En el afán del ser humano por encontrar explicaciones para todo lo que nos rodea, desde la antigüedad nos hemos apoyado en populares cuentos que forman parte del folclore de cada país y que se transmiten de padres a hijos por generaciones. A menudo cuando ya somos adultos consideramos que estas anécdotas solo sirven para causar miedo en los infantes con el fin de que se porten bien, sin embargo cada vez aparecen más testimonios y evidencias que indican que hay mucha verdad en cada una de las leyendas de miedo que nos contaron cuando éramos niños.
A lo largo de su existencia la humanidad ha buscado definir su naturaleza dando respuestas a los principales cuestionamientos que le surgieron en la mente sobre temas esenciales como el origen y el propósito de la vida, el estado de los muertos, así como el desenlace final de la historia del mundo.
Para encontrar estas importantes respuestas muchos de nuestros ancestros no tuvieron acceso al conocimiento científico con el contamos actualmente, sin embargo, en su estudio personal de la naturaleza y del cosmos, así como probablemente de la enseñanza recibida de otras criaturas inteligentes pudieron obtener conclusiones aún más exactas y reales que las que se conocen hoy, la cuales transmitieron en muchos casos en forma de metáforas a través de leyendas de miedo que pudieron ocurrir o no, pero que en todo caso encierran verdades que necesitamos conocer.
La leyenda de La Llorona
Este representa el mejor ejemplo de que las leyendas de miedo son un vivo reflejo de la cultura popular de la localidad de la que son originarias, este relato tiene diferentes versiones dado que va evolucionando al ritmo que cambia la sociedad y además cada región de Latinoamérica donde es contado le agrega sus propios elementos.
Sin embargo, en cualquiera de sus versiones en el fondo esta estremecedora leyenda refleja el sentir de una sociedad matriarcal como América Latina, que se erige alrededor del rol central de la mujer y enaltece el poder del amor de la madre para bien o para mal, el cual es capaz de sanar y también de ocasionar terror por el dolor de la pérdida de sus hijos.
Hoy las leyendas de miedo son usadas para asustar a los niños y a alguno que otro adulto, pero originalmente tuvieron un fin mucho más profundo, siendo una didáctica y efectiva herramienta para conocer nuestras raíces culturales e históricas, así como para comprender el sentido de la vida de una forma más espiritual.
La leyenda hebrea del Dybbuk
Esta es una de las leyendas de miedo que sintetizan mejor las creencias y misterios de una cultura tan compleja y antigua como la judía. En ella se plantea que los Dybbuk son las almas en las cuales ha triunfado el mal y al morir el cuerpo en el que moran no se les hace fácil encontrar otro ser en el cual reencarnar, por lo cual vagan por todas partes buscando personas en las cuales les sea permitido entrar. Generalmente se adueñan de la vida de jovencitas rebeldes que no respetan la autoridad de su padre y al ser tomadas por estos espíritus es necesario exorcizarlas, o de lo contrario llevaran una existencia considerada indigna para su gente, condenadas a entregar su cuerpo a distintos hombres siendo esclava de su apetito sexual descontrolado.
En la descripción de esta leyenda se aprecia claramente la idiosincrasia patriarcal de la sociedad hebrea, donde la autoridad del hombre debe ser reverenciada por sobre todas las cosas, ya que constituye la única protección que tiene la mujer frente a los peligros físicos y espirituales a los que está expuesta en este mundo.
En el Israel antiguo una dama sola corría grave peligro dado que la vida de una mujer solo cobraba importancia si estaba bajo la protección de algún hombre, que podría ser su padre o su marido.
No querrás que el alma en pena de La Llorona o algún Dybbuk te visiten esta noche, por eso haz tu obra buena del día y contribuye con nuestro proyecto difundiendo este interesante y revelador artículo en tus redes sociales a ver si logras asustar a tus amigos con alguna de estas leyendas de miedo.
El contenido del post no es de mi autoría, y/o, es un recopilación de distintas fuentes.
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