viernes, 12 de abril de 2019

ASÍ ERAN LOS EFECTOS ESPECIALES ANTES DE TENER ORDENADORES





Hoy en día la mayor parte de producciones de cine recurren a los efectos digitales por pura conveniencia, pero hubo una época en la que simular algo que no existía requería fabricarlo físicamente o recrearlo mediante trucos visuales y mucha técnica. Estos son algunos de los efectos del cine clásico más sorprendentes. 

Sin quitar ningún tipo de mérito a los efectos actuales generados por ordenador, siempre resulta sorprendente apreciar como los efectos tradicionales lograban crear magia con unos medios unas veces rudimentarios, y otras extremadamente laboriosos. Algunos se siguen utilizando. Otros han sido completamente superados por las nuevas técnicas digitales. 






La noche americana 


Actualmente disponemos de sensores de cámara capaces de grabar escenas nítidas en plena noche, pero en los comienzos del cine no tenían tanta suerte. La solución era una técnica llamada Day for Night o Noche Americana en el mundo hispanohablante. 

En esencia, lo que se hacía era filmar a plena luz del sol, pero subexponiendo la toma y usando un potente filtro de color azul. La razón del color es que el ojo humano percibe el brillo de la luna con un sutil matiz azulado. Esto es debido al denominado Efecto Purkinje. En Recuerdos de Pandora explican: 

A medida que la luminosidad se pierde, la retina del ojo humano pierde sensibilidad para largas longitudes de onda de la luz (correspondientes a los colores amarillo, naranja y rojo), a la par que gana sensibilidad para cortas longitudes de onda de la luz (correspondientes a los colores verde, azul y violeta).


Los tonos azulados nos evocan escenas nocturnas, y por ello el cine nos ha engañado durante décadas filmando de día y tiñendo el resultado de azul. Más adelante se utilizaron también lámparas de Tungsteno cuya iluminación tiene una temperatura de color azulada. La técnica se usa muy raramente hoy. 




Fotografía Stop Motion 
 

Pones un objeto frente a la cámara, tomas un fotograma, lo mueves un poco, tomas otro fotograma. Así hasta tener al menos 26 cuadros por segundo que den sensación de movimiento... Esta laboriosa técnica de animación se sigue usando hoy en películas caseras hechas con Lego o grandes producciones como The Boxtrolls, pero su origen se remonta al nacimiento del cine. 




El stop Motion para animar pequeños monstruos de arcilla y simular que tienen un tamaño descomunal tuvo uno de sus grandes hitos en King Kong (1933). Su animador era Willis O’Brien, quien a su vez fue maestro de uno de los nombres más míticos en la historia de los efectos especiales: el maestro Ray Harrihausen. 

Harrihausen perfeccionó esta técnica hasta el extremo y llevó esa experiencia a películas tan deliciosas como Jason y los Argonautas (1963), Hace un millón de años (1966) o Furia de Titanes (1981). 








Retroproyección, Zoptic y Croma 



Todo comenzó con la técnica de la retroproyección. Se situaba a los artistas en un escenario frente a una pantalla en la que se proyectaba desde atrás una escena en movimiento. Escenas tan clásicas del cine como el avión que persigue a Cary Grant en North by Northwest (Con la Muerte en los talones en España o Intriga Internacional en Latinoamérica. 1959) se hicieron con esta técnica. 

La retroproyección no permitía mover la cámara, así que Zoran Perisic, el especialista detrás de los efectos especiales de Superman (1978), creó la técnica denominada Zoptic. El uso de dos zooms sincronizados permitía mover el plano de retroproyección para seguir a un objeto en movimiento, en este caso a Christopher Reeve suspendido de unos cables. 





El último ejemplo de este juego de fondos proyectados es la inserción croma. Se trata de filmar usando un fondo de un color uniforme (generalmente azul o verde). Después se sustituye esa superficie por otra filmación. Esta técnica es ampliamente utilizada hoy tanto en cine como en televisión. 







Matte Painting 



El matte painting (pintura mate en español, aunque siempre se suele utilizar el término original en inglés) es una técnica artística muy utilizada para escenarios. Consiste en aplicar capas de pintura opaca (generalmente óleo) sobre un cristal o panel de plexiglás para después iluminar el resultado desde atrás. 

Las zonas que se deseen más iluminadas se cubren con tonos más claros o menos cantidad de pintura, mientras que las más oscuras se saturan de pigmento para que no pase la luz. Si el escenario tiene focos o puntos de luz como estrellas, se dejan pequeños puntos sin pintura para que dejen pasar toda la luz. 



Después, basta con rodar la escena respetando la misma perspectiva de la pintura, y montar el resultado en el estudio. Si el artista es habilidoso, el matte painting se funde perfectamente con la acción. En la primera trilogía de Star Wars, la técnica se llevó a la excelencia para elaborar escenarios que incluso hoy parecen tan reales que cuesta distinguirlos. Los cavernosos interiores de la estrella de la muerte o algunas de las escenas generales en Tatooine y Endor están rodadas mediante esta técnica. El famoso almacén 13 de la escena final de Raiders of the lost ark también es un matte painting. 





