martes, 29 de agosto de 2017

¿FRÍO O CALOR? CUÁNDO APLICAR CADA UNO PARA ALIVIAR EL DOLOR



Cuando tenemos dolor en alguna zona de nuestro cuerpo, ya sea causado por un golpe o por una contractura, siempre nos surge la duda sobre si es mejor aliviar el malestar aplicando frío o si, por el contrario, la mejor opción es el calor. 

Pues bien, como todo en esta vida, depende de la situación. En resumen, se puede decir que si se trata de golpes debemos poner frío sobre la zona, mientras que si el dolor proviene de una contractura sin golpes previos tendremos que aplicar calor. 

En este artículo os hablaremos de cuál es la mejor opción en cada caso, explicando los efectos que tiene cada remedio sobre nuestro organismo y dando algunos consejos sobre la mejor manera de aplicar cada temperatura
 




¿Cuándo es el frío el mejor remedio para el dolor? 

Como os decía, cuando nos hemos dado un golpe debemos aplicar frío durante las primeras 48-72 horas después de la lesión. 

Esto servirá para disminuir la inflamación y aliviar el dolor; pero, además, también contribuirá a la reducción de los daños producidos en el tejido secundario, favoreciendo una mejor recuperación. 

Para ellos, se utiliza hielo, bolsas frías de gel o incluso bolsas de guisantes congelados. Éstas deben aplicarse sobre la zona dolorida durante periodos de no mucho más de veinte minutos, ya que en caso contrario podría producirse una vasodilatación, que resultaría en un aumento de la inflamación. Además, también podrían ocasionarse quemaduras, por lo que se debe procurar que el hielo no toque directamente la piel, introduciendo un trapo entre ambos. 

El frío también es beneficioso tras los esguinces y las lesiones deportivas, cuya recuperación a menudo puede verse favorecida por masajes con hielo.
 

¿Cuándo debemos utilizar calor?



Mientras que el frío provocaba la constricción de los vasos sanguíneos, el calor da lugar al efecto contrario, favoreciendo su dilatación y, por lo tanto, un aumento del flujo sanguíneo que cursará con un mayor reparto de oxígeno y nutrientes y una disminución de la presión originada sobre las articulaciones.

Esto, por lo tanto, aliviará el dolor muscular ocasionado por contracturas en las que no ha habido ningún tipo de golpe previo. Además, también será de gran utilidad en el tratamiento del dolor de algunos trastornos crónicos, como la artritis. 

En este caso el calor se aplicará a través de bolsas de agua o gel calientes o de mantas eléctricas y, del mismo modo que pasaba con el frío, será muy importante no excederse de los 20 minutos de exposición y tener cuidado con las quemaduras. 

Como veis, tanto el frío como el calor son grandes aliados, pero sus efectos son totalmente opuestos, por lo que debemos tener mucho cuidado al elegir en qué casos usaremos cada uno.
 



El contenido del post no es de mi autoría, y/o, es un recopilación de distintas fuentes.

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