lunes, 17 de abril de 2017

QUÉ PASARÍA SI ALGUIEN VENDIERA TU VIDA EN INTERNET


Qué pasaría si alguien vendiera tu vida en internet

Vivimos un momento crucial en cuanto a la gobernanza de internet. “Hackeos”, “crackeos”, “filtraciones” y “ciberseguridad” se han vuelto parte de nuestro lenguaje cotidiano. Ni qué decir de “emojis, “stories” o “posteos”. 

Pero mientras todo es alegría y diversión en nuestros muros de Facebook, en nuestros videos de YouTube y en nuestras páginas de internet favoritas, el internet vive uno de sus momentos más álgidos en cuanto a las leyes y reglamentaciones que se discuten alrededor del mundo. 

¿Qué, dónde y hasta qué punto debería una compañía retener los datos que compartimos? 

¿Debería un gobierno poder acceder a nuestras conversaciones encriptadas de WhatsApp? 

¿Y qué me dicen de aquellos datos que nosotros otorgamos sin darnos cuenta? 




Hace algunos días, en Facebook se popularizó la aplicación “A qué famoso te pareces” y los parecidos y bromas no se dejaron esperar. Sin embargo, pocas personas repararon en el hecho de que, para acceder a esta aplicación, uno autorizaba a los desarrolladores acceder a todos nuestros datos: nombre, edad, sexo, idioma, país, correo electrónico, fotos, amigos y todas las cosas a las que les hemos dado un “like” en la historia. Pero no sólo eso, sino que con esas ganas de entrarle al cotorreo, uno también aceptaba la cláusula en la que decía que toda la información que compartíamos podría ser transferida a otras personas o compañías quesque para “optimizar sus servicios y operación del sitio web”. 

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¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de privacidad? 
Cuando personajes como Julian Assange o Edward Snowden exhibieron públicamente los programas de espionaje a los que suelen recurrir los gobiernos de muchos países para vigilar a sus ciudadanos, muchos de nosotros aplicamos el “pues a mí no me importa que me espíen porque no he hecho nada malo”; sin embargo, la privacidad es uno de los pilares más importantes no sólo de internet sino, me atrevería a decir, de nuestra libertad como individuos, y aunque no le prestemos la atención que deberíamos, la privacidad no está necesariamente ligada a nuestra seguridad o a la criminalidad. 

Es por ello que las leyes que se aprueben hoy para regular el flujo de la información en Internet serán determinantes en la forma en la que nos relacionemos y nos reconozcamos como individuos y sociedades en un futuro inmediato. 

Para nadie es un secreto que la principal política de Donald Trump es destruir absolutamente todo lo hecho por Barack Obama. Ocurrió con el plan de salud, con los compromisos para reducir la emisión de gases de carbono y, ahora, ha ocurrido con otro movimiento que lastimará y mucho a los usuarios de internet: la autorización para que las compañías proveedoras de internet, puedan vender a terceros todos los datos de sus usuarios: nombres, direcciones, edades, historial de búsquedas, aplicaciones descargadas, dispositivos a través de los que navegan, horarios en los que navegan y un larguísimo etcétera. 

privacidad

El congreso de los Estados Unidos, conformado en su mayoría por representantes republicanos, ha votado a favor de esta medida, por lo que ahora sólo depende de que Donald Trump firme el decreto para que esta pesadilla entre en vigor. 

Pese a lo delicado del asunto, el proyecto se desarrolló sin que se consultara con expertos y, como es de esperarse, su contenido aún es ambiguo; por ejemplo, se ignora si al menos el usuario podría solicitar explícitamente a su compañía de internet que no comparta sus datos con alguien más. Y es que aunque pareciera una pecata minuta, esta nueva ley acabaría de un plumazo con un derecho tan básico para cualquier persona como es la privacidad. 

Y no es que seamos fatalistas ni mucho menos, ¿pero se imaginan qué podría pasar si alguien logra hackear las bases de datos de todas esas compañías en donde guardan toda nuestra información? 

El tema no es menor, y si bien todo indica que esta ley está apunto de hacerse realidad, aún no es demasiado tarde para darnos cuenta de la importancia de nuestra privacidad y, por supuesto, el derecho que tenemos a defenderla.


El contenido del post no es de mi autoría, y/o, es un recopilación de distintas fuentes.

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