Enero es el mes de los propósitos y de las rebajas. En estas fechas es habitual que los escaparates de las tiendas inunden a los transeúntes con enormes carteles promocionales con descuentos que van desde el 30 al 70 por ciento de descuento y nuestros correos electrónicos se llenan de ofertas a las que, a veces, es difícil decir que no. Estos reclamos publicitarios, que parecen inofensivos y pueden serlo para muchas personas, para otras no lo son, es el ejemplo de los adictos a las compras.
Tal y como informa a CuídatePlus José Antonio Tamayo, psicólogo del Centro Activa Psicología, en Madrid, “este término hace referencia a una forma compulsiva de compra en la que la persona afectada presenta dificultades para controlar la adquisición de artículos de consumo, habitualmente productos innecesarios o superfluos, sintiendo la necesidad continua de realizar nuevas compras”.
Este problema se debe tomar en serio ya que, si no adoptan medidas a tiempo, puede llegar a convertirse en un trastorno psicológico, pero tampoco hay que alarmarse ya que no todas las compras imprevistas, excesivas o innecesarias se consideran adicción.
Para saber realmente que estamos ante un adicto a las compras tiene que evidenciarse “una pérdida de control en la conducta de comprar que se manifiesta con tensión subjetiva, nerviosismo, sentimiento de vacío, arrepentimiento, culpabilidad o vergüenza”, describe el experto. Asimismo, la adicción a las compras puede “causar problemas en otros ámbitos del afectado, como las relaciones familiares, de pareja, sociales, finanzas o rendimiento laboral”.
Es importante saber que existen factores que pueden predisponer a la aparición de este problema, factores que precipitan los síntomas y otros que los mantiene en el tiempo.
Los factores predisponentes son aquellas características personales y socioculturales propias de la persona que aumentan la vulnerabilidad a padecer este problema.Tamayo enumera, entre otros, “la elevada impulsividad, la deficiente tolerancia a la frustración, la búsqueda de satisfacción inmediata, tener una baja autoestima, insatisfacción personal o valores consumistas imperantes en la sociedad”.
Entre los “precipitantes” estarían aquéllos que provocan excitación como “atracción, deseo o estados emocionales intensos, como la euforia, la ansiedad, la tristeza, el enfado, el aburrimiento o la sensación de vacío”, apunta. Estas situaciones, en el caso de los adictos, “generan un cambio en el estado emocional del paciente y que él mismo soluciona comprando”.
Mujer, joven y que compra ‘on line’
En cuanto a si existe o no un perfil claro de paciente adicto a las compras, según Tamayo este no está definido, ya que dependerá de muchos factores y de la sociedad en la que se encuentre el sujeto. “Los límites que separan el comportamiento consumista normal o socialmente aceptable es relativo a las normas y costumbres de la sociedad en que se encuentre el individuo”, indica.
Lo que sí parece más claro es que es un problema más acusado entre el género femenino. “Los datos disponibles apuntan a una incidencia superior en las mujeres frente a los hombres, aproximadamente de 8 a 2”, señala. La explicación del por qué se dan más casos en mujeres que en hombres tampoco está muy clara: “No se han encontrado diferencias de impulsividad entre ambos sexos que puedan hacer ceder la balanza hacia el lado de las mujeres, por lo que las causas deben estar más relacionadas con factores sociales y culturales”, destaca.
Además, tal y como confirma el experto “se da con mayor frecuencia entre personas jóvenes, disminuyendo progresivamente con la edad, hasta hacerse casi anecdótico a partir de los 65 años”.
Los productos que adquieren los adictos a las compras difieren entre los hombres y las mujeres. Mientras ellos “tienden a gastar más dinero en productos relacionados con el deporte, la electrónica o la automoción, ellas se sienten más atraídas por artículos de vestir, cosmética y accesorios de belleza”, detalla.
Un dato curioso, a juicio de Tamayo es que “aunque las mujeres encuentran más satisfactorio ir de compras que los hombres, la realidad es que sólo el 25 por ciento de ellas compra lo primero que encuentra, mientras que el 75 por ciento de los hombres sí lo hacen a la primera”.
Como se ha mencionado antes, estas personas prefieren adquirir los productos en tiendas de “fácil acceso” y que permitan una compra “sencilla, rápida y cómoda”. Tal vez ésta sea la razón del por qué internet el medio más utilizado para las compras que realizan estos pacientes.
“Las plataformas on line que posibilitan el acceso inmediato al catálogo de todo tipo de productos, ofreciendo sugerencias basadas en visitas o compras anteriores y que permiten la entrega en un plazo muy corto de tiempo”. Estas plataformas serán las elegidas para llevar a cabo "las compras caprichosas e innecesarias de estos consumidores”.
La importancia de detectarlo a tiempo
Sobre la edad de inicio de este problema, Tamayo aclara que “aunque suele comenzar al principio de la vida adulta, la detección del problema suele ser muy posterior a esta edad (en torno a 12 años después)”. Es importante conocer este dato para adoptar medidas lo antes posible, ya que “durante el tiempo en el que no se detecta, la frecuencia de compras crece, así como los gastos económicos, algo similar a lo que ocurre con la ludopatía o el juego patológico”.
Es importante estar alerta de signos como “impulsos intensos y persistentes por comprar bienes de consumo que no se necesitan, gastos innecesarios y problemas familiares, sociales y económicos”. Otro signo evidente de que existe un problema es que “los compradores devuelven los productos que han adquirido poco después de efectuar la compra o los guarden sin ser utilizados y se olviden de ellos”, describe el psicólogo.
Si detectamos un caso de estas características el primer será “no adoptar una actitud fiscalizadora hacia él o ella, ya que esto puede contribuir a que oculten su implicación con las compras y se agrave el problema”, advierte el experto. El objetivo, según él, “no debe ser que dejen de comprar, sino que lo hagan de forma voluntaria, libre y siendo conscientes de los motivos reales por los que compra, a fin de que no caigan en el autoengaño y asuman las consecuencias de sus acciones”.
Tratamiento conductual y farmacológico
Además de las medidas conductuales, y si el trastorno lo requiere, se acudirá al uso de tratamientos farmacológicos. “Ambos abordajes pueden emplearse en el tratamiento de este problema, tanto por separado como conjuntamente, en función de la sintomatología que presenta el paciente y los problemas asociados que pudieran concurrir” ya que, según indica, “son frecuentes los cuadros depresivos, ansiosos y trastornos de la personalidad y la preferencia del paciente”.
Los psicofármacos que suelen pautarse son los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, “que se han mostrado útiles en la regulación del ánimo y de la impulsividad”, indica.
Sin embargo, el experto concluye que: “Por la naturaleza del problema, las adicciones sociales o no mediadas por sustancias se avienen mejor a los tratamientos psicológicos, habiendo mostrado su eficacia en ensayos clínicos los de corte conductual, como la terapia de conducta o las terapias contextuales”.
Fuente: https://cuidateplus.marca.com
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