Una cuestión de categorías. El que use iPhone, Apple Watch y iPad, sabrá que en algún momento se genera la duda o el conflicto de plantearse qué dispositivo de utilizarse en cada situación. No se trata ya de una cuestión de tamaño de pantalla, sino de saber combinar el potencial de cada dispositivo para poder lograr la máxima productividad en el flujo de trabajo.
Uno podría pensar que estando tanto iPad como iPhone en la misma plataforma, habría una duplicidad de funciones. Y de hecho la hay, lo que sucede es que es el usuario quien debe marcar la diferencia de utilización de los dispositivos. Con el Apple Watch podría suceder algo parecido, pero por la propia configuración del equipo, su forma de utilización es ya de por sí diferente. Esta ha sido mi experiencia:
Apple Watch
Es el equipo más cercano, o como dirían en Cupertino, más personal. Podría limitar el potencial del Watch a un mero gestor de notificaciones o una manera de estar informado de diferentes avisos o datos sin necesidad de sacar el iPhone del bolsillo, pero Lo cierto es que va mucho más lejos. Desde mi perspectiva, el reloj se sitúa en primera línea de batalla y desde ahí consigue mucho más de lo que inicialmente podríamos pensar.
- Ahorro de tiempo: Los que hayan utilizado un smartwatch durante un plazo razonable, sabrán que bien gestionado, es un dispositivo que puede filtrar a la perfección la información que nos llega. Para ello es fundamental configurar las notificaciones y evitar todas aquellas que no sean imprescindibles. No hay que tener piedad: todo aquello que no sea prioritario no debe llegar a nuestra muñeca. En mi caso, utilizo una cuenta de correo específica para boletines y altas en webs o servicios, con lo que sé que todo lo que llega ahí no es, desde luego, urgente y no se activa ninguna notificación.
- Gestión de citas y recordatorios: Reconozco que me costó acostumbrarme, pero al cabo del día repito el famoso "Oye, Siri" no menos de dos o tres veces, y tras ello la orden concreta. Bien usada, la combinación Siri+Apple Watch es muy efectiva a la hora de crear citas o reuniones, o incluso de cambiarlas de hora y día. Otro tanto sucede con los recordatorios, que ahora están a un giro de muñeca de distancia. Antes era más proclive a activar Siri mediante la pulsación del botón, pero he descubierto que girando la muñeca y de viva voz es todavía más rápido y efectivo (sobre todo, conduciendo).
- Las respuestas rápidas y emoticonos: Decíamos que Apple Watch es sinónimo de ahorro de tiempo, lo que equivale a productividad, y es que todos los minutos que rasquemos a lo largo del día podrán ser invertidos en otra tarea. Así, el reloj es perfecto para poder responder sobre la marcha aquellas consultas urgentes o que necesiten de una respuesta rápida, y para eso he configurado una serie de respuestas que sirven en muchísimas ocasiones, o si no, siempre está la opción de un emoji, con el que nunca se queda mal y se transmite el mensaje.
iPhone 6 Plus
En la segunda 'línea defensiva' se encuentra el iPhone, que es, en realidad, mi centro de operaciones ¿Por qué digo esto? Porque pese a que es posible que no todas las respuestas o tareas las ejecute en él, sí que revisaré o reasignaré las prioridades a tareas que vayan llegando. Si en el Apple Watch atendía lo urgente y me informaba de una manera somera de lo que sucedía, en el iPhone puedo organizar esta información, aunque no necesariamente trabaje sobre ella.
- Gestión del email: aunque si bien es cierto que muchos correos electrónicos pueden ser respondidos desde el Watch, yo sigo prefiriendo utilizar el iPhone para los mails urgentes y que no deban esperar. Por otro lado, en el smartphone tengo acceso a las carpetas que previamente he organizado en función de la temática o remitente.
- Asignar y organizar tareas: empleo Todoist o incluso Recordatorios para organizar todas aquellas tareas que llegan por mail o mediante llamadas de teléfono. En el iPhone y utilizando los widgets, esto se hace en un par de toques. La idea es dejar todo bien atado sobre la marcha para luego poder trabajar en esas tareas más adelante.
- Gestionar la agenda: ver la disponibilidad de cara a citas es muchísimo más rápido en la pantalla del iPhone y como siempre lo llevo encima, tengo el control en todo momento de lo que viene por delante y en pocos segundos puedo organizar todo. En lo que respecta a la entrada de datos, uno con menos frecuencia Siri que en el Watch.
iPad Pro
En su día opté por un esquema de trabajo íntegro en iOS y lo cierto es que no me arrepiento, y en este escalado de pantallas, mi nivel superior termina aquí. En el iPad Pro es donde redacto los correos electrónicos más largos, trabajo con hojas de cálculo, Prezi, y ofimática en general, aprovechando para ello su faceta de híbrido al utilizar el Smart Keyboard. Cuando trabajo en algo concreto que requiera concentración, le pido a Siri que active el modo "no molestar" (por desgracia, no me permite hacerlo en el Apple Watch) y así voy trabajando en la misma plataforma, pero con tres enfoques completamente diferentes.
En realidad, no es el sistema operativo lo que marca la diferencia, puesto que es el mismo, y el tamaño de pantalla tiene su incidencia definitiva en el Apple Watch, pero lo que realmente cambia en el uso de estos tres equipos es cómo cada uno los exprime en beneficio propio para cada situación. Lo bueno del asunto, además, es que la integración entre ellos es completa y así puedo enviar documentos o fotografías desde el iPhone al iPad empleando AirDrop (y viceversa), o bien atender una llamada con el reloj mientras redacto un documento en el iPad y sin sacar el iPhone del bolsillo.
Fuente: http://m.applesfera.com
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