viernes, 24 de junio de 2016

LA ADOLESCENCIA IMPONE RETOS TANTO A LOS HIJOS COMO A LOS PADRES



La adolescencia es un período difícil, no cabe duda. Lo más común es que el adolescente se torne rebelde, retraído e independiente ante los ojos de los padres. Los padres, por su parte, se sienten desesperados y hasta pierden los estribos en ocasiones ante las conductas impredecibles de los hijos y ante lo increíble que resulta ver que aquél que fue un niño encantador y obediente, ahora es un joven contradictorio y problemático… Es así que la adolescencia impone retos tanto a los hijos como a los padres.

¿Qué cambios son esperables en la adolescencia?


Según estudios realizados, en este período los jóvenes experimentan cambios importantes que determinan posteriormente rasgos de su personalidad como adultos. Entre las características fundamentales de esta etapa que se presentan en el individuo se encuentran, por ejemplo, un estallido emocional significativo, el compromiso social, la búsqueda de lo novedoso y lo desconocido, así como la exploración creativa.
Todas estas características que emergen en el joven determinan su conducta frente a las diversas situaciones y la necesidad de definir su propia identidad. El adolescente precisa, entonces, mostrarse como un individuo independiente, dueño de sus decisiones.



El cambio emocional en la adolescencia: Posibles razones


El estallido emocional en la adolescencia suele atribuirse a “las hormonas”, pues normalmente durante este período se dan también ciertos cambios físicos, propios del desarrollo, que hacen mucho más evidente el paso de los jóvenes por este período. Malas contestaciones, gestos de desagrado, evidentes manifestaciones de desacuerdo, son escenas que viven casi todos los padres de adolescentes.




La adolescencia y el cerebro humano


De acuerdo a algunas investigaciones, estos cambios emocionales se deben más bien a modificaciones que se producen en el cerebro. Durante el periodo de la adolescencia, comprendido generalmente entre los 12 y los 24 años, ocurre una reducción de las neuronas y de las conexiones que se establecen entre ellas. Simultáneamente, la sincronización del flujo de información ocurre de forma más rápida y eficiente. Ello significa que a la vez que se reduce el número de neuronas, se fortalecen las conexiones ya existentes, por lo que el cerebro se integra más y se remodela. La consecuencia de este proceso de remodelación se manifiesta en un binomio de vulnerabilidad – oportunidad.


Adolescencia y familia


Un adolescente en la familia siempre es un motivo de preocupación. Normalmente se asumen sus majaderías como problemas conductuales o de simple disciplina. Los miembros de la familia y los padres, sobre todo, se sienten frustrados ante el comportamiento de sus hijos. Sin embargo, conociendo ya que se trata de algo prácticamente inevitable por los cambios cerebrales de los que hablamos, es posible reflexionar y encontrar formas de lidiar en forma saludable con nuestros adolescentes.


¿Qué hacer desde nuestro lugar de padres?


La adolescencia es un período de prueba para todos. Es una época para reflexionar acerca de nuestra conducta hacia nuestros hijos y comenzar a respetar su espacio, sin prejuicios. Es necesario dejar que experimenten lo que necesitan vivir por sí mismos y ofrecerles la confianza suficiente para compartir sus experiencias, en el momento en que ellos decidan hacerlo.


Los padres debemos evitar soñar por nuestros hijos o pretender que éstos hagan realidad nuestras propias ambiciones. Los adolescentes necesitan tener sus propias metas, sus propios objetivos y si bien la guía de los padres siempre resulta de gran ayuda, no puede tratarse de un apoyo forzado. Es imprescindible que los padres se vean como individuos independientes de sus hijos. Esto les ayudará a reconocer el derecho que ellos tienen a decidir, aceptar, rechazar y emprender cambios en sus vidas.
Ciertamente, debemos hacer el esfuerzo para quitar el halo de negatividad que pesa normalmente sobre la adolescencia y aprender a verla como una etapa magnífica, como una oportunidad para fortalecer las relaciones con los hijos. Es una etapa para conocer lo que está pasando en sus mentes y fomentar su creatividad y los mejores valores que afloren en ellos. Si tu hijo está transitando este período, acompáñalo y aprende con él; conócelo, ámalo y acepta que está comenzando a decidir, a elegir su propio camino…

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com
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