractores, indudablemente es una disciplina apasionante. Los rasgos se estudian en su conjunto, no por separado, y evidentemente no se puede saber, tras analizar un rostro, si esa persona va a matar o a cometer otro crimen, pero sí se puede deducir psicológicamente cómo es, y en tanto esto prevenir ciertas tendencias.
Un claro ejemplo lo ilustran con el análisis de la “Bella Bestia” Irma Grese, famosa criminal nazi, y de ella dicen:
“Podemos ver fotografías anteriores a su etapa perversa en las que su mirada es angelical. Si observamos las imágenes posteriores veremos cómo su expresión ha cambiado totalmente. Puede deducirse que algo dramático y violento ocurrió en su vida y que por ello actuó de la forma en que lo hizo”.
Naturalmente, no todas las personas a quienes les ocurren cosas malas en la vida se convierten en asesinos, habría también que considerar ciertas patologías o psicopatías que les permiten estas tendencias.
Sin embargo, no deja de ser enriquecedor este aporte de la psicología, que no sólo sirve para “revelar” a violadores o asesinos, sino también como herramienta para los departamentos de recursos humanos de algunas empresas, interesadas en el potencial de los individuos.
Fuente: es-posible-leer-la-maldad-en-el-rostro
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