miércoles, 4 de septiembre de 2019

CÓMO MANTENER LA SERENIDAD CUANDO UN SER QUERIDO TIENE CÁNCER


Cáncer es una palabra capaz de hacer temblar cualquier mundo, seamos nosotros los afectados o un ser querido. En este último caso, como parte del círculo de apoyo de la persona, también podemos jugar un papel muy importante en el resultado de la intervención. Ahora, ¿cómo podemos ser realmente una ayuda valiosa?
El cáncer es una realidad abrumadora. A pesar de que es algo natural con lo que vivimos diariamente, genera mucho miedo y estados fuertes de ansiedad y estrés, sobre todo cuando un ser querido tiene cáncer.
Su incidencia en la población actual es muy alta, de hecho la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de su incremento, pasando de los catorce millones de diagnósticos que se producen hoy en el mundo a unos veintidós millones en el año 2030. Así que este será un problema que muchas personas deberán afrontar, incluyendo además a todas las personas que están en su entorno.

Cuando te toca vivir en primera persona esta enfermedad, como ocurre cuando un ser querido tiene cáncer, te enfrentas a una de las experiencias más duras de tu vida. Se trata de una de las situaciones más dolorosas que el ser humano puede soportar por todas las connotaciones que tiene y dado el alto nivel de incertidumbre. Sin embargo, no podemos olvidar que mantener la serenidad es una actitud fundamental para enfrentarnos a la dura prueba y superarla.
«El mayor descubrimiento de generaciones es que un ser humano puede alterar su vida alterando su actitud».
-William James-
Mujer con cáncer abrazando a su hija smbolizando cómo Hablar a una persona con cáncer

El impacto del diagnóstico

Cuando se da un diagnóstico de cáncer se produce un gran impacto psicológico en la persona que lo padece y en todo su círculo social: familia, pareja, hijos, amigos, compañeros de trabajo…. Todos sabemos que el cáncer es una enfermedad muy grave y que su evolución y desarrollo son impredecibles.
A pesar de los avances, y los cada vez más numerosos casos exitosos de superación de la enfermedad, es inevitable pensar en la muerte y sentirnos desbordados. Así, de forma automática empezamos a generar ciertos pensamientos y creencias dramáticas que nos hacen sentir una enorme tristeza y nos merman la energía.
Nos sentimos cansados, tristes, ansiosos, enfadados y sobre todo nos acompaña un sentimiento de frustración que muchas veces no nos ayuda a tomar las mejores decisiones teniendo en cuenta la situación. Muchas veces el simple diagnóstico genera una crisis tanto en el paciente como en las personas de su entorno.

Recomendaciones para mantener la serenidad cuando un ser querido tiene cáncer

Vamos con ellas:
  • El diagnóstico es el momento del impacto. Es, en muchos casos, el momento más complicado. La realidad golpea con fuerza, con mucha fuerza. Sin embargo, para procesar todo lo que cambia en un instante se necesitan otros muchos. De ahí la importancia de la paciencia con el ser querido que tiene cáncer, de tolerar las dudas, de negociar con la incertidumbre.
  • Conocerte, la llave de la gestión emocional. Según la neurociencia, generamos unos 60.000 pensamientos diarios, de los cuales la mayoría son negativos, repetitivos y hacen referencia al pasado. Lo peor de todo esto es que a muchos de ellos les damos naturaleza de realidad sin cuestionarlos. Ante el diagnóstico de una enfermedad importante, como puede ser un cáncer, igual que ante cualquier noticia negativa, esta tendencia puede ganar todavía más frecuencia e intensidad tanto en el enfermo como en los familiares. Del miso modo, controlarla hará que estemos en disposición de prestar una ayuda más valiosa a lo largo de la intervención.
«Cuando fui diagnosticada con cáncer supe que lo único que podía controlar era lo que comía, lo que bebía y lo que pensaba».
-Kris Carr-
  • La Organización Mundial de la Salud nos recuerda que la salud mental tiene un peso importante en nuestro bienestar. Según la revista The Lancet Psychiatry, cerca del 25% de los pacientes diagnosticados con cáncer desarrollan algún trastorno afectivo, y esto también les ocurre a las personas que conforman su círculo de apoyo. Así, es importante que en la labor de cuidado no desatiendas tu propio cuidado personal; existen determinados ajustes en esta empresa que solo vas a poder realizar tú.
  • La información es poder. Por noma, la primera reacción ante un diagnóstico de cáncer es el miedo y el desconcierto al no saber qué va a pasar, siendo ambos sentimientos fruto del desconocimiento. En este sentido, ayudarás al paciente colaborando para elaborar un esquema mental de lo que vendrá a continuación.
  • La muerte. Cáncer está asociado inevitablemente con esta palabra. Lo ha estado durante años, aunque afortunadamente los casos en los que gana la vida cada vez son más. Será un tema del que quizás el paciente necesite hablar y elaborar. 
En ese caso haríamos bien en escucharle, por muy grande que sea nuestra tentación de intentar apartar esa amenaza de las conversaciones. Además, cuando ya se han intentado todo y la intervención pasa a ser paliativa, nuestra intervención en este punto pasa a ser todavía más trascendente. 
Nadie nos ha enseñado a morir, se trata de un momento en el que no rigen muchas normas, en el que hay pocos estándares. Sin embargo, pocas ayudas podemos prestar tan valiosas como ayudarles a despedirse del modo que ellos quieran, incluso, y como paso previo, ayudarles a saber cómo lo quieren hacer.
  • La importancia de la comunicación en los momentos más delicados. Cuando la comunicación fluye, la cohesión se ve favorecida. De esta manera, es más difícil que el apoyo al enfermo recaiga sobre solo una persona, evitando así el desgaste que supone este hecho.
Manos de dos personas agarradas
La palabra cáncer, cuando aparece en nuestro horizonte o en el de nuestro seres queridos, llama al miedo, a la ansiedad, a la impotencia, al reconocimiento de que todo puede cambiar en un segundo. Su sombra es tan amenazante que en la mayoría de los casos es necesario sumar fuerzas.
Las fuerzas de los médicos, la de los enfermeros, la de los psicólogos, la de la persona afectada y también la de los que forman su círculo más cercano. Este último punto es el que hemos tratado en este artículo y también el que puede marcar la diferencia.
«Sobre todo, el cáncer es una práctica espiritual que me ha enseñado a tener resiliencia y fe».
-Kris Carr-

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