Maquillaje 


Imposible hablar de efectos especiales clásicos sin hablar de maquillaje. Hoy en día, el maquillaje de efectos es un arte en sí mismo, pero en los orígenes del cine eran los propios actores los que se buscaban la vida para caracterizarse. En los años 20, el actor Lon Chaney era ya un auténtico experto en maquillaje que le valió el apelativo de El hombre de las mil caras. Entre sus interpretaciones hay clásicos como El jorobado de Nuestra Señora (1923) y El fantasma de la ópera (1925). 

Con el tiempo, el maquillaje se profesionalizó. El gran descubrimiento de esta increíble profesión fue el látex. El uso de espuma de látex y látex líquido permitió la creación de prostéticos que son auténticas obras de arte, como las máscaras que John Chambers creó para Planet of the Apes (1968). 







Con el tiempo, el látex se combinó con gelatinas, geles y siropes con los que simular sangre fresca. El gran maestro de maestros en este campo ha sido Rick Baker, a quien le debemos los efectos visuales de An american werewolf in London (1981), Gremlins 2, Hellboy o X-Men: The Last Stand. Baker combinaba a menudo el maquillaje con piezas móviles o animatronics para dar más realismo a sus creaciones. 









Uso de maquetas a escala 



Cuando se trata de maquetas, uno inmediatamente piensa en la trilogía original de Star Wars, pero en realidad su uso se remonta al mismísimo Georges Méliès, que uso modelos a escala en su célebre Le Voyage dans la Lune (1902). 

Para dar la sensación de que la maqueta tiene un tamaño enorme, se jugaba con la profundidad de campo en una técnica denominada Maqueta colgante, en la que se interponía una maqueta sobre un plano real y se forzaba la perspectiva. 


link: https://www.youtube.com/watch?v=8faBFPENMbg&feature=youtu.be 

Asalto a la Estrella de la Muerte. Escena original, comparada con la retocada digitalmente por Lucas en 1997 (Hat tip, Jose Jacas) 

El uso de maquetas ha sido masivo antes de la llegada de los escenarios digitales. Podemos encontrar ejemplos de ello en obras de arte como Metrópolis (1927), Ciudadano Kane (1941) o Godzilla (1954). En 2001: A Space Odyssey (1968) Kubrick logró simular la Discovery y otras naves espaciales de forma muy convincente mediante maquetas. No obstante, la máxima expresión del uso de maquetas se la debemos a John Dykstra. 








Dykstra y su equipo perfeccionaron una técnica llamada Motion control Photography que permitía sincronizar el movimiento de varias maquetas colgadas de hilos con el movimiento de la cámara mediante una grúa y un chip especialmente adaptado. El resultado fue la cámara Dykstraflex. Eran los albores del cine digital. 

Todos los combates espaciales de la trilogía original de Star Wars se grabaron mediante esta técnica. Después había que editar fotograma a fotograma para borrar los cables y sujecciones de las maquetas, incorporar matte paintings para los fondos, o añadir luces. Era un trabajo titánico. 






Animatrónica 






Los autómatas se remontan a Leonardo Da Vinci, pero el término Animatronics lo acuñó Walt Disney a colación de unos pájaros mecánicos que cantaban en la atracción The Enchanted Tiki Room en Disneyland. Se considera que la primera película con animatronics es Mary Poppins (1964) en la que Julie Andrews cantaba con unos pajaritos mecánicos. 

Mucho ha llovido desde aquellos pajaritos. El mayor pionero en el uso de marionetas fue Jim Henson y sus ya míticos Muppets, pero Henson participó poco en cine salvo por clásicos como The Dark Crystal (1982) o Labyrinth (1986). Un discípulo de Henson, Frank Oz, es el responsable de haber dado vida a Yoda en el Episodio V de Star Wars, The Empire Strikes Back (1980). 



Uno de los artistas mas influyentes en el uso de muñecos animatrónicos en el cine es Stan Winston. Se hizo famoso por los horripilantes monstruos animatrónicos de The Thing (1982), y es el creador del terminator Original, o de los efectos de la saga Predator. En 1993, Winston creó el mayor animatrónico que se conoce, el T-Rex de Jurassic Park. Mide 12 metros de largo y seis de alto. 





Rotoscopía 


Cerramos nuestro paseo por la magia del cine clásico con uno que no es un efecto especial como tal, sino una técnica de animación. Se trata del rotoscopio. Es algo así como una máquina de proyección utilizada para dibujar planos a partir de otros planos, como si los calcáramos del natural. En cine de animación hay joyas como Heavy Metal que están íntegramente dibujadas mediante esta técnica, pero la rotoscopía es famosa por ser la técnica que utilizaron para dar el brillo a los sables láser en la trilogía original de Star Wars. 




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