viernes, 11 de septiembre de 2015

LA IMPORTANCIA DEL CLIMA EN LA ARTRITIS



















Una de las formas más comunes de artritis es la artritis reumatoide. Millones de personas la padecen en todo el mundo y algunos, además de luchar por encontrar el tratamiento que atenúe el dolor que les provoca esta enfermedad, también eligen cuidadosamente su lugar de residencia en función del clima. A día de hoy sabemos que unas condiciones de temperatura y humedad adecuadas pueden evitar que los síntomas empeoren y el dolor se agrave pero, ¿de qué condiciones estamos hablando?

A nivel general, los climas fríos y lluviosos son los que más daño hacen a las articulaciones. Las bajas temperaturas hacen que los músculos se contraigan y que las articulaciones se vuelvan rígidas. Sin embargo, el más desfavorable de los escenarios se da en combinación con una alta humedad. La explicación está en que la presión atmosférica, más baja en los climas lluviosos, provoca la expansión de los tejidos y, consecuentemente, dolor en las articulaciones. Esto es algo que también sucede en zonas de climas muy cambiantes. Cuando el tiempo va a variar, la presión de la atmósfera también disminuye y los tejidos se hinchan. Entonces, lo que para la población general pasa desapercibido, para las personas con artritis puede suponer un dolor intensísimo. Los traumatólogos explican que esto se debe a que las personas con daño en las articulaciones tienen receptores de presión alterados que son capaces de detectar los cambios súbitos de presión. 
Pero no todos los factores son marcados únicamente el clima. A veces, las costumbres asociadas a él son tan o más decisivas. Revisando varios estudios sobre las consecuencias del tiempo, dos investigadores* llegaron a una sorprendente conclusión sobre las altas temperaturas. A menudo se piensa que, como el calor aumenta la humedad absoluta, puede sentar mal a las personas con problemas articulares. Sin embargo, tras analizar varios casos, estos investigadores se dieron cuenta de que, al usar ropa ligera, utilizar aire acondicionado y pasar más tiempo en espacios abiertos, lo que sucede es que se reduce la humedad en contacto con la piel. Al memismo tiempo, se dieron cuenta de que el frío, la protección de la ropa y estar dentro de una vivienda, son factores que proporcionan a nuestro cuerpo una especie de microclima de elevada humedad que puede llegar a ser perjudicial en casos de artritis.
El curioso efecto de las tormentas
¿Sabías que las tormentas también pueden afectar a las personas con artritis? Así es. Resulta que en los instantes previos a una, antes de que se provoque, se experimenta en la atmósfera una carga anormalmente alta de iones positivos, una especie de desequilibrio en la carga de electricidad atmosférica. La sensibilidad natural de nuestro organismo se basa en la transmisión natural de electricidad de un lado a otro. Cuando los receptores nerviosos están sobrestimulados, como en este caso, el dolor en viejas lesiones o en las articulaciones afectadas por la artritis, aumenta. Paralelamente, una vez que pasa la tormenta y por efecto de la lluvia, los iones negativos producidos refrescan la atmósfera permitiendo una sensación de relax que la gente con lesiones articulares percibe especialmente.   
Para concluir, podemos señalar que, aunque los climas no son la causa de la enfermedad, sí que influyen en su desarrollo, por lo que para paliar sus síntomas, resulta fundamental conocer sus efectos. De hecho, una de las medidas que podemos poner en marcha para aliviar el dolor es la de las ‘curas de clima seco’, que básicamente consisten en pasar unas semanas en una zona con poca humedad para que la inflamación de los tejidos disminuya y, como consecuencia, el dolor en nuestras articulaciones también. 

Fuente: Wiebe Patberg, Universidad de Groningen. Johannes Rasker, Universidad de Twente.

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