De las costumbres y manías tecnológicas que no comparto con mucha gente podría rescatar varias: lo de tener un serio problema con las selfies, lo de las fundas horteras que ocultan trabajados diseños industriales, la costumbre de tener la lente de la cámara llena de grasa y arruinar las fotos nocturnas, las pantallas de inicio caóticas... pero hay una que me supera especialmente: comparar y valorar smartphones en base a sus especificaciones, un error terrible. Las especificaciones son una medida relativa, unidimensional, una mera aproximación en el mejor de los casos. Para que se entienda mejor, ahí va una comparativa entre dos smartphones, A y B, en base únicamente a sus especificaciones.
A priori, parecen dos smartphones muy similares. Incluso apurando, el A sería mejor que B, ya que tiene algo más de batería y una mejor cámara frontal. Oh, wait... El smartphone A es el Samsung Galaxy S III, el smartphone B es el iPhone 6. Sorpresa. No valoro si Android es mejor que iOS o viceversa, este debate no va por aquí. Objetivamente, el iPhone 6 tiene mejor pantalla, mejor autonomía, mejor rendimiento y mejores cámaras que el Galaxy S III. Para algo se ha presentado dos años y medio más tarde, claro. Mirando únicamente la hoja de especificaciones, esto no podría saberse.
Para que esto no se interprete como una alabanza encubierta a Apple, que mis alabanzas y mis críticas me gusta hacerlas públicas, y ya que hay que contar con las diferencias entre iOS y Android, ahí va una nueva tabla entre otros dos smartphones algo más coetáneos, el C y el D. En teoría, casi idénticos.
Misma batería, misma pantalla, misma RAM, mismo procesador (en cuanto a especificaciones), tamaños de pantalla muy similares... El smartphone C es el Nexus 6, el smartphone D es el Samsung Galaxy Note 4. Una gran decepción frente a uno de los mejores smartphones del año. El Note 4 tiene una mayor autonomía, un mejor rendimiento, mejor cámara, su pantalla es mucho mejor... Una vez más, ciñéndonos a las especificaciones esto no sería notable.
Vamos a afinar un poco más: pantallas. Esta vez, sin tablas. Podríamos pensar que la pantalla del LG G3, 5.5" 1440 p, es mejor que la del HTC One M8, 5" 1080p, por poner un ejemplo. Ni hablar. El panel del One M8 tiene mucho mejor contraste, brillo, ángulos de visión y temperatura de color que el panel del G3, que puedo suponer que por querer ser el primer gran fabricante en incorporar una pantalla con esta resolución sin querer subir el precio hasta los 700 dólares renunció a cualquier cosa parecida a la calidad en el panel. En última instancia, un Moto G 2014 es mejor terminal en muchos aspectos que algunos gama media-alta y alta de ese mismo año, aunque sus números no digan lo mismo a priori. Algo similar ocurre con el Note 4 y el Note Edge: casi idénticos en números, muy distintos en cuanto a experiencia.
Piensen en más ejemplos, que hay de sobra. Con las cámaras, por ejemplo. Harta escuchar que es mejor la de un smartphone X que la de un Y porque tiene 20 megapíxeles en lugar de 13. O que un procesador octa-core es instantáneamente mejor que un quad-core. De verdad, las especificaciones son lo menos importante de todos los factores importantes que tiene un smartphone. Anclarse ahí es un error, el desempeño real de un producto y de sus partes es algo que no cabe en una hoja de especificaciones. Sólo sirven para hacerse una remota idea de cómo es.
Fuente: http://hipertextual.com
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