martes, 29 de septiembre de 2015

MSI GS30 SHADOW: EL PORTÁTIL QUE QUERÍA SER SOBREMESA

MSI GS30 Shadow: El portátil que quería ser sobremesa
MSI parecía haber dado con la solución que muchos gamers habían estado buscando durante años. El GS30 Shadow de la marca se presentaba como un portátil diferente al resto, ya que si por un lado aparentaba ser un Ultrabook de 13 pulgadas similar a los que podemos encontrar en el mercado, por otro lado nos sorprendía con una peculiar estación de carga que reunía altavoz con subwoofer, puertos de conexión, bahía para disco duro y, lo más importante, conexión PCI-e para una tarjeta gráfica de grandes dimensiones. ¿Es este el portátil perfecto? Síguenos tras el salto y salgamos de dudas.




Estéticamente estamos ante un equipo que sigue la línea de toda la gama de MSI, con un diseño negro mate y el inconfundible logotipo del dragón de la gama gamer de MSI. Es ligero, muy ligero, y sus 13 pulgadas hacen que las dimensiones se mantengan muy bien, obteniendo un equipo realmente portátil y cómodo de llevar. El bisel frontal está decorado por una franja iluminada que resulta atractiva de primeras, pero que acaba cansando con el tiempo y que lamentablemente no podremos ni apagar ni ajustar en intensidad.
A sus lados tenemos dos puertos USB 3.0, HDMI, Ethernet, audio y auriculares, lector de tarjetas SD, ranura de seguridad y conexión de corriente eléctrica, pero es en su zona trasera donde se esconde la joya de la corona. Hablamos del slot PCI-e que dará vida al gigantesco dock que acompaña al equipo, aunque de él hablaremos más adelante. Las entrañas del MS30 que hemos podido probar no defraudan, ya que encontramos un procesador Core i7-4870HQ a 2.50 GHz, 16 GB de RAM, un RAID de discos SSD de 256 GB y gráficos Iris Pro 5200 integrados que cumplen en tareas de no demasiada exigencia. ¿Y aquellos que necesiten el máximo potencial gráfico para los últimos juegos del mercado? Ahí es donde entra en juego el dock.
No hace falta decir que estamos ante un accesorio grande, tosco y pesado. En su interior se esconde una fuente de alimentación micro ATX de 450 W, una gráfica de doble slot (no incluida de serie) y un hueco para un disco duro adicional, todo ello gestionado por una pequeña placa base encargada de hacer la magia y recibir la conexión directa del portátil. La gráfica suministrada por el fabricante para las pruebas era una Nvidia GeForce GTX970, la cual se podía colocar perfectamente en el hueco del dock, ya que el hueco preparado para a gráfica es capaz de albergar a otras de mayor tamaño, como una Titan X, por ejemplo.
A la hora de usar el portátil nos hemos encontrado un equipo realmente cómodo de llevar, ya que con sus 1,2 kilos de peso transportarlo es como si no lleváramos nada. Su procesador nos ha ofrecido un excelente rendimiento en tareas como la edición básica de vídeo, aunque obviamente a nivel de gráficos no podíamos exigirle demasiado, ya que si la Iris Pro 5200 rinde muy bien con algunos juegos, la cosa cambia cuando arrancamos títulos más nuevos y de peso. Pero este GS30 Shadow presume de dock jugón, y cuando está enchufado a dicho accesorio su potencial gráfico se dispara. Los resultados son realmente sorprendentes, y dejan claro una vez más, que como una gráfica de escritorio no hay nada. El rendimiento y funcionamiento justifican la propuesta de MSI, aunque ya hablaremos más tarde de las conclusiones finales.
Lamentablemente la pareja tiene un pequeño problema que difícilmente entendemos. Cuando conectamos el GS30 al Gaming Dock, el equipo apaga automáticamente la pantalla y nos obliga a usar un monitor externo. Esto, además de desaprovechar la excelente pantalla del equipo (nos ha sorprendido incluso en exteriores), obliga al usuario a adquirir un monitor externo para poder utilizar el equipo mientras está acoplado al dock, aumentando obviamente el presupuesto final a la hora de contemplar la compra.

Tenemos sensaciones de todo tipo con este GS30. El portátil nos resulta realmente atractivo, con un potencial espectacular que ha sabido encontrar el hueco necesario para mantener unas dimensiones de Ultrabook, sin embargo, tanto poder acaba pasando factura, y la autonomía de la batería logra alcanzar a duras penas las 3 horas de uso, una cifra que refleja claramente la necesidad de energía del Core i7 que se esconde en el interior. El Gaming Dock por su parte peca del grave error del monitor externo (esperemos que se pueda solucionar con alguna actualización de BIOS o algo similar), aunque en líneas generales nos ha gustado, ya que multiplica la vida del portátil. Básicamente porque el conjunto está muy bien pensado, por un lado el portátil cuenta con un excelente procesador y una serie de componentes que podrán dar guerra durante varios años, necesitando únicamente actualizar la gráfica cuando nuestra exigencia gamer lo pida. Cambiar de gráfica será un proceso bastante sencillo, e incluso podremos ampliar la capacidad de almacenamiento con un disco duro que colocaremos en el interior del dock.
Pero no todo es color de rosa, y aquí en donde entre en juego el precio. La etiqueta de este equipo con el dock es de unos 1.700 euros (con 8 GB de RAM y 256 GB SSD), al que tendremos que sumarle la tarjeta gráfica externa y el monitor. En el caso de que te interese la GTX970, existe un pack de 2.400 euros con el que llevarte la gráfica ya incluida, aunque seguirás necesitando el monitor externo para usarla. Lamentablemente el Gaming Dock no se vende por separado, ya que ningún otro equipo de la marca es compatible con este sistema. Suponemos que el éxito del GS30 determinará el futuro del Gaming Dock, aunque sería interesante disponer de una versión independiente que eliminara elementos como los altavoces 2.1 que incluye, para conseguir reducir el precio final.
Como decíamos, en su conjunto, el equipo podría durar bastantes años sustituyendo únicamente la gráfica cuando lo necesitemos, aunque la autonomía del portátil y el precio del conjunto pesan demasiado en la valoración final. Curiosamente, por separado podrían no tener demasiado éxito, ya que mucho nos tememos que el Gaming Dock tendría un precio bastante desorbitado, mientras que el portátil con su delicada batería no sabría encontrar hueco entre sus competidores. Están condenados a entenderse, y eso repercute en la cartera del usuario. Una vez más, queda demostrado que la configuración perfecta requiere un importante desembolso, y este GS30 es un ejemplo más de como el equipo perfecto (o casi perfecto) sigue siendo inalcanzable para la mayoría de mortales.

Fuente: http://es.engadget.com

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