Cuando las lágrimas brotan, el frío te congela cual rocío al despertar en las frías mañanas de invierno, la incertidumbre te invade bloqueando todos tus sentidos.
La oscuridad te atraviesa como el filo del metal en la más cruda de las batallas, recorriendo como un penetrante escalofrío todo tu cuerpo.
Es entonces cuando la tristeza se convierte en tu mejor aliada, la soledad acaba siendo tu compañera de viaje y el alma se encoge trayendo consigo el más profundo y oscuro de los vacíos. Vacío ese que te conduce a rozar el abismo tornándose imposible de discernir entre ilusión y realidad.
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