jueves, 15 de agosto de 2019

AMA DE CASA: EL ROSTRO DE LAS MUJERES INVISIBLES

Por herencia cultural, por elección personal o por cuestiones circunstanciales, en nuestra sociedad hay un gran número amas de casa. Mujeres que entregan su vida al cuidado de su casa y de su familia en exclusiva. A veces esta labor se compagina con trabajos remunerados, momentos en los cuales la mujer se vuelve ama de casa en paralelo.


Sea como sea, ser ama de casa es un duro trabajo sin reconocimiento y que prácticamente hasta el día de hoy se asume casi por imposición en gran medida por parte de las mujeres.
En este artículo nos referiremos a las amas de casa como el colectivo de mujeres que dedican, en exclusiva o no, su vida laboral y personal al cuidado de la casa y la familia, haciendo la comida, limpiando y preocupándose porque cada día todo esté acorde con las necesidades de la familia.

Su rostro invisible, su carga emocional



ama de casa agobiada

Una mujer que es ama de su casa no tiene remuneración ni suele gozar de reconocimiento social. Es un trabajo de 24 horas que dura 365 días al año, que no tiene vacaciones ni conoce el despido, que requiere saber de todo, ser cocinera, maestra, niñera, entrenadora, guardaespaldas, GPS, doctora, secretaria, guardia de la noche y del día…
La carga de trabajo está determinada la amplitud de la familia, por el tamaño y la ubicación de la vivienda, por el estatus social del que se goce, etc. Además, el horario de mayor trabajo es altamente fluctuante pero, sobre todo, nunca cesa.
El trabajo doméstico es socialmente invisible desde el momento en el que aquellas mujeres que se dedican a él son consideradas como inactivas en censos y en estadísticas.
No es un trabajo remunerado y prácticamente está exento de un verdadero reconocimiento. A pesar de que emocionalmente puede dársele valor, hay núcleos familiares y sociales que no contemplan la importancia y dificultad de conducir una familia, cada día y sin descanso.

ama de casa agobiada con su familia


Limpiar, planchar, hacer la compra, cuidar de la pareja, de los niños o de los hijos cuando son mayores, tener a punto las comidas perfectas, mantener la igualdad y la paz en el reino… Todo ello sin pestañear. Y no solo eso, sino que el ama de casa llega incluso a dejar en segundo plano su propio cuidado.
En este sentido, dejar de cuidarse es un error demasiado común que muchas veces deriva en consecuencias no demasiado positivas para el ánimo y el sentir de una mujer. En conjunción con la falta de reconocimiento, esto puede dar lugar a problemas de ansiedad, depresión y síntomas somáticos. Veamos esto con más detenimiento.

Ansiedad, depresión y síntomas somáticos del ama de casa

Partiendo de la base de que la depresión y la ansiedad son problemas más comunes entre las mujeres, estos son mayores en el caso de aquellas mujeres que no poseen un trabajo remunerado y lejos del entorno familiar. Es decir, se ha encontrado en distintos estudios que las mujeres que trabajan en el hogar padecen más enfermedades crónicas, mayor sintomatología aguda y menor autovaloración de su estado de salud.
Una explicación a esto es la asunción del papel que se desempeña en la vida, así como las injusticias que tienen que vivir ante un rutinario, estresante y poco estimulante papel tradicional como ama de casa y madre.
Este papel está tradicionalmente desprovisto de estructura y contacto social, pues en ciertos momentos y con frecuencia las tareas pueden ser demandantes y frustrantes, así como verse envueltas en gran incertidumbre.

Un trabajo «invisible»


Ama de casa estresada

Una mujer que es ama de casa tiene menos control sobre su ritmo de trabajo. Asimismo, su posibilidad de descanso y de desconexión es menor y, en ocasiones, nula. El hecho de verse en cada momento “obligada” a cumplir con las exigencias que acompañan a este trabajo puede ver mermadas sus fuentes alternativas de satisfacción, menoscabando así su estado de ánimo y su salud general.
En definitiva, la falta de reconocimiento y la invisibilidad del trabajo doméstico puede mermar en gran medida la autoestima de las mujeres que asumen, con o sin ayuda, el cuidado y las tareas del hogar.
Por eso, hay que estructurar este trabajo, darle peso social y económico desde los gobiernos, otorgar el valor que le corresponde en el núcleo familiar. Proveer de apoyo social y emocional a estas mujeres y fomentar la satisfacción en el desempeño de esta labor ayudará a que este rostro oscurecido adquiera visibilidad.
El colectivo de las amas de casa es uno de los sectores sociales más olvidados en nuestra cultura. Por eso, es hora de que les otorguemos el poder y el reconocimiento que les corresponde pues, sin duda, es uno de los trabajos más duros, más imprescindibles y más entregados que existen. Que no se nos olvide nunca.

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