En la historia de las tarjetas de memoria ha habido muchos contendientes a llevarse el mercado, pero sólo un tipo logró estandarizarse por ser, técnica y económicamente la más viable.
La importancia de las tarjetas de memoria en la era de la foto digital es absoluta, al igual que el carrete lo fue durante la etapa analógica. No se puede concebir el tiempo anterior a los smartphones sin ellas, en los muchos tipos que existían. Pasar de poder disparar 30 fotos a 1000 ó 2000 sin descargarlas fue revolucionario, tanto por la economía como por la posibilidad de dejar de lado preocupaciones e inmortalizar absolutamente cada momento. Para hablar de cómo las tarjetas SD (Secure Digital) y sus derivadas se convirtieron en el estándar de facto, es preciso conocer el contexto previo.
Cuando las cámaras digitales emergieron, no estaba demasiado claro cómo se iban a almacenar las fotografías. El almacenamiento interno, además de muy caro en la época, era minúsculo para las cantidades requeridas. Por ello, las compañías debían buscar soluciones de almacenamiento externas. Pero la época tampoco daba muchas alegrías en ese sentido.
Las primeras apuestas fueron muy conservadoras, con cámaras que utilizaban soportes arcaicos como diskettes, CD-ROMs de tamaño reducido, etc. Sin embargo, desde 1994 existía, por ejemplo, el formato de tarjetas Compact Flash, de tamaño mucho más reducido y con unas posibilidades que han hecho que hoy en día aún esté en uso en cámaras profesionales.
A partir de ahí comenzaron a aparecer diferentes propuestas como SmartMedia, de Toshiba, y Miniature Card, desarrollado por Intel. La primera, que ganó más tracción, se enfrentó a limitaciones como 128 MB, que en su momento era una cifra muy alta, pero a la larga resultaba escasa. Al mismo problema se enfrentó Sony con sus Memory Stick de 1998, por lo que tuvieron que lanzar las Memory Stick Pro.
El triunfo de las tarjetas SD se encuentra en su tamaño, velocidad, facilidad de extracción y en su objetivo universal frente a soluciones propietarias.
Para ese momento, ya había sido creada la SD, basada en las tarjetas de memoria existentes MultiMedia Card (MMC) que, pese a contar con un tamaño similar a de las SD actuales, llegó a servir de ampliación en los teléfonos móviles de años posteriores (aunque, sobre todo, con el formato reducido equivalente a las actuales microSD, RS-MMC). Las SD comenzaron a ganar apoyos y a mostrar que los estándares propietarios en este sentido eran absurdos y sólo traían complicaciones para el consumidor. Pese a esto, Olympus y Fujifilm lanzaron otro formato más, xD-Picture Card, que fue el último en caer en batalla debido a su poca representación en el mercado y al alto coste de las tarjetas.
Las tarjetas de memoria SD eran pequeñas, rápidas y permitían capacidades almacenamientos de gran tamaño. Además, cualquier marca podía y puede adoptarlas y el coste para el consumidor es bajo, por lo que este nunca rechazaba modelos por el coste de las tarjetas, que es una situación que llegó a darse cuando adquirir 1 GB de almacenamiento podía suponer un desembolso de 100€. Además, las compañías que forman parte de la SD Association siempre se han encargado de hacer evolucionar el estándar a un buen ritmo.
Esto es muy apreciable en el paso del tipo de tarjeta SD a su variante SDHC, que superaba la barrera de los 2 GB hasta los 32, o más tarde con SDXC, que aumentaba el límite hasta 2 TB, una cifra que aún no se ha alcanzado. Lo mismo ocurrió a las tarjetas de pequeño tamaño. Primero fue la miniSD, a la que RS-MMC y Memory Stick Micro intentaron plantar cara. Compitieron en distintas marcas pero el resultado acabó siendo similar al de sus hermanas mayores: la aparición de las microSD acabó con toda la competencia, hasta estos días.
Sobre cuánto tiempo les queda de vida es difícil hacer estimaciones. Parece que en el sector profesional están muy vivas y adaptadas a 4K, 8K y vídeo en 360º. En el sector móvil, terminales como el Galaxy S6 prescindieron de la ampliación por tarjetas, dejando solo espacio para el almacenamiento interno. Este año, una de las bazas del Galaxy S7 es volver a contar con lector de tarjetas microSD. Pese al avance que hay en memorias NAND internas, tiene sentido que las microSD sigan dominando, ya que se generan más datos (vídeo en 4K) que nunca antes.
Fuente: Por qué la SD se hizo la “estándar” de las tarjetas de memoria
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