La falta de actividad física constituye un factor de riesgo para nuestra salud, dentro del amplio grupo de variables que puede influir sobre ella. A continuación, te explicamos por qué es importante practicar actividad física para mejorar nuestro bienestar.
La sociedad actual nos ofrece muchas opciones para realizar ejercicio físico si nos los proponemos. Por otro lado, aunque el ejercicio es una costumbre muy positiva para nuestro día a día, no es determinante del bienestar. A continuación, analizamos en profundidad esta relación, ofreciendo ideas para sacarle el máximo partido.
Desde tiempos inmemorables, nuestros antepasados llevaban a cabo determinadas acciones que, de forma natural, constituían una parte del hacer del ser primitivo. Acciones tan accesibles, como practicar ejercicio físico o tomar el sol 20 minutos al día, eran consecuencia de conductas que pretendían cubrir otras necesidades, como la búsqueda del alimento. Así, cazar o cosechar el campo, tenían consecuencias que la actualidad son consideradas como protectoras de la salud y promotoras del bienestar.
Aunque suelen confundirse el deporte y la actividad física, no son sinónimos. La actividad física es una simple práctica, mientras que el deporte implica una competencia que arroja siempre un resultado.
Así, la actividad física comenzó siendo una conducta inherente al hombre relacionado con necesidades fisiológicas, psicológicas e incluso utilitaria. Más tarde, surge el concepto de deporte como una actividad física reglamentada, cuyo origen es el de los juegos olímpicos griegos, en el 776 a. C.
En la vida actual, no es coincidencia que busquemos de manera voluntaria un espacio para realizar actividades que nos permitan liberar tensión. Exponernos al sol durante 20 minutos o realizar ejercicio físico contribuye a la producción de endorfinas, neurotransmisores que se encargan de hacernos sentir bienestar y felicidad, entre otras funciones.
Una alternativa simple y accesible para muchos son las caminatas. Estas son un hábito italiano tradicional, con concepto propio más allá de su nombre, passegiatas. Más que un ejercicio, es un estilo de vida que consiste en dar un paseo de 15 minutos después de cada comida. Los beneficios de esta costumbre han sido demostrados y estudiados en una investigación publicada por la revista médica Diabetes Care.
El ejercicio físico, la calidad de vida y el afecto
Muchas veces pensamos en la práctica de ejercicio físico como determinante del bienestar. Sin embargo, no es así. La actividad física es necesaria, pero no suficiente para el bienestar. El bienestar es un concepto amplio, pero también preciso. El bienestar más allá de comprender unas conductas promotoras de salud, depende además de la calidad de vida y de las condiciones de salud.
Además, el afecto también es un elemento clave en nuestro bienestar. Para la psicología, la afectividad tiene que ver con la sensibilidad frente a distintas alteraciones del mundo real o simbólico. Teniendo en cuenta esto, es posible disminuir el afecto negativo e incrementar el positivo mediante técnicas de regulación emocional. En este sentido, el papel del ejercicio físico en el bienestar es doble, ya que influye de forma positiva en el sistema afectivo.
Las variables como la afectividad, las condiciones de salud y la influencia de la calidad de vida son mediadores del bienestar. Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte la necesidad de monitorizar los niveles poblacionales de actividad física, usando un protocolo estandardizado, como parte importante y necesaria a una respuesta de salud pública a preocupaciones actuales relacionadas con la falta de actividad física en muchas poblaciones.
La inactividad física, factor de riesgo en nuestra salud
La inactividad física es un factor de riesgo para las enfermedades crónicas. Su impacto se ha estudiado en enfermedades cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes tipo 2, el cáncer de colon y el cáncer de mama. También se asocian con otras condiciones importantes de salud que incluyen la salud mental, las lesiones, las caídas y la obesidad.
Hoy en día contamos con muchas herramientas que nos permiten incrementar o controlar la actividad física, como el simple podómetro o contador de pasos. En muchos casos, la ausencia de ejercicio físico no se debe a la falta de tiempo, sino a una falta de planificación.
En este sentido, la psicología ofrece herramientas útiles que nos permiten adherirnos a la práctica del ejercicio físico o el deporte. La psicología ha estudiado los beneficios de practicar deporte, avalados por la neurociencia.
La vigilancia de la actividad física a nivel poblacional es una estrategia potencialmente útil. Algunos cuestionarios o autorregistros podemos llevarlos a cabo de forma autónoma y son relativamente baratos y fáciles de administrar en comparación con las técnicas de medida objetiva.
Por ello, la OMS creó el Cuestionario Global sobre la Actividad física, que cuenta con una buena fiabilidad y validez psicométrica, además de adaptarse a la variabilidad cultural.
El ejercicio físico contribuye a mejorar nuestro bienestar. Sin embargo, hay otros factores que median el bienestar como la calidad de vida, la afectividad y la salud. Realizar ejercicio físico al menos 45 minutos diarios, disponer de una calidad de vida positiva y tener una buena afectividad, constituyen unos recursos naturalmente valiosos que influyen en el bienestar.
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