Si no cuidamos nuestra autoestima, no lograremos ser felices ni solos ni acompañados. Para lograr un equilibrio con nuestro entorno, primero debemos aprender a respetarnos y a querernos nosotros mismos
La autoestima es la capacidad que tenemos de querernos, valorarnos y respetarnos a nosotros mismos. Es el conjunto de piezas que componen el puzzle que nos conforma, el sostén en el que nos apoyamos y la forma que tenemos de vernos y tratarnos.
Ahora bien, esta dimensión psicológica no es estable, sino que se tambalea y cambia en el tiempo según las circunstancias. La muerte de un familiar, un desengaño amoroso, conseguir el puesto de trabajo que tanto deseábamos o una situación inesperada, todo puede afectarnos.
Abraham Maslow, en su jerarquía de las necesidades humanas, describió la autoestima como esa dimensión que se construye desde dos focos muy concretos. El primero es la apreciación por uno mismo y el segundo, el respeto y estimación que se recibe de otras personas.
Trabajar en estos aspectos para construir una imagen positiva de nosotros mismos es clave para el bienestar y la felicidad. Profundicemos.
Aumenta la autoestima para ser feliz
Ser feliz es un profundo estado interior de calma y serenidad, es sentirse en paz y en sintonía con todo nuestro alrededor. Sin embargo, no es fácil alcanzarlo. El ruido mental que nos generamos, la educación recibida y los golpes que en ocasiones nos da la vida influyen en la forma de valorarnos. Y si esta es negativa no conseguiremos ser felices.
- Así, el gran problema ocurre cuando perdemos el control sobre nosotros mismos y otorgamos el poder de sentirnos bien a los demás y a las circunstancias. De esta forma abrimos la puerta a la inseguridad y en definitiva, al malestar y al sufrimiento. Dejar de creer en nosotros, olvidar cuánto valemos y, sobre todo, no priorizarnos es una peligrosa trampa.
- Un ejemplo de ello lo tenemos en el ámbito escolar. Estudios como el publicado en la revista Health Psychology nos señalan que la autoestima es la base para el desempeño académico. Un alumno con una baja autoestima lo muestra también en su rendimiento.
Ahora bien, ¿cuál es entonces la solución? ¿qué estrategia es la más adecuada para protegernos de la dependencia, las relaciones tóxicas y el miedo? El amor propio. Solo cuando nos valoramos disponemos de ese fuerte sostén al que podemos agarrarnos cuando se desmorona nuestro alrededor.
Por esta razón, a continuación veremos una serie de claves que nos ayudarán a aumentar la autoestima.
Priorízate, no te dejes a un lado
Sé tu plan A. Sí, así es. Priorízate, créete capaz y por supuesto, no te escondas en la sombra. Si hay algo que afecta en gran medida a la autoestima es el hecho de no creerte lo suficientemente válido. De esta forma, solo pensarás en los demás, dejándote a un lado.
Si te olvidas de ti acabarás pasándolo mal. Es como si de repente desaparecieras y te convirtieses en un esclavo de los demás y las circunstancias. Por lo tanto, mírate al espejo y comienza a hacerte visible, a reconocerte, a identificar qué necesites y qué quieres para conseguirlo.
Puede que en algún momento consideres que eres egoísta por priorizarte, pero si lo haces desde una posición realista, si no practicas una excesiva admiración por ti, no hay nada que temer. No hay nada negativo en quererse, en tenerse en cuenta. El problema está en creerse perfecto y poseedor de la verdad absoluta.
Además, nadie va a velar por ti ni a quererte ni a darte el valor que mereces si tú no lo haces contigo mismo. Más que nada porque no podrás dar nada que no esté en ti. Cada vez que des amor, será un amor vacío, a medias… ya que no puedes dar algo que no te das a ti porque en realidad ¡no lo tienes!
¿Eliges ser feliz?
Carl Rogers, promotor y figura destacada de la psicología humanista, señaló en una ocasión que los problemas de muchas personas está en que se desprecian, en que no se aman. Son perfiles que no aprecian valor en ellos mismos y no se sienten merecedores de ser amados. ¿Puede haber algo peor?
Asimismo, gran parte de nuestra infelicidad surgen también en el ámbito relacional. A menudo, permanecemos en bucles de sufrimiento donde no ver la salida. Por ello, debemos chequearnos de vez en cuando para saber cómo nos encontramos. Y si nos sentimos mal, tener en cuenta que existe algo en nosotros a lo que debemos prestar atención para repararlo.
No se trata de huir del malestar ni de esperar a que otros nos suban la autoestima, sino de poco a poco comenzar a valorarnos, de ser nuestro cobijo, de abrazarnos y de darnos todo el amor que necesitamos. Porque si ignoramos cómo nos sentimos, lo único que haremos será alimentar nuestro malestar.
Según la teoría de los pequeños logros la vida siempre es mejor si la simplificamos. Por lo tanto, si queremos aumentar nuestra autoestima no hay nada mejor que ir acumulando pequeños triunfos cotidianos. Para ello, podemos proponernos una serie de objetivos al día o a la semana que tengan que ver con priorizarnos e intentar cumplirlo.
La autoestima es una de las claves para ser felices, pero para ello tenemos que vernos, darnos importancia y sanar todo aquello que nos hace daño. Porque de nada sirve que nos volquemos en los demás, si luego nos olvidamos de nosotros. El escritor Raimon Samsó afirma que «la clave es aumentar el valor personal ante uno mismo, pero no delante de nadie».
No lo olvides: eres la persona más importante con la que pasarás el resto de tu vida. Cuídate, porque, si tú no lo haces, nadie más lo hará por ti.
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