Todos necesitamos a alguien que nos cuide y eso no significa que dependamos del otro para sentirnos bien. Simplemente es bueno darse cuenta y reconocer que cuando no podemos con todo, cuando hemos tocado fondo o cuando todo nos va demasiado bien, necesitamos a alguien que nos recuerde quienes somos o podemos llegar a ser.
Son esas personas que nos recuerdan que somos algo más que nuestras circunstancias, que errores que a veces se suceden. Actúan como Ángeles de la Guarda y nos dan alas para sobrevolar los escombros de parte de nuestro mundo derrumbado. También pueden llegar a ser la voz de nuestra conciencia, nuestro Pepito Grillo, si empezamos a volar demasiado alto y llegamos a quemarnos con el sol de nuestro propio éxito. Son nuestro pilar, nuestro equilibrio, el ying de nuestro yang.
El significado de ese alguien especial en los malos momentos
Suele resultar bastante sencillo encontrar a alguien para pasarlo bien. Salir de copas, de compras, al cine o a tomar un café nunca es un sacrificio. Pero los verdaderos amigos son aquellos que dan la cara en los momentos en los que quizás no eres la más agradable de las compañías.
Esos momentos en los que te deshaces en lágrimas y maldices al mundo. Esas tardes en las que nada de lo que hagas, digas o escuches van a hacerte sentir mejor. Pero son esos momentos en los que valoras su cercanía, esa mano amiga que te recoge hecha pedazos y con cuidado los va entrelazando sin que apenas te des cuenta.
Son esas conversaciones eternas llenas de quejas que sabes que no van a ningún lado pero que necesitas que salgan de tu interior. Son esas risas por lo absurdo que es todo y por el miedo que sientes a que nada pueda ir peor. Y quizás no te des cuenta, pero son esas ganas de parar el mundo que sigue girando sin que tú estés de acuerdo, pero que logras parar en esas horas con las críticas, los llantos y las risas de la buena compañía.
Esa buena compañía que solo se resume en las palabras AMISTAD VERDADERA. Esa que todo lo puede y todo lo cambia. Tan difícil de conseguir y tan necesaria. Los amigos de verdad son pocos, pero en los malos momentos siempre te acompañan.
El valor de las verdades de ese alguien ante los momentos demasiado buenos
Quizás el valor menos reconocido de la amistad es ese que aparece cuando todo va demasiado bien. Cuando la envidia de los que no te quieren de verdad aparece y cuando la soberbia del éxito te llama. Esos momentos en los que te crees invencible y el éxito, aunque sea momentáneo, se te sube a la cabeza y te pierdes a ti misma.
Es en esos momentos en los que ese alguien, esa amistad verdadera, se encarga de desvelarte la cruda realidad. Es cuando te corta las alas de la soberbia y te hace pisar el suelo. Porque los verdaderos amigos son esos que te cuentan las verdades a la cara, aunque duelan, porque saben que en ese momento quizás no lo agradezcas, pero es lo que necesitas.
Ellos saben que por mucho rechazo inicial que te provoquen tus palabras, no olvidarás la verdadera preocupación que hay detrás de ellas: tu bienestar. Porque no lo hacen para hacerte daño, sino todo lo contrario, para evitarte el dolor de la caída cuando te has precipitado o para sumar energías y que finalmente te atrevas a dar el salto.
Por eso todos necesitamos siempre a alguien que nos cuide. Porque nosotros somos nuestro mayor enemigo cuando las cosas van demasiado bien o demasiado mal. Porque necesitamos a alguien que frene el desequilibrio antes de llegar, finalmente, a la autodestrucción. Porque nadie es perfecto y en la soledad la proyección de nuestros defectos se agiganta… y porque la vida compartida con alguien especial es una vida que merece ser vivida. Desde el principio hasta el final.
Fuente: Todos necesitamos a alguien que nos cuide
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